Monday, August 21, 2006

EL PEDIGRÍ DEL TUERTO



CAPÍTULO CUADROS

"Hay que crecer
bailando con sinsabores."

Silvio

Si la mayoría de las veces los padres gustan de darles a sus hijos nombres de personajes famosos o de leyendas, ¿porqué razón a éste le habían puesto el Tuerto? ¿Porqué no Lancelot, Yago o cuando menos Pedro? Porque el Tuerto carecía de antecedentes míticos.

El origen de su nombre obedecía a un incidente ocurrido durante su primigenia niñez, cuando él contaba apenas con cuatro meses después del alumbramiento, es decir a partir del momento en que su madre lo escupió al mundo por la vagina.

Resultó que un día lluvioso, la jefita del Tuerto salió a buscar una cubeta para sacar el agua que había escurrido por las hendiduras de las paredes de su casucha, y ocurrió que un sapo-toro se introdujo al hogar y subiose a la cuna de nuestro héroe y le orinó a éste la cara; recibiendo —no el batracio, sino el Tuerto— un chisguetazo de orines en el ojo derecho, quedando entonces gacho o caído el párpado. Razón por la que le apodaron el Tuerto.

Era la costumbre en la familia del Tuerto ponerle el nombre a los chamacos considerando los sucesos que se presentaban en el momento que llegaban al mundo. Uno de sus primos por el hecho de haber nacido en el preciso instante en que un perro defecaba fue bautizado con el nombre de Perro Cagando.

De todos los discípulos del filosofo metafísico Matías, el Tuerto era el más aventajado pero también el más soberbio y altanero.
Actuaba de esa manera porque no sabía cómo guiar su vida. A pesar de ser una persona inteligente se comportaba con frecuencia como un cretino ambicioso y revanchista. Le había robado un proyecto de tesis a un compañero de universidad e inescrupulosamente plagiaba párrafos extensos de textos de filósofos alemanes para conseguir becas y no trabajar. Se aprovechaba de los favores y no frecuentaba a sus familiares más que para pedirles dinero.

—"Es una lastima que nuestra hija se haya fijado en ese muchacho tan acomplejado e inestable —decía el padre de la Yajaira— O, ¿no es así, vieja?"

—"Si tú lo dices" --respondía resignada la madre—.

—"Pobre de mi niñita —parece que le ha caído el chagüistle con ese fulano."