Friday, December 20, 2013

MEROLICOS, BERREADORAS, ENCUERATRICES, PELOTEROS, PUTAS Y CABRONES SON LOS INTELECTUALES DE HOY

MEROLICOS, BERREADORAS, ENCUERATRICES, PELOTEROS, PUTAS Y CABRONES SON LOS INTELECTUALES DE HOY

Friday, August 31, 2012

Y ¿qué se puede esperar si hasta el Pato Zambrano es poeta!



Se dice que hay una fiebre de poetas en Tijuana, que hay mucha gente generando poesía.

—Puro jolgorio y tirimiba, eso es lo que hay. Irreverencias de libertinos que no traen ni siquiera un pingajo de poesía encarnada en el espíritu. Lo que pasa es que ya cualquier pendejo o pendeja ya se cree todo un diente del Parnaso.

—Gracias al negocio de la propaganda trinquetera cualquier cabrón llega a convertirse en poeta y hace pasar por poesía garridas transverberaciones. Ahora, nomás por puro morbo, echemos un vistazo al catálogo de trivialidades que adquieren un sabor de trascendencia, cuyos autores y autoras se vuelven una especie de asnos con herrajes de oro. Hay aquí ingredientes de sobra para condimentar un suculento puchero, por ejemplo grupo «Poeta-No lugar» (conformado por el Antonio Mercado, el Adrián Volt, la Ariadna Hitchel, el Josué Peñaloza, el Juan Salpri, la Luxia López, el Miguel Quivira, la Paty Blake y el Roberto Navarro, acurrucados en http://www.varia-creacion.blogspot.com/) «Las Lunas» (que es un trío de cretinas integrado por la Hadia Farfán, la Mónica Morales y la Sharon Vázquez, sitiadas en la página güeb: http://bitacoradeviajelunar.blogspot.com/), «Acanto y laurel» (un grupúsculo madroteado por la nefasta de la Aída Méndez y dos que tres padrotines más), el «Proyecto Editorial Existir» (a cargo del Gilberto Licona y su ganga andrógina), «Las Matronas» (a resultas de la Amaranta Caballero, el Pepe Vázquez, el Roberto Partida  y otras coladas), el «Tijuana Bloguita Front» (cofradía del Rafa Saavedra en la que resaltan mamertos como el Juan Carlos Reyna y el Erasmo Katarino Yépez).

 —Además de otros copleros de la verba vertical que andan rebotando de un lado a otro.

—Esta virulencia supuestamente poética no es otra cosa que una burda maniobra que se reparte a cachetes como el rosario de la aurora; una fórmula abstracta tan incomprensiva que puede tener cualquier significado. Esa es la descripción de la inmanencia que se teje pregonando fantasías. En extremo, la candidez que contiene la cantaleta boba «todos somos poetas» encierra una semántica de ultratumba que difumina cualquier diferencia; no hay clases sociales, da lo mismo estar de pie que de rodillas. No hay discernimiento entre pureza e impureza, tampoco redención; únicamente ambigüedad de Pigmalión y el marqués de Sade. El arte como la política, superficial.

—Y ¿el intelectual o el poeta?

—Ese güey se vuelve un nómada que carga su maletita de oxímoron deconstructivista, mostrándole al mundo su sonrisita de pensador ingenuo y astuto con disfraz de pendejo.

—Lirismo estéril, parálisis parmenídea. Todos son lo mismo o todos no son ellos. Las esencias preceden a la existencia; sin sustancia, sin verdad. Por eso el nodo esta en la poesía, en un lenguaje que no obedece más que a sus propias leyes. Homo sapiens, homo faber, homo ludens. O para decirlo como Wittgestein: la filosofía como forma artística. Por eso todos quieren ser alumnos de las musas. No hay punto de partida ni nada que expresar. La verdadera misión es exprimir la naranja hasta dejarla sin jugo; gimotear y echar lagrimones como garbanzos. La rentabilidad espiritual es lo de hoy, por eso todo es poesía. Montón de mierda que ni los propios poetas soportan.

—Y ¿qué se puede esperar si hasta el Pato Zambrano es poeta!

—Entonces, si a esas vamos ¿porqué no han de ser también poetas la Aída Méndez, la Petra Bonilla y medio centenar más de viejas locas? •

Thursday, August 30, 2012

volcancillos que eructan más pedorrera que poesía



LA FARFULLA DE LA VEHEMENCIA
[O AQUELLO QUE A DURAS PENAS PUEDE LLAMARSE POESÍA]

          Para las festividades programadas con motivo del «día del niño», los representantes de orfelinatos y casas de indigencia del estado de  Baja California le pidieron a la comunidad artística y cultural que les proporcionaran trescientas piezas de pollo (de preferencia doble pechuga y marca Bachoco); y la respuesta fue que los artistillos y promotores culturosos dijeron que no estaban en condiciones de cooperar con tal ayuda pollífera, pero argumentaron que si los menesteros pedigüeños  tenían la necesidad de 500 poetas, bien dispuestos estarían los miembros de las cofradías cultureras de servirles.

—Y cabe agregar que el aprovisionamiento lúdico estaría dotado entonces con la siguiente flota de aquiescentes ridiculones: el Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Alfonso García Cortez, el Erasmo Katarino Yépez,  el Tijuana Gringo (Charles Daniel Thomas), el Juan Martínez (el poeta que arrastra las patas), la Aída Méndez Flores, la Teresa López Avedoy, el Francisco Morales, el Horacio Ortiz Villacorta, el Juan Carlos Reyna, la Mónica Morales, el Adolfo Morales Moncada, la Paty Blake, la Julieta González Irgoyen, el Antonio Mercado, la Ariadna Hitchel, el Juan Salpri, la Luxia López, el Miguel Quivira, el Roberto Navarro,  la Hadia Farfán, la Paula Elena Castillo Hurtado, la Elizabeth Salcedo, la Diana Licéaga, la Miryam Ruiz, la Mariana Martínez, la Lorena Cienfuegos, la Sharon Vázquez, el Gilberto Licona, la Amaranta Caballero, el Roberto Partida, el Gerardo Navarro, la Mayra Luna, el Ricardo Mendoza, la Olga García, el Francisco Bustos, la Bibiana Padilla, la Paulina de la Cueva, la Rosa Espinoza, la Isabel Velázquez, La Jissel González, el Javier González Cárdenas, el Edmundo Lizardi, el Jorge Ortega, el Bruno Ruiz, la Alejandra Rioseco, la Elizabeth Algrávez, la Bibi Padilla, la Abril Castro, la Violeta Villavicencio, la Brenda Yáñez, el Pedro López Solís, el Omar Pimienta, el Eduardo Cong, la Jenny Donnovan, la Margarita Valencia, el Fidel Lucero, la Andrea Escudero Curiel, la Aglae Margalli, la Martha Edna Castillo, la Mara Longoria, la Alma Delia Martínez, la Adriana Sing, el Pedro Camacho, La Esalí (Estela Alicia López Lomas), la María Edma Gómez, la Ruth Vargas Leyva, la Ana María Fernández, entre otros volcancillos que eructan más pedorrera que poesía.

—Providencia de prestar servicio a la humanidad cuando el instinto de la necesidad los alumbra.

—Vaya forma de devolver el cadáver a la tierra •








Monday, August 27, 2012

¿ ERA UNA PENDEJA LA MONJA DE CHALCHICOMULA?



¿ ERA UNA PENDEJA LA MONJA DE CHALCHICOMULA?

Una amiga me platicó que Sor Juana era una pendeja que no sabía escribir.

—La que es una pendeja es ella.
—¿A poco a Sor Juana no le dio algún día por escribir puercas baratijas? 
—¿Como las que escriben las melolengas de «Apancho y laurel?»
—École.
—Que me saque de duda algún entendido en arte poética y pueda desentrañar la siguiente aporía: ¿lo que a continuación transcribo es poesía?

La monda 
era cuadrada
y un culo
la hizo redonda. 


—Quien diga que sí, sin duda, ganará fama por sus carencias intelectuales y su labor de quincallero. Escojo como botón otra muestra, y, ¿adivinen quién es la autora?

Hay una gran maravilla,
yo he sido de ella testigo:
¿sabes cuál es? ¿te digo?
ha parido la perrilla.


—El enjuague citado es de doña Juana de Asbaje, bastarda y oriunda de Chalchicomula, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz. Son unos versitos contenidos en el libro de José Pascual Buxó «El oráculo de los preguntones». Atribuido a Sor Juana Inés de la Cruz (El Equilibrista, México, 1991) armados bajo el formato de copla, y que ningún sorjuanista decente las tomaría por poesía. Antonio Alatorre calificó de boberías esos versos de la décima musa. De ello, Evodio Escalante opina lo siguiente: «No me atrevería, por supuesto, a calificar estos renglones como gran poesía, ni siquiera como poesía, a secas, cuando lo que se advierte es una versificación más o menos feliz».

— Ergo, mi buen, no todo lo que relumbra es oro, ni todo lo que blanquea es cocaína •

Sunday, August 26, 2012

¿Qué te pasa, pendejo? Si apenas me estoy poniendo sarazón. Ni borrando acho


—"Joven, ya vamos a cerrar el congal. Por favor, pague su cuenta y retírese."
—"¿Qué traes, pendejo? ¿No sabes quién soy yo?
—"No, señor. Ni me interesa saberlo" —contestó pausadamente el cantiner.
—"Soy el escritor más cabrón de Tijuas."
—"Mire, pues aunque usted sea el presidente de la República, el changarro se ha cerrado, y disculpe que ya no pueda servirle un trago más, lo siento."
—"Sírveme otro pisto, puto. Y no la hagas de pedo que la gallina es tuya —insistió— Apenas estoy agarrando avión, y tú me cortas la inspiración."
—"No, no se puede. Además, usted ya está muy pasado d copas."
—"¿Qué te pasa, pendejo? Si apenas me estoy poniendo sarazón. Ni borrando acho."
—"Se dice: ni borracho ando, güey" —intervino un parroquiano que se disponía a retirarse—.
—"Pues váyanse mucho a chingar a su madre todos" —dijo y, tambaleándose, emprendió su retirada vociferando incoherencias—.

Tu clítoris es una flor que mata mi tristeza

¡Puta madre! Mi signo del zodiaco es un feto ya podrido. No hay cosa más mala que un escupitajo de Dios. No sé cómo deshacerme de mis sueños; hace días que los escondo bajo la almohada y me persiguen. Me gusta caminar por tus caderas; bailar sobre tu enorme trasero. Me gustan más tus tetas que tu espíritu. El único patrimonio que tengo son tus nalgas. Cuando no estés contenta pellízcate los pezones. Yo te besaré las ingles; lo demás es cuestión de hormonas y semen. Muérdeme el cuello y quítame la tanga. Siento que ardo. Tu clítoris es una flor que mata mi tristeza. —Entonces, ¿qué chingados quieres, baboso? —Yo nada, beibi... (tengo que aprovechar la oportunidad, pensó el lujurioso).

Tuesday, August 21, 2012

EMOS O CHAMACOS DE "COSTUMBRES" EUROPEAS



EMOS  O CHAMACOS DE "COSTUMBRES" EUROPEAS

Resulta una obviedad decir que una fotografía siempre proyecta un mensaje; sus imágenes constituyen una fuente emisora de  ideas, situaciones, acontecimientos, estilos, modos de vida. La fotografía muestra un par de jóvenes adolescentes que, por las características de la moda que siguen, la utilización de sus atuendos, el color de sus ropas, adornos, etcétera, reflejan algo que está más allá de un modo de vida estilizado. Es decir, la foto de esos jóvenes comunica un caso corriente tomado de la vida real que se centra en un momento histórico de una nueva generación de adolescentes que, por medio de lo estrafalario y lo “raro”, buscan o pretenden llamar atención de la sociedad adulta, pero al mismo tiempo, y de manera contradictoria, muestran su rechazo, su oposición y su falta de disposición para adaptarse a la vida ordinaria o digamos “normal” en que se desenvuelven y actúan las personas comunes y corrientes. Uno de los aspectos centrales en ellos suelen ser interacciones sociales que de modo muy particular lo convierte en un grupo gregario, es decir, una tribu social que se obsesiona por sus propias formas de ver la vida y, por otra parte, las actitudes de comportamiento “airado” y de melancolía que reflejan sus rostros, y del cual se deduce una evasión de sí mismos, un individualismo y un nihilismo (apatía a un compromiso, moral, político o social) bastante marcado. Por último, la imagen manifiesta la disolución paulatina del estereotipo de hombre tradicional, pues debido a su androginia poco se distingue quién es el hombre y quien es la mujer.

—La interpretación que hace de los reflejos emocionales me parece muy objetiva; yo le agregaría que también manifiesta la disolución paulatina del estereotipo del hombre tradicional en las nuevas generaciones, pues me parece que poco se distingue quien es el hombre y quien es la mujer.

—Es cierto. Son jotitos andróginos y muchos de ellos no saben que son puñales (o sea, chamacos de "costumbres" europeas, como decía mi agüela). Pero por mí que revienten los cabrones... Jajajaja...
—Hay videos donde se ve como fueron tratados por otras tribus urbanas como los dark y los skeit, hasta mataron algunos. Me parece que los emos reflejan una sociedad hueca, sin rumbo en todo sentido porque ya no hay reinvención.

—En efecto, licenciada. Y la única esperanza que les queda a esos pobres cabrones es nada más y nada menos que el terrorismo sicológico del Charcomen... Jajaja...

—Pólux, ¿te siguen los emos? Mira que tienen tendencias suicidas, no vayan a cargar tu relajada conciencia.

—Jajajaja... Te pasas de chorizo, conchis...

Sunday, September 09, 2007

REGÜELDOS TERTULEROS O LA DEFORMACIÓN DE LOS HÉROES LITERARIOS DE LA FRONTERA NORTE DE MÉXICO




REGÜELDOS TERTULEROS
O LA DEFORMACIÓN DE LOS HÉROES LITERARIOS DE LA FRONTERA NORTE DE MÉXICO



blognovela




PREPUCIO SOLAPERO


Se trata de un corpus anecdótico de los aconteceres, peripecias y chocoaventuras de la gente culturosa de esta frontera norte —y por supuesto que desautorizado por quienes fungen como referentes o materia prima—; escritores, escritoretes, poetas, seudopoetas, gacetilleros, lorocutores y demás fauna que le hace a la artisteada y al espectáculo cultural. Pura descripción inmoderada cuyos personajes —que pertenecen al ámbito de lo real, pero desfigurado— forman un ser colectivo amalgamado en un serie de encuentros tertuleros en los que se han dado cita personajes pertenecientes a la fauna literaria y seudoliteraria de la frontera norte de México y alguno que otro punto circunvecino. Figuran en este anecdotario gente como la Esalí, el Cholólogo Manuel Valenzuela, la Aída Méndez, la Rosina Conde, el Luperco Castillo Udiarte, el Daniel Serrano, la Cristina Rivera Garza, el Rafa Saavedra, el Erasmo Katarino Yépez, el Leobardo Sarabia, el Luis Humberto Crosthwaite, el Jean Bruce Novoa, el Martín Romero, la Elizabeth Algrávez, el Mauricio Ramos, el Raúl Rincón Meza, el Daniel Salinas, el Alfonso García Cortez, el Fausto Ovalle, la Karina Muñoz, la Mélida Ojeda, el Gabriel Trujillo Muñoz, la Olimpia Ramírez, el Narciso Genovese, la Elizabeth Cazessús, el Daniel Charles Thomas, la Julieta González Irigoyen, el Hugo Salcedo, el Enrique Trejo, el Gilberto Zúñiga, el Edmundo Lizardi, el Thomas Di Bella, el Sergio Gómez Montero, el Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, el Milton Valenzuela, el Sergio Romel Alfonso, el Mario Ortiz Villacorta, el Mark Weiss, el Francisco Morales, el Omar Pimienta, el Adolfo Morales Moncada, la Gabriela Olivares Torres, el Gilberto Licona, el Horacio Ortiz Villacorta, el Noé Carrillo, la Paty Blake, el Jaime Cháidez Bonilla, el Juan Martínez, el Jorge Ortega, el Raúl Acevedo Savín y un longo etcétera más.






«De aquel rincón manaba el chorro de los ecos,
aquí abría su puerta a dos fantasmas el espejo,
allí crujió la grávida cama de los suplicios,
por allá entraba el sol a redimirnos»
Gilberto Owen





Si no le gusta a usted lo que escribo,
a ver, ¿dónde están los argumentos suyos?,
¿dónde esta su novela, su cuento, su ensayo,
su concepción filosófica, su poema?
¿Dónde está, hijo de la chingada?

Rubén Vizcaíno Valencia







CAPÍTULO I

MIS DELIRIOS ELECTRÓNICOS NO TIENEN EXPIACIÓN


Comenzaré esta cávila en términos pegebeanos, es decir anafóricos en estilo «Nortec». Antes del blog, nada me producía más placer que escribir para no publicar. Nada de lo que yo había conocido o experimentado produjo en mí tanto placer; y la más grande fascinación era guardar todo aquello que fluía del acto escritural. Nunca antes había sentido nada igual a eso. Aunque a veces creyera que «la vida no valía nada», como cantaba aquel borrachín, mión y llorón. Y yo vivía en un «mundo raro» —como el de los afamados "narcojuniors"— y, sin darme cuenta, un día —que no se parecía ni era igual a ningún otro— aprendí a escribir y luego aparecí en la teta de vidrio con un loop relativamente capado, denominado el «Charkito», un loop eterno (y que dura hasta que se acaba). Mi vida de escritor, que era toda anónima o nebulosa para la publicidad, se difuminó gracias a los voyeristas lectores. Y así empezó mi trayectoria bloguera-literaria; y mi repertorio incluyó un variado coctel de temas escritos desde este fucky town, love to love your ass with cagada of witlacoche, y con todos esos delirios sonoros del espíritu de un frijol (o sea un jediondo y ruidoso pedo); esos fascinantes sonidos, cálidos, gordos y sucios; derivados de los deseos provocadoramente pozoleros, cacaguateros y tamaleros, muy ad hoc con el tecno/newage de «Nortec». Tanto apreciamos a los entusiastas de las sonoras flatulencias que se producen debido a la inestabilidad gaseosa de los componentes alimenticios podridos por la circuitería estomacal; simbología NSP (o séase, native signal processing), para ser más exacto; un emulador de la síntetis caquina a través del modelado físico virtual de la cornetilla burlesca y pitorrera que anuncia ¡prrrrrrfffff! •




CAPÍTULO II

LA CHUCHIS Y LA MARA PREFIEREN A EMPEDÓCLES


Serían más o menos las once de la larache, cuando divisé dos bultos con patas que se movían en dirección a mi cantona. Ah, son estas rucas, dije —sin pronunciar palabra— al momento que guaché en corto quiénes eran las visitantes. Las reconocí en caliente, la Chuchis y la Mara, una cabra con zapatillas y una cochi con livais; estudiantes (jejé), las donas, de la escuela de humanidades, escuelantes de la carrera de letras hispánicas de la Güeva (UABC).

—¿Qué pedo, morras? ¿Qué milagros que se dejan caer por estos laredos? Cincho que nomás vienen a pedirme que les haga un pariente —les dije, en cura, mientras las saludaba con la baisa a través del vidrio de la ventana del chante.
—¡Déjate de mamadas y ábrenos la tápuer, baboso! —gritó la Chuchis, y agregando—: ¡Apúrate, que casi me orino en las pantaletas!
—Estas jainas vienen hasta la madre de trobas —murmuré en soliloquio. Al entrar al chante quisieron saludarme de a besito en el cachete y les paré de volada los tacos.
—¡Sáquense a la gáver, morras! ¡Les jiede un chingo el hocico a soyate! Con el puro tufo que train ya me puse pedo, cabronas.
—No seas mamón, güey —respingó la Mara, mientras, en suplencia del beso negado, me tiraba un tarascazo a los güevos.
—¡Aguanta, culera, te va a torcer mi ruca!
—¿Qué no estabas ya divorciado?

Iba yo a decirle que niguas, cuando la otra jaina pregunta dónde está el toliro.

—Por el pasillo y en la primera puerta de la derecha —le contesté—. Y ponte trucha; atínale a la taza. Ah, y no vayas a salir con tus corrientadas; cuando te limpies la pucha no tires los papeles en el piso. Ya te conozco cómo eres, culera.
—¡Apúrate, pinche perra, que yo también tengo pepa! Meando miando —le grita la Mara a su amigocha.
La Chuchis entra luego que la Mara sale del toliro, y aquella no tarda en salir disparada, tapándose con una baisa la nariz, y diciéndole a su acople:

—¡Ay, cabrona, estás podrida! Cuando comas guacho quítale las botas.

Pasada la algarabía y luego que se acomodan en el sofá, haciéndoles campo a sus nalgas —llenas de estrías y celulitis, valga decir— en el lugar donde rolan mis dos gatos, e inquiero de nueva cuenta a las jainas:

—Y ¿qué pedo con ustedes?, ¿qué flatulencia existencial las trae por aquí?
—Ninguno, cabrón. Venimos a invitarte una botella de pisto que nos jambamos hace un rato en una estación de radio. Guacha la macuana. Te van a salir jiotes en el hocico en cuanto le des el primer chato.
—Bájale. Nos es pa tanto. ¿De una Malta? Veo que ya pegaron un salto cualitativo; de Tonayita y Viva Villa brincaron a soyate clasemediero. Hasta se parecen a Luis Humberto Crosthwaite.
—¿A poco ese güey nomás de ese pisto mama? —pregunta una de las interlocutoras.
—Eso dice el bato. Pero a lo mejor, ya muy picado y punto pacheco, el batillo le entra a cualquier clase de agualoca que le aflojen.
—Cincho —comenta la Chuchis— está como la actricilla Raquel Presa, quien muy chucha llegó a un páry nalgueándosela que ella fumaba exclusivamente cigarros de la marcac Virginia Slim; y, a eso de las dos de la baraña, ya sin tabiros y en plena malilla de nicotina, la ruca terminó como vil chacuaca fumándose los Faritos de sus compas morraleros.
—Bueno, morras, chinguémonos la botella de cuacha pa engorilarnos. Pero díganme la neta, aparte del chupe, ¿a qué otra cosa vienen?
—Te la vamos a cantar al chile, bato —me dice la Chuchis—. En la estación de radio a donde fuimos, también no jambamos un caset que tiene grabadas dos entrevistas y queremos saber quiénes son los batos entrevistados.
—¿Son escritores? —pregunto.
—Simón —contestan las dos al unísono.
—prendan la gabacha y pongan el teip, pues.
—Sobres y zas •


CAPÍTULO III

SIEMPRE CREÍ QUE YO ERA UN PERFECTO PENDEJO

¿Porqué empezó usted a escribir ensayo?

—Yo ya era un novelista chingón, ya había alcanzado fama, había publicado un chingo de cosas y tan tan tan... Y resulta que Fulana de Tal y Perengana, y otras viejas pendejas, hijas de la chingada, simplemente ahorita se creen muy famosillas porque dizque son intelectuales. Pobres pendejas, pinchis tontas, quieren comerse el mundo de una mordida. Que se vayan a chingar a sus madres. Aquí yo soy el chingón.
—¿Porqué dice eso?
—¿Cómo que porqué lo digo? Porque es muy hermoso que uno vaya por la calle y que digan: "Mira, ahí va Fulano de Tal", y se salgan de la banqueta para usted pase. ¡No sea pendejo!
—Ah, ¿usted es de ésos?
—¡Sí, de ésos soy, cabrón! ¿Qué está mal, o qué chingado? ¿Qué le pasa?
—No, nada.

[El entrevistador va trazando toda la teoría del cabrón a quien entrevista. O sea, el que hace la entrevista es un crítico de arte, es un experto, un conocedor de la vida y obra del escritor. Agarra al entrevistado y lo encuera, lo pone en jaque al hijo de la chingada. Algunas entrevistas son muy buenas, hay personajes extraordinariamente importantes]

—¿Qué se siente ser un escritor famoso y qué opina de su novela que se ha vendido de una manera tan sorprendente?
—Yo nunca creí que valía para madres. Siempre creí que era yo un perfecto pendejo, un callejero, vulgar y la chingada. Escribí de cómo me estaba cogiendo a mi mujer porque, ¡pinchi vieja!, se fue a chingar a su madre. Y pensé: "¡Vas a ver, hija de la chingada!", Y tun tun tun, me aventé la novela. Escribí todo; de cómo la cogía, de cómo me la mamaba... Y resulta que, de pronto, ¡pum!, es un «best séler» mundial, ¡hijo de la chingada!, millones de libros vendidos. ¡Ay, pero cómo, si nomás fueron puras mamadas y cogidas lo que escribí! ¡Pero cómo fue posible! ¡A la verga! Y me fui a esconder abochornado ¡Qué no me conozca nadie! Y fui a dar a París. En parís quedé yo como un pendejo, no sabía dónde andaba. Pero me junté con unos cabrones gringos que allí estaban y entré al desmadre. Por cierto, no quería yo ni hablar francés para no cagarla. Luego empecé a escribir otras cosas. Pero yo no quería esto.
—Y ¿ahora qué piensa usted?
—Pues yo, ahora, considero que como escritor valgo madre, que soy nadie, que no valgo nada, y que no merezco tener el estatus de escritor importante que hoy me han dado.
—Pero si es usted, no solamente es el escritor más famoso que hay en este país hoy en día, sino que, además, es el antecedente inmediato y directo de la literatura actual en la franja norte de México.
—Pues a mí me vale madre. La verdad es que me siento, más que escritor, un hombre que se ha sacado la lotería. Y estoy aquí de puro suertazo. Esa es la realidad. Ni siquiera pensaba publicar mis cosas porque creía que valían un carajo.
—Los críticos dicen que usted es un pornógrafo.
—De esas cosas sí no quiero hablar. Pero es cierto que sí son cosas vulgares, corrientes.

Luego que concluye la grabación apachurró el botón del estop del aparato y me quedo con un signo de interrogación en la chompeta •





CAPÍTULO IV

LA BANALIDAD Y UN POMO DE AGUA DE FUEGO


Si no sé qué color tiene el viento sosegado, menos voy a saber quiénes son los tipos parladores de las entrevistas de marras. A mí que no me pongan a parir chayotes. Ese jale es para el «Guálter Changarro» o pa «Brujo mayor».

Continuó la libada hasta el amanecer, exprimiendo la botella de Malta. Luego que cutió el pomo de agua de fuego que las morras me invitaron, en forma bestial nos zampamos una pata de elefante de brandy Don Pedo. El pisto en las tripas parecía un escudo contra la angustia, mierda líquida capaz de volver budista a cualquier marxista ortodoxo. Terminamos como zoófagos ortópteros, es decir como campamochas fumigadas. Yo, ya muy pedo, les recriminaba a las rucas que, tanto ellas como la mayor parte de la pelusa coetánea, nacida a partir de los años setenta, se encuentran marcadas (formadas, guiadas, mediatizadas) ideológica y culturalmente por las directrices de una moda que se impuso en México como la más absurda y la más estúpida de todas las que han surgido en América Latina. Se llama: el «Chavo del ocho». En otras palabras, la banalidad.

—Neta que sí —decía una de las jainas—. Porque ante la impotencia, ante la incapacidad de los mexicanos para cambiar este estado de cosas lacerante, ante la aberración de los crímenes cometidos contra los jóvenes que nos antecedieron, ante la cerrazón de los caminos de un buen porvenir, ante la falta de espíritu para hacer frente al este pinche fatalismo aterrador, apareció la banalidad.
—¡Qué culero! Entonces ¿no nos queda otra salida que jondear perros de las colas?
—Somos una generación de tarados extremos embaucados por gurús mediáticos con promesas que no pasan de ser precisamente eso: promesas, porque las promesas cuando se cumplen, mueren.
—Prometer hasta meter y después de haber metido, nada de lo prometido.
—Oye, Mara —le dice la Chuchis a su patiña, dándole otro giro a la parola—. Deberías chuparte un limón para quitarte esa cara de puta satisfecha que te cargas. ¿Qué va a pensar tu marido cuando te vea llegar así?
—¡Cállate, pendeja! Perpetua menstruadora.

Las rucas, ya muy tecolinas, están casi a punto de liarse a trompos.

—¡Calmadas, morras! ¡Déjense de babosadas! Si siguen así, van a terminar como las novias que botaba Luis Miguel.
—¿Cómo? —pregunta una de ellas.
—Alcohólicas y deprimidas •


CAPÍTULO V

EL MARQUÉS DE LA COLONIA LIBERTAD


Arreglado el enjuague, las rucas empezaron a blablar de dos tres escritorcillos tijuaneros, de ésos que se dedican a cultivar la majadería sistematizada y que endosan a sus lectores idiotas (en calidad —según ellos— de lucubraciones filosóficas), confusiones conceptuales. Y siendo, primeramente, tema de la comidilla un profesor de la escuela de humanidades; un tipo de nombre Mauricio Ramos, a quien la Chuchis y la Mara apodan el «Marqués de la colonia Libertad», y que semanalmente hace las veces de escribano perturbado por los avatares del la posmodernidad friolera en una de las páginas del suplemento «Identidad», anexo dominical del periódico «El Mexicuin».

—Ese desventurado ratón académico —arrecia a bocajarro una de las nenas, creo que la Mara—, debería encarrilar su escritura hacia la crítica verdaderamente cuestionadora, destructora, disolvente y subversiva. Pero no, prefiere escribir textos edulcorados con una prosa confeccionada con fórmulas magistrales que sólo se consigue entender mediante el uso de un artefacto desencriptador de mensajes ocultos. Cada vez que leo sus artículos publicados en el suplemento cultural de «El Mexicuin», siento que el cerebro se me hace chicle. Parece que el bato desprecia el sentido común de la gente normal (de cultura media aritmética) que busca leer cosas digeribles y aterrizables en la realidad concreta. Sus textos sugieren una invitación a no leer. En lo que a mí respecta, debo confesar que por más esfuerzos denodados que hago, yo, al bato, no le entiendo ni mais. Es tan nebuloso. El único texto de él que pude medio entender fue uno que escribió para echarle porras a la sexóloga morbosa Anabel Ochoa, a propósito del libro «Versiones y Perversiones» que la ruca presentó en «la Feria el Libro», nomeacuerdocuándo.
—Lo que pasa contigo, morra —le digo—, es que tú no le entiendes al bato porque los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo, como decia Güigüestein.
—Vijéstein, pendejo.
—Lo cual quiere decir que tu cerebro de pulga no intelige lo que el batillo expone.
—No —interviene la otrora fémina—. Lo que pasa es que el men de esa manera boicotea a los que no pertenecen a su clan. Sus bodrios son tan insoportables que nadie los lee. Y, la verdad, sus mónadas narrativas me aburren.
—Independiente de lo que especulemos acerca del «Marqués de la colonia Libertad», el bato a veces escribe cosas chingonas —digo yo—. Particularmente, a mí me laiquió un texto suyo que trata sobre el tema del onanismo. Creo que Ramos, antes que filósofo es un estilista. Se me figura que el batillo escribe para pulirse, para adquirir un estilo, y, además deduzco que es un discípulo de Schopenhauer, pues le da mucha cancha a este pesimista paniqueado que dormía con un revólver bajo la almohada.
—Pues déjame decirte, chulito, que yo solamente lo recordaré en una fosa del Infierno —dice la Mara, un poco resentida.
—Es que el bato, cuando era tu profesor, te reprobó por pendeja.
—¡Jajaja! •





CAPÍTULO VI

UN TOPO ACADÉMICO AL SERVICIO DE LA ULTRADERECH
A

Lo que sea de cada quién —concluyo—, el Mauricio Ramos hace su luchita y, al menos, se porta decentemente cuando escribe, pues se digna a citar sus fuentes teóricas.

—Neta que sí —arguye la Mara—. No actúa chapuceramente como ese merolico de la escritura apellidado Yépez, quien con sus baraturas conceptuales pretende dar abolengo de aristocracia cultural a una asociación de aventureros.
—Y pensar que hay babiecas que le festejan sus enredos metafísicos, su verborrea desbozalada.
—Pero... en el maloliente pantano del medio intelectualoide, el bato es considerado un heteróclito —digo a las rucas.
—¡Bah! En realidad no es más que un impúdico fusilero, arribista y conspicuo neoliberal de una calaña tal, donde el servilismo, la audacia y el oportunismo sin límites parecen ser los principales requisitos (necesarios) para vivir de becario y lograr que su infantilismo seudofilosófico emprenda camino hacia prensas.
—¿Para qué le publican libros si ni siquiera se venden? —alega la Chuchis—. Hará cosa de una sema que fui a la librería El Día y, por curiosidad, le pregunté al morro que ahí despacha, si los libros del Yépez tenían demanda, y el güey (creo que se llama Oscarín) me contestó que a duras penas se vende uno o dos cada vez que viene al papa México. Nadie los compra, a parte que están carísimos. Cién varos. El chalán del don Alfonso López (macizo de la librería), también me soltó la sopa que los únicos libros (de escritores tijuaneños) que sí se venden son los del Luis Humberto Crosthwaite. Los demás, se están mosquiando.
—¿A poco, tú?
—Pedo serio, carnal. No pienses que suelto la lengua de barbas. Si no me crees, pregunta pa que confirmes que mi túrica es neta.
—No hace falta, morra. Te creo lo que dices. Yo también sé cómo corre el agua.
—¡Ah!, pero no sabes que el Yépez es un mozo de estoques de la «Compañía», dice la Mara, mientras pela tamaños ojotes de borrego ahorcado y hace fintas de torero—. Ésta no te la sabías, bróder.
—¡No mames! Eso no es cierto.
—Ohhhhh. Pregúntale a la Chuchis.
—Es verdad —dice la otra jaina.
—Son jaladas de ustedes. Ahora sí que se mancharon, como dicen los chilangos. Sí creo que el bato se porta como un fariseo izquierdoso, y que también es un plagiador. Pero... eso que dicen del güey está cabrón. Si el bato es un pobre diablo, un pobre pendejete.
—Eso es lo que tú piensas, carnalito —dice una de las jainas—. Es oreja de la CIA. Su chamba es ponerle el dedo a intelectuales y escritores subversivos y renegados que maman del sistema.
—No la...
—Pues sí la...
—¿Cómo la ves con el birote?
—No, pos ta grueso.
—Es un topo académico al servicio de la ultraderecha, inmiscuido con la facción más reaccionaria. Hace como que patea el pesebre pero es puro pancho.
—No les creo ni madres.
—Podríamos seguir señalando un rosario pormenores acerca de ese güey, pero ya se acabó el pisto. Y a falta de motivación etílica nosotras ya le vamos a poner Jorge al niño. Nuestros maridos deben estar emputadísimos. Así que ai te ves.

Acto seguido, las jainas se abrieron tarareando la rola "y nos dieron las diez y la once, las doce y la una...". Yo recogí los cadáveres del pisto y me fui a planchar oreja •


CAPÍTULO VII

VIZCAÍNO Y LOS PORROS DEL VIRREY EN TURNO


No pocos intelectuales que se las nalguean de izquierdosos y "progresistas" tacharon de conservador y reaccionario al pro Rubén Vizcaíno. Se referían a él como un camaleón de la política.

—Puede que hayan tenido razón. Porque suele suceder que ciertas personas, creyendo que obra dentro de los parámetros del bien común, son vilmente manipuladas sin revirar no darse tinta que son usadas como cuñas del sistema de dominio clasista. Y, a pesar del ingenio o de la portentosa capacidad mental de discernimiento que puedan tener, cometen errores pensando que obran de acuerdo con sus convicciones, cuando no son más que marionetas. Sin embargo, el profe, y de eso no hay duda, durante su longa vida dio más coletazos en la política cultural de Baja California que toda esa pinche pandilla de revisionistas y deformadores del materialismo dialéctico que vulgarizaron y maldigirieron el pensamiento de los clásicos del marxismo. Fijemos en cuántos hijos de la chingada se han entregado a la reacción, seducidos por las prebendas del prestigio y la comodidad. Echemos un vistazo a los retratos que van de Luis Echeverría al Neto Zedillo, o del ignorante del Fox, y dense cuenta toda la gusanería de intelectuales coptados por el régimen prianista. La lista es larga, mencionaré unos cuantos: Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Carlos Monsiváis, José Luis Martínez, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze. Y los mediocres llenan toneladas de papel, por ejemplo: Rafael Tovar y de Teresa, Sari Bermúdez, Sarmiento... Pero mejor ahí le paro, no quiero seguir atestando páginas de cuchupleteros.
—Me cae que sí. Vizcaíno ha sido uno de los intelectuales telúricos que lanzó encarnizadas protestas en sus escritos. Y, es más, pa qué le sigo. El ruco no tiene necesidad de que ningún cabrón lo defienda y hable por él. Me limitaré, entonces a lo siguiente, que es, a fin de cuentas, adonde yo quería llegar.
—Uhhhhh. Tanto pedo pa cagar aguado.
—Hace años, como a principios de los ochenta, una parvada de porros y mandaderos del gobierno municipal-estatal, tumbaron a putazos la puerta del cantón del profe Rubén. ¿La razón? Es que el ruco publicó un artículo en el que repudiaba el hecho de que la nueva Torre de Agua Caliente, construida donde finaliza el tango de la ciudad, no podía concebirse (a ojos moralinos de don Rubén, claro está) como un símbolo representativo de Tijuana.
—En realidad lo que se construyó, por mandato y pecunio de los fariseos tijuanenses, fue una réplica de la antigua torre de control que servía para guiar el aterrizaje de la avioneta de Al Capone, durante la época de la ley seca.
—Bueno, como te venía blablablando, y en dicho articulejo el profe manifestó agriamente su inconformidad en el sentido de que tal chingadera no representaba un símbolo emblemático para los tijuanenses. Para los virreyes y caciquitos vendepatrias que, en aquel entonces, desgobernaban el estado y el municipio, lo manifestado por el profe no les agradó y les cayó como patada en los güevos. Y, entonces, que le mandan achichincles para paniquearlo y saquearle su chante. Pero el atropello ni lo tibió al ruco. Pues, a pesar de la culerada gobiernista, Vizcaíno no bajo la guardia; continuó firme en sus trece, tirándoles más cagada •





CAPÍTULO VIII

CRISTINA RIVERA GARZA SE LA FUMA EN FOCO


Ante un puñado de mequetrefes culturalosos, el jueves 15 de abril de 2004, la agnada de Carlos Fuentes, Cristina Rivera Garza, matrona mayor de la recua de varones castrados y de penes desmontables que regentean la toalla de menstruación llamada «La Línea», presentó en la sala de lecturas del CECUT su novela «Lo anterior». La gacetillera Gabriela Olivares Torres, quien se encarga de adobar reseñitas panocheras del mundo culturaloide en el periódico el ZETA, apuntó los escupitajos que lanzó la tal Rivera respecto al acto escritural, que más parecen haber salido de la boca del Chuy González o del marido de la señora Marta Según.

—¿Ésa que se quedaba con nuestra morralla en los supermercados?
—Simón. Pues parece que sus palabras salieron de un ignorante macuarro y no de alguien que se precia de ser una verdadera intelectual o académica. Serpenteando la lengua dijo la galardonada con el premio «Sor Juana Inés de la Cruz» (y denigrando, desde luego, a la monja jerónima) esto que reproduzco, vertido en el semanario de marras número 1568, correspondiente a la edición del 16 al 22 de abril de 2004:

Advertencia advertida: las anotaciones en corchetes son cortesía de la casa.

"a la escritura uno la descubre escribiendo"
[por si no lo sabían, cabrones; y el agua siempre está mojada]
"y uno de los momentos"
[para usar una palabrita mamona muy de moda]
"epifánicos de la escritura es aquel en que uno descubre lo que sólo la escritura puede ofrecer, en otras palabras, un proceso de desconocimiento"
[pues lo será para ti, mi amor y para el tropel de enanitas ridículas que te rinden pleitesía; más no para miguelito].

—Lo que suelta la ruca, a leguas se ve que no es otra cosa que una ocurrencia mariguanil; ¿habrá fumado margayate en compañía de los cristaleros de la Bondojito?
—Qué falta de criterio literario. O sea que la ruca nos está diciendo que la escritura es un proceso de empobrecimiento de la mente, una renuncia del «yo» a la doxa y a la episteme; dicho en metáfora, que el saber sea como una pata de burro. Sigamos los consejos de la Garza: hagámonos ignorantes, enfermos y débiles mentales para ser buenos escritores. ¿Y el yo pienso, el yo opino, el yo considero, y demás muletillas del escritor, dónde quedan? ¿Es el escritor un irracional o paladín de las palabras oscuras?
—Claro que no, porque el acto de la escritura consiste en columbrar un conocimiento que antes no existía, iluminar con súbita intuición las zonas desconocidas (epífora, en palabras de Paul Ricoeur). Desde Aristóteles —por su libro« Poética»— sabemos que no sólo por vía del rigor racional se origina el conocimiento, sino también por vía de un acto estilístico de intuición como suele ser la elaboración de metáforas. Todo lo contrario a lo que la jaina brama, escribir implica poseer un pensamiento crítico y una independencia intelectual; lo afirma gente como Montaigne, Einstein, María Zambrano y Chomsky; y lo demuestran novelistas como Proust y Sábato
—Cincho que la ruca, de esas bolitas de saliva son las que les tira a sus alumnos pochos y gabardos en la Universidad de San Diego.
—Ay, dichosa María; no hay otra como ella, que tuvo al mesías y quedó doncella.
—No bastando lo anterior, la "epifánica" novelista afirma con la mayor frescura:

"la novela es el juguete rabioso por excelencia"
[ajá, muy parecido al perrito chihuahueño que mi carnala le compró a mi sobrino el Cacaguate, y, porque no le pusieron la vacuna antirrábica, después el pobre animalito andaba echando espumarajo por el hocico],
"es su propio proceso de desconocimiento"
[otra vez la burra al trigo].
"Si no fuera así, escribir novelas sería aburridísimo"
[pues ya estarías con un carrito de elotes cocidos, troquelándolos afuera del La «Bola» o de la Casa de la Cultura; sería divertidísimo verte de microchangarrera] "y no hay peor crimen que el aburrimiento"
[¿y los crímenes perpetrados en contra de las rucas de Juárez, qué?].

—Ahora resulta que el relato extenso, narrado generalmente en prosa por medio de un encadenamiento de acciones, y cuyo sustrato es la ficción, para la señora Rivera Garza equivale a un pinche juguete rabioso que sólo sirve para divertir y entretener a pendejos que se aburren al escribirla o leerla.
—Oh, Dios mío, ¿no podrías ser tú quien pasara la noche con ella?
—A estas alturas la ruca, cinchado el venado que debe ser la hazmerreír de sus vecinos y de la tropilla de culturosos con que se codea. Como escribiera Armando Tejada Gómez en su poema la Sudestada: Desde que don Cristóbal encalló en esta orilla, todo fue enredo aquí, puerta del limbo, todo fue confusión y mal parido. ¡Qué sumidero!
—Y que conste que yo no la premié •



CAPÍTULO IX

EL YAHÍR DE LAS LETRAS TIJUANENSES


¿Porqué Dios no hizo más seres tan encantadores como éste? He aquí la máquina trituradora:

«Por mi parte, me especializo en literatura norteamericana, he leído toneladas de literatura europea clásica y moderna, filosofía occidental toda mi vida, pero basta conocerse a uno mismo, indagar de dónde venimos, quiénes somos actualmente, para darse cuenta que somos tan o más fuertes».

—Ni quien lo dude, la teoría es la madre del Yépez; de ella se alimenta sin cesar. Con ella mantiene una relación homotética. La idealización maternal del discurso literario constituye su percepción del mundo. Por eso odia a su padre, principal enemigo al que debe combatir; porque es quien se ha chingado a su madre. Y por nada del mundo la abandona; es su referencia permanente. Y cuidado con molestar a esa omnipresente mujer. Y al no tener más ojos y corazón que para la madre, posiblemente eso explica la ausencia de toda relación sexual con las féminas; su abstinencia sexual es la garantía de la fidelidad hacia la mujer-madre. Más vale para él alejarse de las mujeres y renunciar al deseo de hacer vida marital; razón por la cual sus noviazgos no duran mucho tiempo.
—Pero ¿qué pasa, entonces, con la inquietante pulsión del órgano genital?
—Dos boletos tiene para disfrutar del goce sexual: la represión y la masturbación. Para el «Yahír de las letras tijuanenses» no hay nada más consolador que jalarle el buche al güíjolo. Vean cómo se procura la autosatisfacción mientras garrapatea sus jactanciosas estupideces:

«Soy un pervertido. La gente me pide textos, o yo los escribo para mí mismo, y luego los entrego (ensayitos, cuentitos, pendejadas de ese tipo) y al releerlos me despreocupo. No quedaron en ellos señales de que los escribí mientras estaba sexualmente excitado, calentando a alguien, masturbándome, siempre todo en un juego o desliz de provocación, deliciosa demora o alcance de los orgasmos».
—Y no andan muy errados los que afirman que el Erasmo Katarino Yépez se quedó parqueado la edad puñetera de la secundaria; en la etapa de puberto retraído; en la fase de un morro que aún trae cargando en su mochila existencialista los desvaríos hormonales, acrisolados en una multiplicidad de puñetas nocturnas que lo inspiran a fraguar sus contestatarios berridos. Y La fidelidad a la madre, preservada a golpe de manuela, le acarrea al Erasmo Katarino Yépez experiencias de amores desgraciados, fracaso con las mujeres
—O sea que ¿le resulta imposible mantener una relación con alguna de ellas?
—Simona la cacariza. Porque la ternura y devoción hacia la madre no le permiten establecer un romance duradero. Se encuentra tan identificado en condición de dependencia con la madre que tal adicción filial representa para él la fuente y origen de su poder; separarse de ella es perder el dominio sobre el mundo, dominio que se materializa haciendo sufrir a las mujeres y propinándoles sendas golpizas. Así se define: «No soy más que un ridículo fuete farfullando». Y en efecto, guachen lo que sigue:

«No me está oculto que soy un escritor para varones. Hay muy poco en mí que pueda interesar o conservar a la lectora, la escasa lectora. Suelo practicar la violencia verbal. En muchos sentidos, lo que escribo es casi siempre una alabanza a la emboscada o la agresividad lingüística—comenzando por la relación abusiva que establezco con el lector».

Además, hasta el individuo que lee sus cochinos galimatías termina pagando el pato:

«Me dirijo al lector como quien se dirige a un perro. Lector, obedece. Los lectores me escriben cartas o me saludan. Caballeros que demandan atención. Son serviles o exigentes, tratan de ser tus pares o cómplices. Cuando leen la señal de la depresión emocional en este sitio o en algún otro, me escriben molestos para pedirme, con insultos o chantajes de macho cliché, que vuelva a mi agresión habitual, que maldiga contra todo, porque eso es lo mejor que, según ellos, sé hacer. Lo que en verdad ocurre es que son adictos a la agresión. Paulatinamente adictos a atacar. Conozco esta dependencia en carne propia».

También no está demas agregar que el bato adopta posturas rebeldoides para allegarse de admiradores y manipular a pendejos con la pantomima de luchador causas estilo Robin Hood. Su radicalidad es de papel, nada más; rocstarismo de payaso inadaptado que pedorrea una supuesta autoridad estética.
—Pero se le caen las nalgas cuando alguien le busca las malas pulgas •



CAPÍTULO XI

¿PUEDE HABER UNA IRRACIONALIDA LÚCIDA?


No es raro que aparezcan ratones mordisqueando el queso de la lisonja. Ai tenemos al Bernardo Jáuregui, quien, emocionado y surfeando sobre la espesa baba de tlaconete que se le ha escurrido de la mamadora, llega pregonando lo que únicamente ha existido en su enfermiza y deschavetada tatema.
—Y que el enajenado narcisista del Erasmo Katarino Yépez, en chinga, postea en su blog para darse coima.
—Escuchemos las trompetillas que este descarado lambegüevos del tal Jáuregui le sopla a su idolatrado confeccionador de disparatarios.

NOTA: a fin de no fastidiar al paciente lector con la fangosa verborrea que expele este chupapollas, mocharé algunos párrafos de su estulto texto; y, como ya es un hábito irrenunciable, meteré algunas opiniones entre corchetes.

«No es un elogio gratuito afirmar que algunas de las mejores páginas de la ensayística mexicana se han escrito por Hache desde Tijuana"
[aquí sí que te saliste del calzón; ¿es burla, o qué, cabrón?].
"Incluso, en este momento, se está creando desde su blog, día a día, una obra compleja
[que no hay duda que saldrá más chingona que el Quijote de la Mancha]
"a la que es justo calificar de singular pues resulta, al mismo tiempo, admirable y desconcertante"
[¡qué poca madre tienes; decir que algo pueda ser, al mismo tiempo, como tú dices que dices!].
"Lo admirable no es la erudición obsesionada por destruir la certeza de su propios hallazgos"
[¡¿qué quiso decir este güey?!],
"sino la desfachatez con la que logra envolver al lector en una retórica que termina dándole por el culo a cualquier comodidad especulativa"
[¡al que le van a dar por el culo es a usted, cabrón; por andar soltando tanto camelo y pendejada incoherente!].
"A un lector en busca de lo tangible, esa lectura de lúcidos irracionalismos [¡pero que idiotez la tuya, men; ¿cómo puede haber una irracionalidad que sea lúcida?; no diga pendejadas!],
"que se refutan interminablemente hasta tocar los linderos de un nihilismo inevitable"
[pero, ¿porqué ha de ser inevitable?],
"le crea una problematicidad"
[no seas maje; se dice problema o problemática, nada más]
"que resulta abominable por la apabullante contradicción de su riqueza conceptual
[¿alguien entendió esta barrabasada oligofrénica?].
"En general la lectura de Yépez es una ocación"
[ignorante; ocación se escribe así: ocasión; y, a propósito, ¿de cuándo acá una ocación equivale a lectura?]
"para despertar preguntas"
[¡¿?!].
"En lo personal creo que las dudas de mayor importancia que propone su obra, en estos momentos, son de un orden disciplinario"
[¡chetos con sabor a fresa!; ¿y qué te hace creer que esas 'importantísimas dudas' son de un 'orden disciplinario'?; ¿y si fueran de un orden indisciplinado o de una disciplina desordenada?, ¿por cuál agujero te meterías la tautología?]. "¿Es posible que la continuidad intelectual de un país conservador como el mexicano pase por un desplazamiento geográfico? No me refiero a un movimiento físico, sino a una apertura de preceptos ¿En una tradición rebasada por desintegraciones históricas, podemos esperar que el norte de México cuente con una intelectualidad que no se excluya, que gane respeto y difusión, a pesar de su propia marginalidad, y desde ella misma? No se trata de oponer norte, centro o sur en medidas de una absurda superioridad nacional. Se trata de fomentar una nueva figura consciente en el creador y de promover un desarrollo al retraso cultural del país. Especialmente en la zona donde se da una presencia controversial y fértil como la de Yépez".
[¡¿?!]
"Existe una línea de continuidad que podría relacionar a estos cuentos con otros escritores mexicanos, como Emiliano Pérez Cruz, o Armando Ramírez. Sin embargo el realismo monologante de Yépez tiene mayores cercanías en autores como Céline, Burroughs o Bukowski".
[¡uy, sí!]
"A pesar de la dispersa fragmentación, que despista y que cobra su forma sustancial por medio del blog
[¡¿?!],
la obra de Yépez ha dado algunos resultados literarios que se han relegado debido a su afán polémico como crítico cultural
[¡ah, raza cabulera!]» [14.4.04].

—¡Basta ya de tonterías!
—Se deduce cuál es la intención de todo el salivero que contiene el churrete del mentado Jáuregui. Cuando Erasmo de Rotterdam se topaba con casos similares, el ruco apuntaba: «Resulta chistoso sobremanera verlos alabarse unos a otros con epístolas, poesías y encomios, donde un tonto adula a otro tonto y un indocto replica a otro indocto. Yo mismo, al contemplar en ciertas ocasiones a estos vanidosos, siento náuseas, principalmente cuando entre esos fanfarrones veo a una ninfa que se cree más próxima a los dioses cuanto más larga es la cola que arrastra, o esos próceres que se abren paso a codazos para situarse más cerca de Júpiter, y, en fin, esa serie de individuos cuyo engreimiento crece conforme al peso de la cadena que llevan al cuello» [Elogio de la locura].
—Bien dice el Valentín Elizalde: a veces defendemos banderas que confundimos con nuestros calzones manchados de mierda •





CAPÍTULO XII

EL RAFA SAAVEDRA EN LA LÓGICA DE LOS FULLEROS


¿Quién es Rafael Salvador Saavedra? Para algunos es el chaval identificado como el «Príncipe del pochoñol» y, para otros, el «receptor de apoyo» becaril que, haciendo campito en su agenda del relajo frívolo, tiene que desquitar el bono de doscientoscuarentaidós bacs ($2,542 mécsican pesos) que le tira el CECUT/APROMAX (http://www.cecut.gob.mx/convocatorias/apromac2005.pdf) para avivar la voluntad de darse a valer como presunto literato.
—Y ¿a cambio de qué?
—A cambio de loar gordos avisos de publicidad y, simultáneamente, hundirse más en el fango de la oprobiedad institucional.
—Que, por supuesto, no es cosa que le impida conciliar el sueño ni seguir acumulado en su pagina bloguera (http://www.rafadro.blogspot.com/) cerros de bagatelas. Empecinado en su papel de publirrelacionista, el «Príncipe del pochoñol» se devana los sesos tejiendo “odas” y linduras en favor del sectarismo culturoso. Y con este tipo anuncios y de frituras adoba su fervorín “literario”:

«crossfader network, lunes, marzo 20, 2006:
I Encuentro Transnacional de Escritores de las Tres California
La temática es: Una reflexión sobre las identidades movedizas, transhumantes, las identidades fuera del centro canonizador, el fin de los proyectos mayores de identidades, de imaginarios de nación, de regiones, de comunidades, de experiencias performativas de identidad de dislocaciones, de distopias, de utopias, de mexicanidades portátiles, redefiniciones de fronteras: culturales, geográficas, literarias, genéricas etc.
Programa • 28 de marzo. • Sede IMAC (Tijuana) • Recepción en aeropuerto y registro en hotel. Horario variable, de acuerdo al arribo de cada grupo e individuos. • Bienvenida en la Casa de la Cultura de Tijuana. 19:00 hrs. • 29 de marzo. • Sede Biblioteca Benito Júarez, IMAC (Tijuana) • Participantes: Mario Heredia., Rosario Thomas, Jorge Orendáin, Dante Salgado, Jacobo Sefami, Nora Strejilevich, Kim Eherenman, Guadalupe Angeles y Victor Villaseñor. • 9:30- 10:00 am. • Apertura del Encuentro con la presencia de autoridades e invitados especiales. • Primera sesión: 10:00 – 11:30 • Segunda sesión:11:30 - 13:00 • Almuerzo • Tercera sesión: 14:00 – 15:30 • Actividades Culturales-recreativas. • 30 de marzo. • Sede Biblioteca Malcom A. • Love, San Diego State University. (San Diego) • Participantes: Jorge Souza, Luis Armenta, Hugo Salcedo, Enrique Trejo, Gilberto Zuñiga, Rafa Saavedra, Edmundo Lizardi, Estela Davis, Lucina Kathman y Thomas Di Bella y Moisés Zamora. • Primera sesión: 10:00 – 11:30 • Segunda sesión: 11:30 – 13:00 • Almuerzo • Tercera sesión: 14:00 - 15:30 • Convivio o tiempo libre. • 31 de marzo. • Sede Pioneers Hall, University of San Diego. (San Diego • Participantes: Martha Cerda, Olga García, Roberto Castillo, Gabriel Trujillo, Sergio Gómez Montero, Elizabeth Algravez, Martha Piña, Nuria Blanchart, Alfonso Rene Gutierrez y Carlos Bonzón • Primera sesion: 10:00 – 11:30 • Segunda sesión: 11:00 – 13:00 • Almuerzo • Tercera sesión: 14:00 – 15:30 0149 • Sesión plenaria: 15:45- 17:00 • Convivio de despedida.
Instituciones Participantes:IMAC (Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana), SDSU (San Diego State University), USD (University of San Diego), Escuela de Escritores de Jalisco de SOGEM, UABC (Universidad Autónoma de Baja California), UABCS (Universidad de Baja California Sur-La Paz), Universidad Iberoamericana-Tijuana. • more info en: primer encuentro transfronterizo:
Please, don´t bother me (estoy cambiando de canal) • rafa // lunes, marzo 20, 2006 (1) comments». rafadro.blogspot.com/2006/03/i-encuentro-transnacional-de.html

—Por lo que se ve, no hay quién le gane al señor Rafael Salvador Saavedra en el arte de hacer olas con sus eructos. Pilar de la promocion con más lengua que sesos y vaya manera de llenar la faltriquera.
—Pura lógica de fulleros es lo que representa el Rafa Saavedra.
—Todo lo que tiene que hacer para calzarse las sandalias que avienta la aristocracia morralera que regentea los elefantes blancos de la cultura •





CAPÍTULO XIII

DE LA FRIGIDEZ ABSTRACTA A LA PEDANTERÍA MAMONA


Ahora, considérese la magnitud de la pedantería y el bochinche barato que anuncian los «receptores» de carroñas institucionales. Y con esto me refiero al estuche de monerías que engalana el majestuoso cuadro de «participantes» en el «Encuentro Transnacional de Escritores de las Tres Californias» que apuntó el Rafadrín en su teta de vidrio: el Hugo Salcedo, el Enrique Trejo, la Martha (gulp!) Cerda, el Gilberto Zúñiga, el Edmundo Lizardi, el Thomas Di Bella, el Roberto Castillo, el Gabriel Trujillo, el Sergio Gómez Montero, la Elizabeth Algrávez.

—La «meme merdé» de siempre; las mismas caras, los mismos culos. Toda la estructura esta carcomida por la corrupción y los enjuagues sorderos. Qué expectante composición polimorfa: becarios, premiados, adeptos de capillas, promotores de sus propias intuiciones superyóicas, La usura institucional a flor de piel.
—¿Cómo han sido elegidos?
—Diremos que con los funcionales “criterios” con los que operan los aviesos intereses personales, las mezquindades y los cuchupos. La hada madrina de las letras bajacalifornianas ha levantado su varita mágica y ha escogido a sus agraciados y agraciadas. No se hace otra cosa que aplicar la misma consigna:

«Tú, sí; ella también; ese güey, no; aquella puta tampoco».

—Los criterios de selección son como una gigantesca mordida en una nalga. Persistente sensualidad en el íntimo espacio, diría el joto de Proust.

—Sí, que sea Fulano de Abraham. También Perengano...
—Ah, y no se te olvide pasarle borregazo a la ahijada del exvirrey Chuy González. Pero a Zutano lo mandas mucho a la gáver.

Verticalidad del reajuste político y el apalabre como imposición y pauta de la sintonía oficial en los avatares de la cultura. Y es que ahí los «tocados» por el dedo de Dios hacen el recuento de sus ensueños y apuntalan la remembranza de sus viajes al «Paraíso». ¿Creación estética o cursilonada?, solía preguntarse el Paul Valery.

—Algo hay de eso, mas sin embargo (sorry por pleonasmo adverbial), detrás de todo ese talento artístico están los remanentes de una propaganda que apesta a cretinismo y pedantería. Como si se tratara de escritores sincretizados en pequeñas deidades.
—¿No tienen otra manera de revelar su autenticidad de escritores o poetas?; ¿acaso el valor primordial de ser un poeta o un literato reside en acicalar y llenarse de afeites una currícula?
—No. Porque así se pisa el umbral de la literatura, meneando el culo y balanceando del cuello las medallas, premios, doctorados y demás corcholatas que han ganado. Sacan hasta las sonajas y los cinturones de cascabel para anunciar al mundo quiénes son. Con las turgencias curriculares que exhiben pretenden ser distintos en un lugar en el que la pobreza y la anemia cultural los hacen ver como seres abyectos. Si acaso, poéticamente hablando, como pájaros aturdidos, ominosos jilgueros de la retórica nauseabunda. Veamos algunas de las vehementes cartas pastorales que dan pábulo a la fanfarronería intelectualosa a que me refiero.

«Martha Cerda
Nombre: Martha Elizabeth Cerda González .
Nombre literario: Martha Cerda.
Lugar de nacimiento: Guadalajara, Jalisco, México.
Fecha de nacimiento: 29 de noviembre de 1945.
Nacionalidad: Mexicana.
Estado civil: Casada.
Domicilio y Teléfono: Pablo Neruda # 3840
Colinas de San Javier
Guadalajara, 45110.
Tel./fax: 641 35 95
e-mail: joseruiz@prodigy.net.mx
ESTUDIOS REALIZADOS:
Primaria, Secundaria y Preparatoria:
Instituto de la Vera-Cruz, Guadalajara.
Licenciatura en Derecho: U.A.G. 1969.
1985-1995: Diversos talleres y cursos de literatura.
Curso con Gabriel García Márquez, 1996.
CARGOS DESEMPEÑADOS:
1983-1984 Fundadora y Directora del Centro Literario Rosario
Castellanos, en Guadalajara.
1985 Fundadora del Grupo de Escritores Independientes.
1988-2005 Fundadora y Directora de la Escuela de Escritores SOGEM (Sociedad General de Escritores de México).
1990 Directora de la Serie de Video "Letras en Jalisco":
Vida y obra de 25 autores jaliscienses contemporáneos. (Realizada por Sogem y la Secretaría de Educación Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco)
1990-1999 Jurado de los concursos de Cuento convocados por: Universidad de Guadalajara: 1990
Ayuntamiento de Guadalajara: 1991
Tecnológico de Monterrey: 1992
U. de G. y FIL:1999
1993 Coordinadora General del IV Simposium Internacional de Crítica Literaria y Escritura de Mujeres de América Latina.(Organizado por FIL y Sogem).
1993-1999 Coordinadora del Concurso Sor Juana Inés de la Cruz, para obra publicada por mujeres.(FIL, SOGEM, Curbstone Press, FCE).
1994 Consejera de Civitella Ranieri Center (NY/Perugia)
1994-2003 Fundadora y Presidenta del Centro Guadalajara del PEN Internacional.
1995 Tesorera del Seminario de Cultura Mexicana, en Guadalajara.
1995 Organizadora del Primer Encuentro de Escritoras Latinoamericanas "Censura y autocensura en la
Escritura de Mujeres", auspiciado por la UNESCO y el Centro Guadalajara del PEN Club.
1995 Miembro del Consejo de Planeación de la Secretaría de Cultura de Jalisco.
1996 Coordinadora General del 63§ Congreso Mundial del PEN Internacional, Guadalajara, noviembre de 1996.
1996 Miembro de Lasa: Latin American Studies Association.
1997 Presidenta del Comité de Enlace del PEN, para América Latina.
1997 Miembro del Comité‚ de Redacción de la revista Periplo, publicada por el Comité‚ de Enlace del PEN para América Latina y administradora de la revista.
1998 Coordinadora General del II Encuentro de Escritoras Latinoamericanas, sobre la Censura y la Autocensura, organizado por el PEN Internacional.
1999 Jurado del concurso de Cuento "Ermilo Abreu Gómez", convocado por el Instituto de Cultura de Yucatán.
1999 Jurado del Premio Grandes Viajeros, convocado por Ediciones B, de Barcelona, España.
1999 Asesora y Consejera de la sección Artes, del Periódico El Informador.
2000-2002 Presidenta del Comité‚ de Escritoras del PEN: IPWWC.
2000-2004 Miembro del Comité Literario de FIL Guadalajara.
2001 Coordinadora del Primer Encuentro Iberoamericano de Editoriales Alternativas: Guadalajara 14 a 16 de Julio.
2001-2004 Consejera de Literatura del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco.
2002 Jurado del Concurso de Cuento y Poesía Puerto Vallarta.
2002-2003 Jurado del Concurso de Cuento Juan José Arreola, de la U.de G.
2002-2003 Miembro de la Comisión de Fomento a la Lectura de la S.C.J.
2002-2004 Miembro del Consejo de Publicaciones de la S.C.J.
2002-2004 Secretaria del Seminario de Cultura Mexicana de Guadalajara.
2004-2005 Jurado del premio Sor Juana Inés de la Cruz: FIL Guadalajara.
2004-2006 Miembro del Consejo Editorial de la revista “Mirada”.
BIBLIOGRAFÍA de Martha Cerda:
Juegos de damas, Cuentos. Joaquín Mortiz, México, 1988.
La señora Rodríguez y otros mundos, Novela. Joaquín Mortiz, México, 1990.
La señora Rodríguez et autres mondes, Indigo ‚editions, Paris, 1993.
Y apenas era miércoles, Novela, Joaquín Mortiz, México, 1993.
La señora Rodríguez y otros mundos, segunda edición, La luciérnaga editores, Guadalajara, 1993.
De tanto contar, La luciérnaga editores, Guadalajara, 1993.
Cohabitantes/Cohabitants, Poemas, New Century Press, Texas, 1995.
Las mamás, los pastores y los hermeneutas, Ediciones Castillo, Monterrey, N.L. 1995.
Figuraciones y transfiguraciones, Biblioteca de Textos Universitarios, Salta Argentina, 1995.
Todos los pardos son gatos. Teatro. Secretaría de Cultura de Jalisco, Guadalajara, 1996.
Señora Rodriguez and other worlds, Duke University Press, Durham, NC, U.S.A., 1997.
Escritoras Jaliscienses frente al nuevo milenio: Martha Cerda
Mario Martín, Diana Valencia y Roger Zapata. La Luciérnaga Editores, Guadalajara, 1997.
Cerradura de tres ojos, novela: Editorial Biblioteca de Textos Universitarios, Salta, Argentina, 1997.
Tutta una vita, novela. Editorial il Saggiatore, Milán Italia, 1998.
La señora Rodriguez y otros mundos (en griego). Editorial Tropicos/Papadopoulos, Atenas, Grecia, 1998.
Fru Rodriguez og andre verdener, (La señora Rodríguez y otros mundos, en noruego) Gyldendal, Oslo, Noruega 1998.
Toda una vida, novela, Ediciones B, Barcelona, España, 1998. VI SOM ELSKER HVERANDRE SA HOYT (Toda una vida en noruego), Gyldendal, Oslo, Noruega, 1999.
La borsa della signora Rodríguez, Il Saggiatote, Milán, 1999.
La señora Rodríguez y otros mundos, Ediciones B, Barcelona, 1999.
Algunos cuentos de La señora Rodríguez, fueron traducidos al croata por Simun Situ Coric, y publicados en el periódico "Hrvatsko Slovo", de Zagrev, el 30 de septiembre de 1999.
Das Leben ist Ein Bolero, Aufbau, Berlín, 2000.
En el nombre del nombre, novela, Editorial Biblioteca de Textos Universitarios, Salta, Argentina, 2001.
Ballet y Mambo, Ediciones Castillo, Monterrey, Nuevo León, 2001.
And one Wednesday/Y apenas era miércoles, edición bilingüe Inglés-Español, Universidad de San Diego CA/ La Luciérnaga editores: Guadalajara, 2004..
La mujer del policía, novela, Biblioteca de Textos Universitarios, Salta, Argentina, 2005.
La obra de Martha Cerda ha sido traducida a seis idiomas e incluida en 32 antologías, nacionales y extranjeras. Martha ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales y ha sido invitada a presentar su obra a diferentes ciudades de México, Estados Unidos, América Latina y Europa. En 1998 obtuvo el Premio Jalisco en Letras» [http://www.encuentrotransfronterizo.blogspot.com/].

—Oh, qué maravilla. Y decir que a nosotros apenas nos llega un destello miserable de ese gran torrente de iluminismo que esos güeyes han amacucado. Qué culero. Más culero que el garrotazo conque le aplastaron el cerebro a Rosa Luxemburgo •





CAPÍTULO XIV

¿DÓNDE QUEDÓ EL CEREBRO DE LA PATY BLAKE?


¿Qué le pasará al cerebro de la gacetillera y protopoeta Paty Blake? Por momentos parece que se le pierde chompa. Miren nomás la fraseología que escurre de su blog.

—Ay, me portaré con ella condescendiente porque es una chica «muy buena onda».
—Pero… ¿porqué? Si tú dijiste una vez que en la escritura de la Blake no hay gracia, precocidad ni inteligencia. Ya de jodido hazle una parodia.
—Tagüeno. Pues aquí va la parodia (y acomódele el lector la vocecilla de las morras que participan en el concurso «Nuestra Belleza»).

—Ey, pongan algo o comment ( y entonces vienen los aplausos). Uuy, tengo muchas cosas que escribir aquí, que igual son apuntillos que para otros pueden ser irrelevantes, pero que para mí son importantes. El otro día, mientras me comía un m&m (raro en mí, porque no me gustan mucho los chocolates), me puse a ver el programa de «Big Brother» por que estaba superaburridísima. Y cuando vi a uno de sus conductores, el de nombre Javier Pozas, me acordé de Bruno Ruiz; son tan parecidos, dije. Luego de eso, me llegó a la mente una fabulosa comparación: BR es como el Javier Pozas de la literatura. Ay, no, Mejor retiro lo dicho (mejor dicho, lo pensado). Yo no estoy tan pro para las grandes reflexiones, pero esta vez sí pude escribir una muy chévere. Miren:

Nadie puede sentarse con un culo en dos caballos, eso que ni qué.

—Blogueando por ahí, en esta tarde nublada, leí el blog de Bruno Ruiz, quien me cae muy bien. Es supercurado, aunque mucha gente dice que no. Bueno, cada quien los suyo, es su pedo. Ay, qué grosería digo, perdón; ya me parezco e a ese fulano tan vulgar, apodado el «Charkito» o «Charcomen». El caso es que el último post de BR me hizo reír mucho. Ay, ya me creció una uña, las demás ahí van, ¡superseñal! Mi sueño de anoche se hizo (o ya era) realidad:¡hoy me entregaron mi cámara digital!
Bueno, aunque no estoy muy acostumbrada a las despedidas, babai. Me despido con este superpoema que hice anoche:

Además de ser creativo,
Dios es estadista;
dejó en el cielo nocturno
una brillante gráfica de pastel.

—Ay, perdí el arete izquierdo.
—Son chingaderas —dijo la Judith.
—Ahora que asististe al taller de poesía de Roberto Castillo, deberías pedirle al Lobo que te enseñe a escribir ya de perdis cositas así:

Además de creativo,
Dios es cagón;
dejó en la Tierra
una brillante caca humana.

—Bueno, pongamos el cerebro de la ruca en su lugar de origen y terminemos con esta sicología adquirida por influjo de la filosofía del «Chavo del ocho», y, acto procedamos a destapar la botella de agualoca, agarando cura de una ésas tantas farsas culturaloides que promueve el CECUT y que anunció con el rimbombante ribete de "Poesía versus barbarie: taller de lectura y escritura poética", (El ratón es un canguro prematuro), encomendada al poeta Roberto Castillo, durante los meses de marzo a mayo de 2004, y a la cual asistió la Paty Blake; quién sabe si para comer únicamente chocolates m&m •



CAPÍTULO XV

EL BRUNO RUIZ NO SABE ESCRIBIR


Durante algunos meses, yo camellé en el departamento de correctores del pápiro «Frontera». Y, por cierto, tabaneaba haciéndole las correcciones a los textos de algunos batos que colaboraban en ese rotativo; y había cabrones, como el Bruno Ruiz, que desvergonzadamente andaban de capa caída en las cuestiones de la escritura; descarrilados en el manejo de la sintaxis. Neta. Más de cuatro güeyes, que enviaban artículos para su publicación, eran símbolos vivos de las perturbaciones en la coherencia y los galimatías nauseabundos.

—Como quien dice, subterfugios de mediocridad traspizonada con engaño de una falsa virtud escritural.
—Así es. Y, pa variar, los pelafustanes y cretinos se comportaban con una desmesurada actitud pedante y divadesca.
—Aparte de que escriben mal son unos pinches mamones que se las dan de genios del periodismo literario.
—Y el turiqueo no para ahí, ruca. Pues, también me contaba mi jefe, un batillo que piloteaba el departamento de corrección, y que se llama Ángel.
—Supongo que no ha de ser mi compa el Angelitros.
—No, ese güey no. Y el bato, siempre decía: «Los textos del Bruno Ruiz y del Daniel Serrano me los apartas; yo me encargo de ellos». Y la razón era muy simple; esos cretinos escribían tan mal que había que volver a redactar de nuevo las pendejadillas que garrapateaban. Pedo serio...
—Y tocante a la cuestión del Bruno cabeza de guasanga, hará menos de una semana que anduve taloneando el libro de este men, uno que se titula «Kitsch»; claro que el jale se lo dejaron cayetano mis agentes de inteligencia, el «Esnow» y el «Desvelado». Y mis chalecos me informaron que los ejemplares —casi todos— de ese pinchi libro los sacaron de las bodegas de las liberarías porque eran puro estorbo. Y, según me platicaron los chalanes, los mandaron a un viejo almacén de gobierno del estado que está localizado por el rumbo del «cañón de la Piedrera», cerca del basurero municipal.
—Por eso está muy cabrón conseguirlos; porque, al parecer, los trabajadores de Obras Públicas Municipales los utilizaron para tapar un arroyo que se desbordó cuando arreció un carajal de agua de lluvia, en las inundaciones de hace ya varios años. Bueno, ni pedo —dije.
—Pero no se amilane, mi chif —musitó uno de mis agentes—. No se pierde de nada si no lee esa basura que escribió el BR.
—Neta, patrón —agregó el otro acople—. Y, para el colmo de la desmesura, al bato le dieron un premio de literatura por esa chingadera.
—Porque no encontraron a quién dárselo.
—Sí, yo también leí lo que dices, me parece que fue en un artículo del Humberto Félix Berumen.
—¡No, mi jefe! Y le va otra: los profes de la escuela de humanidades lo recomiendan a sus alumnos, pero pa que no lo lean de lo culero que está el puto brioli •



CAPÍTULO XVI

EL QUE ES PERICO DONDE QUIERA ES DEL COLOR DE LA MOTA


En este mundo de sortilegios, apalabres y milagros, no es del todo cierta la declamación del adagio ese de que el perico es verde en cualquier parte .

—Suponiendo que sea de color verde.
—En cierto modo habrá de ser una verdad si se aplica a las circunstancias de modo y tiempo del entorno en que fue ideado, o sea a su punto de referencia que le dio vida como reflejo de una anécdota temática de la «doxa» o mente popular. Y ante la carencia de sus puntos de referencia histórica, entonces la cosa ya cambia porque, hablando en términos de semántica, lo absoluto adquiere —por angas o mangas— una valoración relativa. Digo lo anterior, considerando que, bajo contadas excepciones, a un hombre de campo no le duele su parquedad, aunque se avergüence de su pobreza expresiva o de su falta de «instrucción citadina», que hoy se transparenta en analfabetismo, miseria y marginación). Y mas allá de los paisajes y notas pintorescas, o sea acá, en esta vida revulsiva, donde se convive con mascaras alternas, por las relaciones entre los unos y los otros, figuradamente, semejan al cuento de la paloma perseguida por un halcón. Y aquí llegamos a lo crucial de del asunto: a la necesidad o el deber de someterse y conformarse con la idea de que la libertad de las personas es una categoría formal consignada en libros y discursos.
—Por eso para algunos y para muchos resulta sensato ser esclavos de su propia libertad, de esa concesión abstracta, a veces tan benigna y a veces tan culera; y que se pone al descubierto cuando surgen las disyuntivas entre decir «no» o decir «sí», callar o gritar; oposición entre el bien el mal o confrontar las dualidades, los atavismos sociales y económicos, las contradicciones y las posturas ambivalentes. Y como todo cabrón es un manojo de nervios que busca emancipar sus tensiones, escamotear trampas, paliar agonías y sentirse, aunque sea por un ratito, un «Machín Rin» o un «Juan Camaney», pues hay que abrir la válvula de escape, soltarse el chongo aunque sea por unos instantes, y después regresar a sus cabales.
—Ya lo decía Arabella de Thomas Hardy: no hay nada como la chirona y un carcelero sordo para domar a la perrada •



CAPÍTULO XVII

TODO ES POLÍTICA EN EL CALADO DE LOS INTERESES


¿Gavilán o paloma? Lo anterior da respuesta a esto que yo preguntaba: ¿porqué razón ciertos trabajadores de la (in)comunicación (es decir, periodistas) y que poseen blogs —y para ser concretos, me refiero a personas como el Daniel Salinas y el Fausto Ovalle, alias el «Trencitas», entre tantos otros— y que paralelamente talachean en la «blogolalia» y en la agencia periodística de la familia Healy (léase pápiro «Frontera») no logran adecuarse a la hipótesis del citado refrán del «perico verde, que te quiero verde».

—Ése es de la mota y no es refrán; es un verso del «maricón de la pajarita», o sea del García Lorca.
—Gavilán o paloma, cantaba el «Chepe Chepe».
—¿Porqué coños estos batillos no escriben sus notas o artículos de prensa con la misma enjundia bloguera que los caracteriza? ¿Porque, allá, en el «Frontera», dónde escriben, no arrecian con la misma fe desbarrancada que plasman en sus post blogueriles? ¿Porqué separan el ímpetu de imprecación lingüística y el léxico de apertura catársica brava en los artículos que redactan para la empresa periodiquera a la que se encuentran sometidos por vía de subordinación salarial? ¿Porqué aquí sí y allá no?; ¿porqué esa doblez de actitud?; ¿porqué allá son unos y aquí son otros?
—¡Me cago en el articulo 6 constitucional!
—Entonces, ¿tiene razón mi compa Julio el Sueco al decir que es una clase social la que dirige las necesidades de la gente del montón?
—Ciertamente que simona la cacariza. Y es que si los batos no se guardan las distancias, pues nomás no hay pipirín. ¿O me equivoco? Otro detalle que llama mi atención es la manera en que elaboran su discurso informativo: lo hacen desde afuera, o sea sin comprometer la opinión propia o punto de vista particularísimo
—Cabrones. Salieron igualitos que los poetas parnasianos que colgaban la subjetividad en el ropero para evitar confrontaciones que pudieran poner en riesgo el calado de los intereses políticos.
—De otra manera la clase media no consigue alianzas. Hay que disimular que no se toma partido por nadie. Y es que, como dijo Gramsci al elaborar la teoría del bloque hegemónico: todo es política.
—Agüevito, pedorrito •



CAPÍTULO XVIII

LAS MAMADITAS DE UN BROMITA DE MAL GUSTO


Ya cualquier cabrón se dice periodista.

—Y periodista cultural, pa acabarla de chingar.
—Mira nomás. El lunes 6 de enero de 2003, el lorocutor y gacetillero Daniel Serrano, en su columna «Artificios» del periódico «Frontera», se aventó una mamadota que casi estuvo a punto de dejarme estéril. El batillo seguramente no tuvo con qué llenar su sección seudocultural y comentó esta bobada:

"Hace un" (el adjetivo numeral un sale sobrando) "poco más de un mes visité al poeta Roberto Castillo en el cubículo que comparte con el otro poeta" (también el artículo el está de más), "Alfonso Cortés, en la UIA. Siempre me ha dado la impresión" (¿quién se la ha dado?; en buen español se dice: siempre he tenido la impresión) "de que cuando" (¿cómo que dequecuando?; la preposición de estorba) "Roberto y Alfonso se quedan solos" (en buen español se escribe: están solos), “se hablan en verso... Seguramente, octosílabo o libre, pero verso.”

—Pero, ¿qué le pasa a este señor blablador? ¿Acaso cree que los autores de «elamoroso guaguaguá» y de «llanterío» viven apolillados en los tiempos del Siglo de Oro español?
—Pues sí viven apolillados en su concepción de la creatividad estética. Pero un poquito más acá del siglo XVII.
—Como te iba diciendo, ¿O, el Serrano los cree tan chistosos como el Memo Ríos? Ya me imagino que uno le dice a otro, con un tonito medio talalaila:

—¿Qué día es hoy, Ponchito?
—Jueves.
—Pues me agarres los güevos y me los juegues •




CAPÍTULO XIX

SE PELEARON POR AYUDAR AL POETA ROBERT JONES


Terminaba el bato echado tripa abajo, botado en cualquier callejón maloliente de dáuntaun de San Diego. Raspado de la cara, despellejado de los codos, con la nariz ensangrentada y aplastada en el asfalto; enganchando el sueño en cualquier rincón donde menos calara la escarcha de la madrugada. Lo echaron de la universidad como si fuera estiércol.

— ¿A quién espera usted, jovencita?
—Al profesor Robert Jones.
—¿Jones? —responde el académico ostión del Departamento de literatura de la Universidad de San Diego, y mientras juguetea pendejamente con un manojo de llaves agrega—:
—Él ya no está aquí.
—¿Dónde puedo encontrarlo? —Con la frialdad de un maniquí y con una actitud de indiferencia le contesta a la morra:
—No lo sé, lo ignoro.

La ruca levanta sus tilichis —un suéter, la mochila y un libraco a medio leer— y se retira del lugar, cogida por un silencio que parecía anunciarle que el poeta que buscaba ya no camellaba en esa institución debido a que la buena suerte le había guiñado un ojo, ofreciéndole no un mejor puesto de trabajo en el que disfrutaría, a parte de una morlaca chida, de la armoniosa «danza del coro de Dionisio», sino las sinrazones de la desdicha; esos motivos que nada tienen que ver con la generosidad humana pero sí con las malas intenciones y con los perpendiculares trastornos de la envidia, la intriga y la puñalada trapera.

—¿Cómo dijiste que se llama el bato, le contesta otro men a la jaina?
—Robert Jones, poeta y profesor de literatura de la Universidad de San Diego.
—Jones... Jones... ¿Acaso te refieres al autor del libro «Wild onion»?
—Sí, he tratado de localizarlo y doy con su paradero. Mi tesis de licenciatura es sobre Jones.

—Pues... entérate que ya falleció —la ruca, estupefacta, traga saliva y con un esfuerzo que le palidece el semblante ataja con otra pregunta a su interlocutor—:
—Pero... ¿cómo?, ¿cuándo?
—Hará cosa de seis o siete meses.
—No me gustan esas bromas relativas a los decesos y funerales; ¿me estás hablando con la verdad?
—Si, no tengo porque mentirte. Es en serio lo que te digo, muchacha.
La jaina, conmovida y con las venas del cuello hinchadas, frunce el cejo y pregunta:
—¿Qué fue lo que le sucedió?
—El bato ganó un premio nacional de literatura y sus colegas de la universidad, ardidos y por envidia le empiezan a mover el tapete, lo comienzan a atacar; a despotricar contra él toda clase de blasfemas: “que pinche borracho”, que “pinche culero”, etcétera, etcétera. Cometen en contra de él las más truculentas intrigas, disparando toda clase de calumnias y difamaciones hasta que logran que lo corran de la uni. Le destrozaron no solamente su vida académica sino también los mecanismos sicológicos de defensa con los cuales todo ser humano se abre paso en la vida. Y como Jones era una persona superdotada de una sensibilidad muy especial, pues a sus envidiosos colegas les resultó muy eficiente el método cruel que aplicaron en contra del honor, nombre y prestigio del poeta; y en poco tiempo, bloqueado y sin posibilidades de retomar de nuevo el rumbo de su existencia, el bato murió en la calle.
—Qué desgracia. ¿Cómo puede haber gente en el mundo destilando del alma esa clase de veneno que es peor que la de los escorpiones!
—Recuerdo que al bato, después que le habían dado flais de la universidad, me lo encontré jalando en el «Kikos», un negocio de fotocopiado que está en el tango de San Diego. Ahí trabajó un tiempo sacando copias. Traía puesto un overol azul con un logotipo del changarro. Cuando lo guaché yo no sabía que era el poeta; el morro con quien yo iba fue el que lo plaquió en caliente, y me dijo: “Mire, profe, ahí está el poeta Robert Jones”. La pensamos para acercárnoles, pero decidimos saludarlo. Lo saludamos y no le preguntamos nada de lo que ya sabíamos. Además, porque el bato se veía agüitado. Luego supimos que cantoneaba en la calle y dormía en carros abandonados.

—¿Y los que se jactaban de ser sus grandes amigos, los poetas de Tijuana? ¿ésos que tanto lo alababan y se sirvieron de él?
—Bola putos, ojetones. Ninguno de ellos le echó la mano. Se hicieron ojo de hormiga y sólo aparecieron después que el bato murió; listos para la rapiña. Con decirte que dos-tres de esos que se decían sus compas andaban taloneando la colección de discos que el bato tenía.
—Yyyyyyyyy... ¡qué poca madre! •





CAPÍTULO XX

EN EL VELORIO DEL PROFE RUBÉN VIZCAÍNO


Entre los escasos culturosos que cayeron al velorio del pro (inocentemente yo pensé que iba a estar hasta el diofun de pípol), algunos hacían como que lloraban por dentro, pero otros —desde la urbe de sus vísceras, desde su lencería estomacal— en verdad sentían la felpada del máster. Y era verse cómo resplandecía la pura pose y el tributo de pacotilla a un "hombre de frontera" que pensó más en nosotros que en él mismo.

—¿Así que se fue? —me preguntaba yo mismo, mientras posteaba algunas textos que rescaté en la blogósfera, los cuales hacían alusión al pro.

Pinté venado de la calle Octava hacia la funeraria donde velaban al ruco. Y en el instante que estacionaba la ranfla alcancé a guachar algunas putillas vestidas de negro, de ésas que se la nalguean de poetas o artistillas, y que entre cogedera y cogedera han bajado de categoría estética. Salían del changarro mortuario, satisfechas de haber cumplido con el protocolo de rigor.
—Alguien las mandó porque el pro no se distinguía por codearse con ese tipo de rucas membas —me susurró mi alter ego desde el fondo de la «sique».
Les aventé un grito cuestionador:
—¡Ey, morras! ¿Aquí es dónde velan al profe Vizcaíno?
Las culeras ni me pelaron, han de haber pensado que les iba a decir:
—Se las mamo sin hacer gestos.
Fue un ñasco guatemalteco que la migra acababa de aventar pa Tijuana, quien me dio santo y seña del funeral. El ñasco andaba taloneando una marmaja pa un refín, y usando como estrategia su peripecia de pollo retachado. Le aconsejé que ni de loco anduviera diciendo que era centroamericano.
—La gente de aquí es tan culera que es capaz de aventarle a Gobernación, don. Le rolé un bola y luego le dije:
—Le encargo mi tartana. Échele un ojo porque las puertas no tienen seguro. Aunque los ratones si pegan un baje será de papeles. Lo único valioso que traigo es esta pinchi banderita de Cuba pegada en el vidrio.
—No hay cuidado, joven. Yo voy a estar al tanto.
Me dirigí a la entrada de la funeraria, fingiendo no conocer a ningún puto de los que estaban chachalaqueando cerca de la puerta (como esas veces que quieres dormirte y no tienes sueño, hundiendo en vano la careta en la almohada, poniendo los ojos miopes a causa del autoengaño geteador, cuando las ovejitas que cuentas para dormirte están de huelga y nomás no encuentras a ninguna). Mi estado de ánimo no estaba para rolar de mano en mano no dar saludos postizos. Cuando dos tres culturosos dieron tinta de mi presencia los saludé como mis paisanos sonorenses, alzando la barbilla y fabricando una sonrisita medio pendeja con la que les avisaba algo así como: "quihubo, cabrón, aquí ando haciendo lo mismo que tú."
—Vizcaíno, ¿socio del limbo? —me ventió de nuevo mi «alter ego».
—Agüevito, pedorrito —le dije
—¡Lorena, como te pongas a jugar te pongo una chinga! —le advirtió una ñora a su morrilla de escasos once años. La chamaca, por la mueca que hizo en calidad de respuesta, mandó a la bichora a la dama que la parió.
Pero a lo que vamos. Era jueves y yo, de tanto leer (no por placer, sino por obligación) andaba más desvelado que un perro viejo que se niega a dejar la culiadera en época de brama.
—¿Pa qué vine sino me voy a ir chillando de aquí? —me preguntó mi alter ego.
—¿Y doña Rebequita? ¿y su hijo Rogelio? —le pregunté a Mélida Ojeda.
—La señora está enferma, en su casa. Rogelio acaba de llegar y parece que se fue a descansar un rato —me respondió.
Como el birote se veía medio hipocritón, dada la presencia de pelafustanes y cretinos que habían arribado al funeral, me dispuse a echarle un foneto a mi guarro corrector de estilo, el «Snow».
¡Riiiiiiiiiingggggg!
—¿Qué pedo, chif?
—¿Qué estás haciendo, bato?
—Aquí nomás, sobándole el relingo a una vecina que se dejó playar.
—Deja esa madre pa otra ocasión. Guacha, déjate caer pacá, pal tango, a la funeraria San José. Necesito que me recojas una madre de información pal expediente del pro Vizcaíno.
—Ta güeno, patrón. Nomás me fleto los tramos y le caigo pallá.
—Ya estás peinado patrás, men.
(«¡Chin!, la encamada se me hizo de agua. Ahora que esta pinchi leandra me afloja tepalcuanas» —respingó el «Snow» y salió superemputadísimo a hacer el jale).
Casi una oreja más tarde, en el preciso instante que el Leobardo Sarabia se dejaba caer la greña con unas cátedras referentes a la poesía cubana, la narrativa de Rubem Fonseca y a la anémica lírica de las jainas de los «Cuadernos Existir», aparece el «Snowind». El bato me hizo un iris en señal de que la machaca ya estaba frita. A la sorda le indiqué que aguantara una madre. Y una vez pasados unos minutos, luego que el Sarabia se abrió, mi asistente se afocó y me dio su informe. El chaleco nomás hizo su jale y peló gallo. Era obvio que andaba todavía caliente o que yo seguiría con lo que restaba del borregazo, o sea de lo demás yo me encargaría.
—¡Puta, madre!, veinte cuartillas escritas a pura baisa. Este cabrón sí que traía prisa. Lo que son las ganas de coger. ¡Qué bárbaro!
Vamos a ver qué pedo con la raza que cayó al velorio. En primer orden, el profe Barraza, dueño de la universidad «Cómprese Un Título» (CUT), estuvo aplastando el diofun en un sillón aproximadamente cuatro horas (de 6 a 10); el personal chicho del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC) ni siquiera se dignó a hacer presencia humana y mandó chalanes a entregar unos ramajes de flores secas, por cierto más baratos que los condones que su directora Liz Algrávez llevanta en las farmacias Similares. Luego apareció la Karina Muñoz y dos tres lorocutores y gacetilleros. Como que nomás fueron a checar tarjeta o a hacer pasarela y luego se abrieron; y etcétera y más etcéteras •





CAPÍTULO XXI

LA CULTURA EN MANOS DE LA INCULTURA


Por otra parte, me dice mi chaleco el «Snowind» —una especie de agente culturaloso del CISEN, pero más perrón— que entre las faenas culturosas que despliega el foliculario y lorocutor Jaime Cháidez Bonilla se ha propagado (entre nos) una que merece atención por su dimensión sicológica.

—Se sospecha que el bato fue políticamente maiceado para hacer tratos con individuos de ineptitud absurda que se sueñan escritores.
—¿Lo hará para sacar de quicio a los críticos? —le pregunto a mi chalán.
—No le creo, jefe —me responde el morro.
—¿Tonces?
—Lo único que puedo decirle es que cuando se dan cosas como esas, el birote obedece a una degeneración de la estética y la ética periodista, originada desde las antípodas del poder.
—¿O sea que Cháidez muestra una baraja y juega con otra?
—Así es. Ni más ni menos.
—¿Me estas diciendo que el bato agandallará el suplemento?
—Ansina mesmamente, chif. Y no sólo eso, el bato no tardara en convertirlo en un supositorio culturaloide en cuya portada, en vez de una pintura del Greco, saldrá la imagen del Lupillo Rivera, o de alguien por el estilo.
—Valiendo verga y llamando al Santo.
—Se dice que ya planea darle a Identidad el cínico calzonazo.
—¡Puta madre! ¿A poco sí?
—¿A poco no?
—Acuérdese que la gente para chingar no tiene tropiezos.
—¡Qué culero!
—¿Y angora?
—Pues nomás habrá que esperar a leer puras mariguanadas vulgares.
—¿Y la herencia del profe?
—Se pudrirá en colosales margayates, en pobreterías mentales y en payasadas emuladoras de tratantes seudoliterarios que aman la pendejez histórica. A partir de la muerte de Vizcaíno el suplemento de marras tratará de poner la cultura en manos de la incultura, y Cháidez es el más indicado para ese jale. El bato esta bien presto a cobrar las facturas que el profe endosó al demonio para evitar que lo encasillaran con la etiqueta de mago del camelo. Y ya circulan voces pispiritando que al Cháidez le brotado el cobre y que ya formó su mafiecita de escritoretes que habrán de ser los encargados de freír las próximas ediciones del susodicho suplemento. Y por ai dicen tambien, que el bato solamente aceptará estirados nalgones y sirvientos de los mastuerzos. En fin, que terminara por abochornar a la poca mengambrea cultural que hay en Tijuas.
—¡A la verga!, dijo Tiundo.
—¿Cómo la beisbol con ese birote, mi chif?
—Muy culeis pa creerlo. Semiace que estas hablando por hablar. De seguro te las tronaste antes de venir.
—Por mi jefecita que no. Así que no le extrañe si el día de mañana el suplemento que piloteaba el pro Vizcaíno aparece como un soberano hervidero de cursilerías y atejonadas frivolidades, en un libelo infestado por bandadas de seudoliteratos y granujas cuasiculturales que no tienen idea de las monstruosidades oligofrénicas que gruñen.
—Hablas como si fueras un profeta, pinchi «Snowind». Por la manera sudometafisica que parpas, el Paco Segovia te viene guango. Qué dirá de ti la gente seria cuando escucha tu verbena.
—Ya me lo han dicho que, aparte de mamón, soy un insolentillo descarado. Y la bandera de México ¿un gallo tricolor? Pero, ¿a poco no son enjundiosas mis conclusiones?
—Como «el buey del Latio» de las «Geórgicas» de Virgilio, tú sí eres dueño de tus paroxismos, pinchi «Esnogüind».
—Tiquitiquitiquitá, no voy a trabajar, no gua trabajar, tikitikitá...
—¡Culos a la pared! Este chamaco ya se quedó arriba •



CAPÍTULO XXII

LA LURDES MALDONADO NO FUE A LA ESCUL


La sedicente periodista y lorocutora Lurdes Maldonado, y quien estaba al frente del programa radiofónico «Claroscuro Noticias», frecuencia jertziana 1550, AM, al parecer no fue a la escuela.

—¿Y eso, tú?
—Es que la doña Lula se cargaba una ignorancia como el «Pípila» su losa.
—Chale.
—Y es que la señora, cada vez que estaba frente al micrófono, se transformaba en cotorra lenguaraz y llegaba a extremos aberrantes como suponer que Benito Juárez fue el personaje que enarboló la consigna de la no reelección presidencial. Me di tinta que, días antes de las elecciones del 6 de julio, la ruca entrevistó en su programa radiofónico al candidato a diputado Renato Sandoval y le preguntó al batillo cuál era su opinión acerca de pedo de la posible reelección de legisladores, citando como portavoz de tal apotegma al liberal guajaqueño. El candidato a diputado, extrañado por los desatinos de la (in)comunicadora, aclaró con pena ajena que el chilo de la frase había sido Panchito Madero y no don Benito Juárez (aunque antes que el «zotaquín esotérico» se pronunciaron contra la mentada reelección Calleja, Colina y un tal Porfirio Díaz; y, precisamente, en contra del indio mazateco).
—Es imposible desenterrar la oscuridad si no hay luz, clamó no sé qué poeta. Para no enhebrar más desatinos, la doñita debería leer un poquito la historia de México •



CAPÍTULO XXIII

LAS LEONAS ACORRALADAS EN SU PROPIO CUBIL

La casta culurosa de Tijuana picó cabra porque el virrey Chuy González, —si mal no recuerdo, en diciembre de 2003—, les aventó a las patas un buscapiés. El inculto don Jesús, casi casi, les dijo que el presupuesto de firula que destinaba el (des)gobierno a las instituciones que —diz— promueven y difunden la cultura era un derroche inútil e innecesario de marmaja, pavos tirados al resumidero del drenaje.
—La misma concepción comparten los mandarines federales; le han mochado un 50% al presupuesto de la cultura.
—Poco faltó para que el Chuy González les restregara en la feis el calificativo de parásitos. Y no era para menos, pues les soltó el borregazo que los changarros de la cultura deberían solventar sus propios gastos, produciendo plusvalía. Con el léxico cerril que lo caracteriza manifestó: «El IMAC debe buscar formar un patronato y luego hacer eventos que le generen recursos».

—¡Ah, pinchis culturosos y académicos ostiones!, comenzaron a cascabelear y a pasar aceite. «¡Y qué va a pasar con nosotros?, ¿dónde vamos a seguir mamando becas tan a toda madre como ahí?», rebuznaron los batos. «¡Valiendo verga, vamos a tener que trabajar si nos quitan la chichi!».
—Súmesele a lo anterior la insulsa ociosidad en que viven los infuncionales funcionarios culturales del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC). Y es que cuando estuvo la Algrávez a la cabeza de ese changarro, los “intelectuales” quejumbrosos sufrieron las peores mermas en materia de subsidios y mecenazgo. Y como la directora no les sirvió de gran cosa ni les hizo el paro porque prefirió apapachar a sus paisas de Mexicali, pues los ardidos apuntaron en contra de ella todas sus baterías, armando un estridente embate verbal: que a la ruca le quedó muy grande el paquete, que el hueso que mordisquea se lo dio su padrino el Elorduy, que vale madre como poeta, etcé.
—Antes que los panistas chuygonzalistas, que meneaban la administración de la cosa municipal, se convirtieran en vapor, y que los virreyes (el entrante y el saliente) camabalachearan estafetas, más de tres taloneros de huesos institucionales ya afloraban apetencias, deseosos de chupetear la ubre de la vaca del corral presupuestario. Y en vísperas del cambio de poder, ingenuos y soñadores, en tanto que oportunistas y chaqueteros, le hicieron el fuchi al Chuy González y le tiraron tomatazos, cual vil malquerencia ya aborrecida. Conqué ojeriza, tirria, se alejaron del desbragado panismo, perdedor de encantos y elecciones.
—Se hicieron a un lado como los perros que se apartan de un puercoespín erizado.
—Mudaron sus preferencias en favor del hombre que «no le tiembla la mano», o séase el Jorge Jank Rhon, entrante y luego saliente virrey de Tijuas.
—Pero, luego de las elecciones del 5 agosto de 2007, de nueva cuenta volvieron a ponerse la camiseta panista, cuando salió ganón el Jorge Gramos (dxit, el Víctor Hernández, efectivo del «Sendero del Peje»)
—Triste el cuadro de los desarraigados. Como pompa de jabón revientan su burbuja quimérica, arengaban loas a los pies del hijo del profe Jank González, luego del mono que le seguía y, así, sucesivamente. Recuerdo que decían: «las cosas de la cultura ahora sí van a cambiar», y con ese churrito se desbarraban en sus loas.
—Ay, qué románticos. Prisioneros que le exigen a su carcelero lo imposible: libertad. Pero su idealismo no tiene el suficiente peso para comprimir el duro resorte de la realidad; éste se ha vuelto a erguir •




CAPÍTULO XXIV

EL ARRIBISMO CHAQUETERO DE JAIME CHÁIDEZ BONILLA


Copio la siguiente nota, que fue posteada por el Fausto Ovalle en su blog TRANSPENINSULAR el lunes 6 de diciembre de 2004:

«así como me chuto de manera obligada el zeta cada fin de semana, desde hace tiempo tengo la desgracia de chutarme cada domingo el mexicano y la sección identidad, que después de la muerte de rubén vizcaíno coordina el señor jaime cháidez. realmente da pena el entreguismo al cual puede vencerse un reportero cultural. en las últimas ediciones, más o menos de los últimos tres meses, el señor cháidez bonilla ha mostrado su arrastre por quedar bien con el ahora presidente municipal de tijuana y utiliza su espacio como un enorme clasificado de un hombre que solicita empleo. la dirección de comulación social del imac, dice entre líneas, no le quedaría mal. en la edición del domingo, publica una página de la toma de protesta de jorge hank, con imágenes del hombre arrogante, de su familia, de su presencia en una iglesia, y de algunos panistas, pero nunca se capta el derroche ni el populismo del evento. sabemos que el diario el mexicano es priista y tal vez le costaría el empleo al señor del clan sarabia. por ello, debería evitar hacer el ridículo con ediciones de ese tipo y buscar de otra forma ocultar su humillación y su búsqueda de empleo» [posted by fausto ovalle @ 10:11 AM].

—Güel, güel. Pero los camaleones arribistas, según sea la ocasión, modifican sus esquemas. Así, quien antes comulgaba a favor del «Seminario de Cultura Jorge Madrazo» y del «Reino cultural de Jorge Hank Rhon» se ha vuelto partidario de las apuestas politiqueras de la «Petunia» (o sea, del entrante desgobernador Lupillo Osuna Millán). Veamos la audacia romántica del chaquetero que cambia de colores como el camaleón:

«6 de agosto. Y cuando desperté los periódicos decían que Hank Rhon había perdido por 50 mil votos. No le puse azúcar al café y, sin embargo, tenia un sabor muy dulce» [Jaime Cháidez Bonilla, Identidad, 1784, 12 de agosto de 2007].

—Pues ¿quién te entiende, criatura del señor… de las apuestas y el galgódromo? De igual manera que careces de filiación ideológica, careces de filiación política decente. Porque endenantes decías y escribías mamelucadas como éstas:

«El futuro rojo. Es prácticamente imposible que Jorge Hank Rhon haga un mal papel en comparación con Jesús González Reyes. El nuevo alcalde, con todo lo polémico que siempre ha sido, puede tener como alternativa recomponer los platos rotos dejados por Chuy. La comunidad cultural, lastimada y reacia con la última administración panista, lo que está esperando es un gobierno a la altura de la sociedad civil. El reino cultural de Hank será habitado por todos, hasta por los panistas que tanto lo odian. En esta fiesta incluso las más feas tendrán que bailar» [Jaime Cháidez Bonilla, Identidad #1633, 15 de agosto de 2004].

—Pues aitá tu pinchi “gobierno de altura”, cabrón.
—Úfame, lión. Estos tiempos, en los que la «coyuntura política» es una moda pasajera y una oportunidad chila para agenciarse un recostón como el que anhelaba pegarse la Edith González con el Meño López Obrador.
—¿A poco, tú?
—Simón. Guáchate lo que la ruca vociferó antes de que el Santiago Creel le diera pa sus chicles y la hiciera parir una chilpayata.
—¿Cuando la jaina se meneaba en el izquierdismo chaquetero?
—Agüigüi. Y en una nota farandulera que escribió Nora Marín Chiquet de la Agencia Reforma y que se publicó el periódico «El Mexicuin» en la sección Telón el domingo 26 de octubre de 2003, la actriz Edith González, a quien, supuestamente (en ese entonces) relacionaban sentimentalmente con Andrés Manuel López Obrador, declaró que ella era "izquierdista".
—Jajajaja.
—Pedo serio, mi buen. No es cura. Y con estos términos manifestó tal postura:

«Imagínense que alguien como Andrés Manuel se fije en mí y que dijera algún comentario, ¡guau!, es un halago de una persona tan inteligente, carismática... Él es de izquierda y yo soy de izquierda; a mí me encantaría».

—¿Cómo la ven con la ruca?, ¿sería verdad que tal era su posición política e ideológica?
—Pura chaqueta, similar a la del Jaime Cháidez.
—En definitiva, creo que se trataba de un mero juego de palabras que la jaina tiró pa ver si acaso pegaba su chicle con el «Pejelagarto». O sea, una ilusión fetichista como forma de apariencia que equivale a cambiarse de maquillaje para esconder las viejas manchas.
—Pero viendo el asunto por el lado amable, la morra ya está en la trinchera de Ernesto Guevara, Ernest Mandel, Alberto Mora, José Aricó y Charles Bettelheim, para no mencionar a Marx, Lenin o Gramsci.
—Por lo pronto, como dijo Rosa Luxemburgo: «sólo hay que aguardar con los brazos cruzados a que la dialéctica histórica nos traiga sus frutos maduros».
—Y entonces sí, a darse la yuca •





CAPÍTULO XXV

EL HIJO PUTATIVO DEL PROFE RUBÉN VIZCAÍNO


¿Cómo la ven?

—De plano, hermano… Este güey sí que se pasó de riatas.
—Yo ni lo conocía en persona. Pero sí estaba enterado que es un culero.
—¿Le sabes toda la machaca al bato?
—Dos tres. Yo andaba de novio con una prima del Leobardo Sarabia, hace (uuuuhhhh) ya mucho tiempo; una morrita bien buenota de Sinaloa. Y el Leobas y el pinchi Cháidez eran superamigos. Y pues, por ese lado, me llegaban todos los borregazos y, en las coladas que me daba, me enteraba de toda la machaca habida y por haber que se meneaba en el submundo de la culturosada tijuanense.
—Órale… ¿Y qué pedo?
—Al parecer el Leobas le ayudó mucho al Cháidez, cuando este güey andaba de perro valiendo madre. Fue en una época en que el autor de los «Frivolitos de la olla» andaba muy mal, tanto económica como profesionalmente. Tanto así que el bato lo acomodó en dos tres empresas periodiqueras cuando lo chisparon del Zeta; posteriormente lo conectó como lorocutor de Estéreo Frontera y le dio jale de aviador en el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC).
—Ahhhh.
—Le dio hasta caldito de pollo para el alma al pobre cabrón.
—Jijijijijiji.
—Por eso lo admiro al pinchi Sarabia.
—Oye, pero el bato qué marica ¿no?
—¿El Cháidez?
—Simón. No el Sarabia.
—Pinchi bato. Quiere criticar pero no le gusta que lo critiquen. Y cuando lo critican comienza con su chillona el joto.
—Ajá. Y además es un tarado.
—Raúl Rincón, igual que tú, dice también que el bato es un culeis.
—Cuando solicitaste que lo expulsaran del FOCUC se pegó una encabronada.
—Jajajajaja.
—Se lo merece por ojete. Además, es un cabrón que no tiene güevos.
—Ay, este hombre me está amenzando… atentamente el Jaime Cháidez.
—Jajajajajajaja.
—Jaime Cháidez y el reino cultural de Jorge Jan Rhon.
—jajajajajaja.
—Sí, sí te creo eso que dices del bato. Porque, recuerdo, que al profe también le hacia dos tres gachadas. Y Vizcaíno, cuando se daba tinta, lo agarraba y le pegaba dos tres cagadotas. Le llegó a hacer algunas cositas muy reprobables. Le agandallaba las páginas del suplemento nomás pa meter sus pinches cuentitos de gallegos.
—Sí. Por ejemplo, también buscaba la manera de obstruir a los allegados del profe que no eran de su agrado. A nosotros, que siempre publicábamos textos en el suplemento y que teníamos la puerta abierta allí, el Cháidez nos quitaba para darle prioridad a sus compinches.
—Lo siento mucho, nos decía el profe. Este cabrón del Cháidez otra vez me la volvió a hacer.
—Y es que el güey siempre se la pasaba haciendo roncha en las oficinas del «Mexicuín» y desde allá pues manipulaba y creaba la intriga para sacarnos de la jugada.
—Y cálmate… pa qué te cuento…. Dicen las malas lenguas que la Algrávez, antes de que ocupara el puesto de directora del IMAC, el Cháidez se encargó de borrarle todos loa archivos de la administración saliente. Peló todo lo que había de registros en las compuiúres y no les dejo nada.
—Para fregarse a la Liz Algrávez.
—Exacto. Típico trabajador resentido que se lleva hasta la cafetera y el papel del baño.
—De eso se habló mucho. Y no lo dudo ni tantito del Cháidez.
—Y es que todo mundo andaba en contra de la Algrávez en ese tiempo. Se la querían fregar por donde fuera.
—Y el bato, obviamente, se presto pa ese jale.
—Aunque hubiera sido mejor que el Leobardo repitiera en el cargo de director del IMAC; porque aquella cabrona no hizo nada.
—Y el Cháidez hasta recibía lana por debajo de la guara, como recibían el Erasmo Katarino Yépez y el «Príncipe del Pochoño» en calidad de titiriteros.
—Sí, agüevo.
—Les daban sus chequecitos de Navidad a los zánganos.
—¿Y cuando el güey dijo que el profe Vizcaíno lo tenía como un hijo putativo?
—Jajajajaja.
—¿Cuándo la Mélida Ojeda lo puso en su lugar al pendejo, y el calló todo el hocico?
—Simón.
—Jajajajajaja.
—¿Qué fue lo que dijo? A ver, platícanos.
—Jejejeje.
—El idiota casi casi se pone a decir que el Rogelio, el hijo de Vizcaíno, repudiaba a su padre.
—La cosa estuvo así: una tarde en el CECUT, a propósito de un homenaje que se le rindió allí al pro Vizcaíno, el Cháidez, que en ese momento figuraba en calidad de moderador en dicho evento, comenzó a soltar su verba salivosa diciendo que él apreciaba mucho al profe y blablablá, agregando que don Rubén veía en Cháidez al hijo… al hijo…
—Al hijo putativo. Jajajaja.
—No, no dijo eso.
—Dijo el hijo ausente. Porque Rogelio, el hijo del pro estaba lejos, y no mantenía una relación filial con el ruco y que por eso el Cháidez llenó ese hueco que había entre padre e hijo. Y etcétera, etcétera. Entonces que levanta su manita la Mélida Ojeda para opinar al respecto y… chacuacuás. Que se le empiezan a caer las quijadas hasta el ombligo al pendejo del Jaime Cháidez.
—¿A poco, morra?
—Sí.
—¿Qué fue lo que dijo la Mélida?
—“Oye, yo nada más quiero agregar esta opinión que yo tengo según lo que a mí me toco vivir junto al profesor Vizcaíno” —dijo la ruca.
—¡En la madre!
—Y se le arrancó al batillo. La Mélida, cuando amacucó el micrófono, soltó el avispero sobre las nalgas del Cháidez: “Pues yo nada más quiero decir que conocí muy de cerca al profe, pues yo fui su secretaria por algunos años y tuve acceso a muchas cartas que su hijo Rogelio enviaba al maestro. Pues me tocó, como parte de mi trabajo, organizar el material y los textos del profesor y, por ende, supe del contenido de muchas de esas misivas y quiero aclarar que entre el profesor y su hijo Rogelio siempre existió una buena relación, tan así que recuerdo que varias de esas cartas comenzaban de este modo: «Amado padre»”. Y nunca fue un hijo ausente y blablablá…
—Como diciéndole al güey del Cháidez «no digas pendejadas; no sabes ni lo que estás diciendo, baboso».
—Jajajajaja. Se le cayeron los calzones al pobre cabrón.
—Exactamente, y calladito se quedó. Cerró la mamadora y no dijo nada.
—Ve nomás las estupideces. Pinche bato gandalla •





CAPÍTULO XXVI

EL PRO VIZCAÍNO HOMENAJEADO POR LOS FARISEOS


Los fariseos tijuanenses se pusieron contentos por dos razones; una, por que ya calaquió el profe Rubén Vizcaíno y, la otra, porque gracias a su petatiada, y en sus costillas, celebraron y seguirán celebrando guateques dizque en su honor. Ahora, escondiendo su cinismo detrás de la capucha institucional, se juntan quienes más lo detestaban y lo ninguneaban. El CECUT, el periódico «El Mexicano» y la UABC se engalanan con inservibles y oportunistas homenajes para profe Vizca.

—¿De esa manera honran la memoria del profe?, ¿gastando en ediciones que solamente servirán para que los encargados de su gestación se paren el culo? Mientras ellos se lanzaban a la balumba, doña Rebequita, la guaifa del pro, agobiada entre la soledad y la tristeza, apenas podía sobrellevar una pavorosa situación económica, de extremo tal que algunos residentes de Playas de Tijuana hasta pedían coperacha en reuniones del Club de Leones pa que la doñita se agenciara unos cuantos duros a fin de comprar su pipirín y los medicantos que necesitaba.
—¿No hubiera sido mejor reconocimiento y homenaje al profe, crear en favor de su señora viuda un fideicomiso para que la ruca se solventar sus necesidades más apremiantes?
—Agüevo. En lugar de andar tirando la marmaja en ediciones que solamente leerán dos tres culturosos y que terminarán empolvadas y telarañosas en alguna bodega oscura y húmeda?
—¡Qué poca madre! Deveras.
—¿De qué han servido las medallas y diplomas en cuero viejo y demás corcholatas que en vida le endosaron al profe? Un paraguas roto en la tempestad es la distinción de «Forjador de Baja California» (1998) que le otorgó el la fundación Acevedo, del municipio Playas de Rosarito; un tilingo metalón devaluado es la medalla de honor «Adalberto Walther Meade, promotor de la Cultura» (2001) que le otorgó el Congreso del estado; un sonajero fetiche como fue el «premio al Creador Emérito» (2002) que le otorgó el Fondo para la Cultura y las Artes de Baja California; émbolos de la nada son los nombres del teatro universitario de la Universidad Autónoma de Baja California y de un COBACH de la ciudad que llevan la nomenclatura Vizcaíno Valencia.
—Compungidos y gimoteando una nostalgía efímera en favor del pro, mientras su ñora quedó abandonada a su suerte y extendiendo su manita vacía para recibir la dádiva de los fariseos tijuananenses y demas monjes samaritanos del neopragmatismo.
—¿Qué no fue mejor destinar esa firula, que se fue por el caño, para apoyar a la doña, guaifa del pro?
—Ah, sencillamente a ellos eso no les importó, lo que querían era darse bombo y decir: "¡Mira qué chingonería escribí acerca del profe Vizcaíno!" •



CAPÍTULO XXVIII

EL CAEN Y EL CECUT


En el semanario sicologista-esotérico-cuasiliterario «Bitácora», edición correspondiente al 8 de diciembre de 2004, se publicó una «carta» en la cual la Raquel Presa, directora del grupo teatral «La pequeña compañía», expone una serie de opiniones non gratas respecto de la «XXV Muestra Nacional de Teatro», llevada a cabo en este flamante y «cosmopolita» culo de San Diego los días 19 al 27 de noviembre de 2004. En su misiva la Raquelín pone el fuego en la mecha; sondea y saca a flote algunas corruptelas, trapacerías, cochinadas y jediondeces que se ocultan detrás las engañosas apariencias de tres infuncionales changarros del espectáculo cultural y, además, pone al descubierto las chambonadas de los buenosparanada que los capitanean.

—¡Adio?
—Por orden de presentación la ruca de refiere, en específico, al «Centro de Artes Escénicas del Noroeste» (CAEN), al «Centro Cultural Tijuana» (CECUT) y a la «Escuela de Artes» de la UABC. Cuando la mina sacó a balcón la cartuja, hacía las veces de director del CAEN el batillo de nombre Daniel Serrano; una mediocridad andando que, sin un gramo de ética y pudor, no perdía oportunidad en el trapicheo de mamar en calidad becario del «Fondo Estatal para la Cultura y las Artes». El mentado CAEN, decía la Raquel pretende erigirse como el máximo representante de las manifestaciones teatrales que se producen en la localidad.
—¡Bah! Patrañas de pájaros nalgones.
—Ciertamente. Y «esto es falso», puntaba la mina en su quejumbrante misiva. Y agregaba sus razones: «no nos representa de ninguna manera porque en el CAEN no sólo se denigra la ilusión de sus alumnos, sino que también tanto presupuestos (que desconocemos) como convocatorias, se quedan en el provecho de dos o tres personas —irregularidades que se dan por falta de ética y respeto—».
Neta que sí. Y el tabuco ese donde, cachetonamente, se las milongueaba el Serrano estaba más cerca de semejar a un inmundo garito que a una institución formadora de teatreros.
—Y del Centro Cultural Tijuana, ¿qué hay, bato?
—Del elefante blanco que todavía pilotea la ñorsa Teresa Vicencio ni falta que hace descorrer sus velos. Todas sus funciones y facultades están comprimidas en una nefasta política segregadora, elitista, oropelesca y parasitaria. El CECUT es un infecundo organismo público que se desentiende de sus fines; y únicamente hace ruido y es incapaz de prestar una acción generosa a los artistas independientes. Si tiene existencia es solamente para que no se diga que carece de domicilio. Los principales distintivos que ostentan sus —dizque— promotores culturales son la indiferencia, el sumergimiento en la mayor pereza del mundo y empeñarse cada día en no hacer nada •





CAPÍTULO XXIX

Y LA RAQUEL PRESA NO SOLTÓ PRENDA

Luego que concluyen los comentarios relativos al CAEN y al CECUT, y en el momento en que la morra comienza a poner en jaque al supuesto representante de la «Escuela de Artes» de la UABC, o sea, al mentado Sergio Rommel Alfonso, compinche del Norzagaray y del Daniel Serrano y que, además, la juega de «crítico literario» en el semanario «Bitácora», la directora y el subdirector, Alma Delia Martínez y Raúl Linares, respectivamente, se ojetean metiéndole tijera al libelo de la Raquel; obviamente para encubrir las chuecuras y barbajanadas del tal Rommel, pretextando falta de espacio y, en consecuencia, remitiendo a los lectores al ciberespacio. Y ésta es la mamelucada con la que salieron los chapuceros de la «Bitácora» para justificar la tarascada censurera:

«(NOTA DE LA REDACCIÓN: Por falta de espacio presentamos sólo un fragmento de la carta enviada por Raquel Presa. Quienes deseen leerla en su totalidad, pueden visitar nuestra versión electrónica: ww.bitacora-tj.com a partir del jueves 9)».

Los machincuepas de la «Bitácora» capuchinearon la publicación de la carta de la Raquelín, específicamente en el punto que la morra hace referencia a la conducta hostigadora del bato de nombre Sergio Rommel Alfonso, precisamente donde este güey le ajera a la ruca pa que suelte prenda y echarse con ella un polvo en el trivial del amor; invitación que el güey camuflajea mediante la muletilla clásica «vamos a tomar una copa».
—!Juát, madafáker?
—Como lo oyes; el bato se la quería playar. Pero como las cuerdas del honor son vibrantes y sensibles, la morra de volada le paró los tacos al jariosón.
—«¡Oh, mujeres inocentes, desgraciadas y perseguidas!», exclamó Vautrin, uno de los personajes creados por el autor de «Papá Goriot».
—Y de eso estaba muy conciente la ruca. Así que al bato, como dirían los cholos, se le cayó el cantón. El resto de los detalles que la ruca desmenuza en su carta, acerca al del frustrado «affaire» que acabó en desaire, y que no publicó Bitácora, toda vez que los macizos de la gacetilla son jomis del calenturiento Rommel, apareció publicado en el suplemento «Identidad» del domingo 12 de diciembre de 2004. Transcribo a continuación un cacho del resto de la masiva que solapadamente omitieron los bitacoreros:

«Creo necesario evidenciar este hecho —se refiere a la quemada que el dichoso Romnel le dio a la ruca pa ir ablandando filete— porque paralelamente a este proceso del "montaje", el señor Sergio Rommel me estuvo insistiendo en repetidas ocasiones vía correo electrónico y teléfono particular y celular, para que "nos fuéramos a tomar una copa", cosa que yo solamente hago con mis familiares y amigos, y por supuesto, él no es ni una cosa ni otra, por lo tanto rechacé su invitación en repetidas ocasiones, incluso aclarándole que me sentía acosada por su insistencia, a lo que él sólo sonreía sarcásticamente. Paralelo a todo esto hace su "crítica" de una puesta en escena que no es tal, destacando en dicha crítica mi deficiente trabajo e imperdonable falta de pronunciación de la palabra compartimento, (dije compartimiento, según él). • De esto me llaman la atención dos cosas: • Primero que "atacara" sin piedad un trabajo escénico que el mismo produjo a través de la UABC, destacando como ya dije una mala interpretación de mi parte (mencionando dos veces mi nombre) y de mis compañeros, y de la desafortunada dirección de Arreola, maestra de la UABC y por ende, que se ponga en entredicho tanto el trabajo de manera independiente que estamos realizando los creativos en la región, tanto como el prestigio de la UABC, lugar donde trabaja. • Segundo, que publicara la "crítica" en la revista Paso de gato en nivel nacional. De lo cual me queda la sospecha que ésta conlleva frustraciones personales e intereses que intuyo pero que desconozco. • Expongo esta situación, no porque crea yo que es importante mi vida o porque crea yo que el señor Sergio Rommel no tenga derecho a sentir y/o tener necesidades biológicas, o sus gustos a ciertas personas, sino porque creo que la gravedad del asunto radica en que es un funcionario público de la cultura en la UABC, funcionario que está para facilitarnos el camino a los artistas, para crear un vínculo de trabajo con la misma, con el respeto que me compete a mí y a cualquier ser humano que se presente frente a él. Afortunadamente ha dejado de insistir hace un par de semanas, y espero y le solicito que a partir de este momento, sea para siempre».

—Cayó el peso de la excomunión culturosa sobre la ruca por no mutilarse.
—Como suele suceder y, en contra de la insurrección femenina, no se utilizó más argumento que la acusación froidiana de envidia del pene y el estatus de la mujer en la sociedad fálica:

«La célula sexual masculina se halla dotada de actividad y movilidad, y busca a la célula femenina, es decir al óvulo, el cual espera inmóvil y pasivo. La conducta de los orgasmos sexuales elementales constituye, de hecho, el modelo de la conducta sexual de los individuos durante el coito» [Feminidad, p. 114].

—Y, porqué no habría de ser afanoso en pedirle las nalgas a una mina de Tijuana el mentado Rommel, si la perrada de Tijuana «la ugly» es tan «excéntrica» y dispuesta a «vender su alma al Diablo», según voncinglea el filósofo chicalense Norzagaray.
—Pues, así están por estos lares estas locas tentaciones donde triunfan y claudican milongueras pretensiones. Y al bato se le ha anclado muy adentro de su pobre corazón la tesis de que a cualquier mujer de este rancho «cosmopolita» se ha de llevar a la cama con sólo tronarle los dedos cuando se consiga la erección.
—Ya me imagino: «¡Ahí está fulanita!, ¡cógetela! La ruca es de Tijuana, dispuesta a venderle el alma al Diablo porque su destino es la descompostura moral. Está como loca, aullando, porque le destraben la aldaba».
—Sin embargo, el palo se le hizo de agua. Y sucedió lo mismo que aconteció en un baile de máscaras en la madrugada: al potencial matador se le cayó el antifaz del deseo mezquino de limar varilla y, cuando reviró quedaron frustrados sus ensueños concupiscentes. Luego, cargando un exceso de amargura, se quiso cobrar a lo chino el apretón de la jaina.
—El bato fue pendejo porque la venganza es una debilidad vergonzosa. Corrió tras un jamón y se encontró con una silueta de humo; entonces le vinieron los íntimos dolores de cojones, lanzó gemidos de despecho porque no se hizo de mulas y no tuvo más opción que pegarse una pajueliada o hacer un hoyo en la pared y meter por ahí la bichola para desfogarse.
—Ya se imaginaba que estaría dándose la yuca en un cuarto de hotel, con luces azuladas, cama redonda y espejo en el techo. Pero, ¡oh, desilusión! Esa faena lúbrica no se concretó; el ansia se le esfumó como se pierde el vapor de los lagos al elevarse en el vacío; proscenio de flores que no germinó ni siquiera en aburrida tertulia cafecera.
—La maniobra valió queso •





CAPÍTULO XXX

LA CHICALI CONTRA LA TIJUANA


Ay, mi Tijuana. La putota frívola y salerosa. Ay, mi Tía Juana. La bolseadora de borrachos. Ay, Mi Tijuanaca. La vieja más trucha pal gane .

—En cambio, la Chicali, siempre ha sido la carnala desavisada que recibía la ezcurribanda, la ropa usada de la hermana desbragada. Bien que me acuerdo. La Chicali era una chamaca desnalgada, de chichis trefes; la damisela con el cutis de pepitoria; a la que ningún chichifo galanteaba; la que preferia ser novia del tortero. En tanto que la Tijuana, pesca puro bato gringo y, pa tumbarlo, inmediatamente le suelta el cacharro. Mientras jalonea polvo (cual si fuere oso hormiguero) y fumando mota, roca y crico. Pero lo que ustedes no saben es que, un buen día, los malos rebatos de la chica Chicali fenecieron y ella se transformó en una chica «cosmopolita».
—Ay, güey.
—Sí. Así como lo oyen. Cosmopolita, pero recatada. Y es que la Chicali abandonó la pocilga donde cantoneaba y se amancebó con un notable político chilango que la sacó de la piojez e hizo de ella una escrupulosa mujer, protectora de los indigentes y de los niños de la calle. Y como era una samaritana, sacó del banco el dinero que su amasio le heredó y mandó construir escuelas, albergues y orfelinatos. Y hasta le tendió la mano a su carnala la gamberra, pero ésta la rechazó y empezó a quemarla y a menospreciar las obras de magnitud benevolente que la Chicali altruista se dispuso a realizar.
—¿Porque?
—Pues, solamente porque las estaba llevando a cabo en una región desértica y terregosa. Pero la neta caponeta es que la Tijuana ardía de envidia. Y De eso se dio cuenta un batillo que le andaba tirando los perros a la Chicali. Y el güey, que sí quería pedo serio con la Chicali, de volada le paró los tacos a la Tijuana y la puso en su lugar. Recuerdo que hasta le leyó la cartilla bien culero a la leandra.
—¿Y que le dijo, tú?
—Pinchi Tijuana suripantosa, ni siquiera te preguntaré si tienes ganas de coger conmigo. Simplemente me montaré en tus nalgas y le rendiré homenaje a mi chichicuilote. Te lo meteré en tu apestosa chocha multiusos. Aunque presumas de aire señorial no dejas de ser una vil arrabalera. Deberías aprender de tu hermana; ella sí es toda una gran señora.
—¡Uta! Qué chinga le paró a la Tijuana. ¿Y se la abrochó?
—Eso sí quién sabe •



CAPÍTULO XXXI

LUKINFOR ELIZABETH ALGRÁVEZ


Buenos días. ¿Ustedes trabajan para la señora Liz Algrávez?

—Pero... ¡coño, que trabajen los burros y los tractores! Nuestro tiempo es precioso y debemos dedicarlo no a la actividad cultural, sino a jugar al conquián o a lanzarle bolitas de papel ensalivadas al tameme que va por las tortas; a moverle las nalgas al gendarme de la esquina para que se le caldee la guasaina y a espantar los gatos que se asolean en la barda que está enfrente del cubículo de nuestra señora directora —me vocifera muy ufana una de las becarias, víctima de la manía de acostarse con cualquier pelafustán que le pida el cacharro, y, sin conservar la menor dosis de pudor, concluye—: Y si usted piensa que trabajamos, está muy equivocado.
—¡Oye, cabrona, no pises ese pinchi libro! —le grita a mi interlocutora un tipo dientes chuecos, con lentes de culo de botella, que vegeta detrás de un despostillado escritorio.
—¡Ay, güey!, ni me había fijado que estaba arriba de esa madrola.
—¡Levántalo, perra! Es el que siempre lee la dire Algrávez. Hasta se lo dedicó el autor.
—¿Quién es? —pregunta, al momento que se agacha para recogerlo y ve su portada—: «Volar por el pantano»… Cuauhtémoc Sánchez. Qué chulada de libro; ¿dónde lo pongo?
—Déjalo aquí encima de este mueble, y atiende a la persona que hace un rato hablaba de los libros que mandó a editar la jefa.
—Oh, sí.

[Mientras espero, leo un papel que está pegado en la que parece ser la puerta de un escusado, y sobre el cual han pintado con plumón este aviso: "SI BA A USAR EL WC YEVE SU PAPEL". Más al fondo, en un rincón semioscuro, se encuentran apilados un montonal de periódicos amarillentos, cubiertos de una gruesa capa de de polvo, cincho que son parte de la basura que les dejó el Leobardo Sarabia cuando calentaba el sillón de director del instituto culturoso; recargado entre el piso y la pared, esperando todavía que lo cuelguen, reposa un cuadro que porta una fotografía de quien era desgobernador del estado, Eugenio Elorduy Guálter, un gabacho muy chistoso que acostumbra llevar atornillada en su calva una gorrita de pelotero; la imagen del ruco apenas resulta visible debido a la mugre y manteca adheridas al vidrio; sigo recorriendo con la mirada el interior del changarro que pilotea, y a veces habita, la autora de La mujer habitada (ah, la ruca también es poeta); de pronto, alcanzo a divisar un par de pantuflas de peluche que se orean encima de una mesita-buró, están demasiado desteñidas y muy tostoneadas de los talones; me imagino que son de la directora y las usa cuando siente machín la represión de los juanetes... —En eso llega la morra y me saca de mi contemplación].

—Ay, sorry por la tardanza —me dice, sin dejar de tronar el chicle que mastica, al tiempo que frota con los dedos una estatuilla del Cantinflas qué luce en el mostrador— Mire, ni con la intervención de la Divina Providencia la gente que aquí dizque chambea es capaz de teclear un prólogo, sea de cualquier libro. Nos irrita trabajar.

Me despido de la miembrilla de la institución buenaparanada (con gusto me la cogería si tuviera las nalgas tersas). Qué manera de mirarme a la bragueta. La próxima vez que visite el IMAC me voy poner un calcetín —hecho bola— entre los tanates y la trusa pa que la jaina se quede de a seis. Al cabo ya lo dijo el Chapulín Colorado, parafraseando un proverbio takataka, muy en boga durante la dinastía Fuang Dong Suh: «Es muy fácil defender la mentira; lo difícil es defender la verdad» (¿o es al revés?).
Una vez que aterrizo en mi cantona, monto mis tepalcuanas de chango tuberculoso en la silla que está junto a la mesa donde escribo, y prosigo con la faena. Mientras tecleo vienen a mi sesera ciertas palabras de Darío:

«¿Veis? —El protagonista es el poeta, siempre el poeta, solo, desconocido, abandonado, hambriento, casi un mendigo, y, sin embargo...».

Y sin embargo, en un acto de poesía busca la caridad en el espectáculo de la vida, degradando su inspiración, prostituyendo el yo en el burdel de la vanidad pragmática, donde habita esa cusca de ojillos arrogantes que de cultura trasmutó en culturilla, para deleite de literatos sofistas.

—¿No es atractiva la estulticia?
—Pues sí, pero más vale no engañarse, porque al final de cuentas —ya lo repetía Abigael— «la culturilla, / la vida esplendorosa, / putita, / zaumadora, / salamera, / mafiosa, / cuatísima, / buenaza, / convenenciera / sigue siendo / un lírico / sorbete / de cagada» •



CAPÍTULO XXXII

UN CEREBRO DE FRUTILUPIS REMOJADO EN LA CHOMPA


Existen por estos lares fronterizos panegiristas que sobrepujan una falsa condición de críticos literarios y que, cuando no ocupan su tiempo a rascarse las bolsas testículares, se dedican a ondear con la mayor frescura, como si fuera publicidad pagada para saldar nómina, retorcidos camelos. Leamos la patraña que difunde este anacoreta cultural que, por masa encefálica, cinchado, trae un «Frutilupis» remojado dentro de la chompeta:

«Existe la dramaturgia tijuanense y el primer volumen de El margen reversible no sólo da cuenta de ello sino propone un canon».

—¡Ja-ja-ja!; ¡cállate, huevón!
—Y ¿a que ni se imaginan quién es el autor de esta tropelía? Lo adivinaron, el tal Checo Rommel Poncho, que, además en su deslenguada cháchara no baja de chinguetas al zampaboñigas del Serrano. Guachen cómo este quitapelillos le cocina alabanzas en la Bitácora (#399, 11-VIII-4):

«Serrano, que tiene en su cuidadoso oído y claro sentido de composición sus virtudes más evidentes como dramaturgo...» [Epílogos, p. 3].

—Apreciables lectoras y lectores, pido a ustedes mil disculpas (si al terminar de leer acabaron en violentos vómitos). No fue mi intención causarles tal descompostura estomacal. Créanme que yo también devolví los tacos de suaperro que me fleté. Así que, mientras me tomo un té de manzanilla con tumbavaquero, le voy a pedir un paro a don Erasmo pa que le siga por mí y no se queden con el Jesús en la boca esperando saber qué cara puso el lisonjeado.

—¿Listo, don Erasmo?
—¡Simón que yes, carnaval!
—¡Arre, Lulú!

«El elogiado, aun fingiendo rubor, hace la rueda y yergue la cresta, como el pavo real, mientras el desvergonzado adulador equipara con los dioses a aquel hombre de nada y lo presenta como absoluto ejemplar de toda virtud, aun sabiendo que dista mucho de cualquiera de ellas, que está vistiendo a la corneja de ajenas plumas, blanqueando a un etíope o haciendo de una mosca elefante» [Elogio de la Locura, p. 19].

—Yo acabo sumido en un sopor letárgico.



CAPÍTULO XXXIII

SOPA MARUCHAN Y JATDOG CHILANGO


Para que los lectores y lectoras se acaben de indigestar del pendejismo que se adoba por estos terres de la Tía Juana, pasaré a dar fe de las serviles y jactanciosas estupideces cuya autoría se debe al Daniel Serrano, quien ahora goza con el mate lleno.

—Qué tiempos aquellos —que ya no quiere recodar— en que esta moza albilla (hoy trueca en cortesana) llegó a la Baja California procurando la parola de un paisano caborqueño en aras del aposentillo pecho amarillo, taloneando jodidamente una cuilta y una sopa Maruchan. Aún lo recuerdan quienes lo vieron llegar; traía unas medias rotas, zapatillas viejas (sin tapitas en los tacones), no usaba perfumes ni desodorantes.
—Un castrapuercos olía mejor.
—Cuando —bien— cenaba era porque se zumbaba un jatdog chilango (un birote con un plátano en medio).
—Este figurón de la escena culturaloide que se dice autor de obras de teatro, pero solamente enhebra bagatelas desechables, ristra de palabrucas inanes, y no podía faltar el güey como otro ungido en «El margen retachable». Lo exhiben en el escaparate del libro I (dramaturgia) con una cagarruta titulada «La conquista del Gordo»; texto melcochero cuyo resultado escénico es un jandicap que se arrastra sin muletas por los callejones basurientos del simplismo y la trivialidad. La estructura del diálogo de los personajes es endeble, pues no contiene una mínima dosis de carga dramática ni indagaciones sicológicas; su sello estilístico es la chabacanería que intenta colarse como barrabasada existencialista. Su dizque obra teatral es una exposición burda de situaciones subjetivas que no sobrepasa la cáscara que envuelve a los verdaderos conflictos internos. No hay manera de encontrarle aciertos dramáticos; la secuencia brincotea de la acción a la anécdota.
—Y de nivel estético ¿cómo anda el birote?
—¡Cherap, madafáker! Ni me preguntes eso. Al bato le funciona el cerebro como si fuera el intestino grueso.
—Oye, bato ¿es cierto que este güey del Serrano le gusta mucho olvidar la ética?
—¡Ni la conoce! Es un cretino del doble discurso. Definitivamente, sí; es su especialidad. Guacha, revisa esto que publica otro cretino doblecara, el Jaime Cháidez, padrotín del suplemento dominguero de «El Mexicuin». Es una notita tocante a la presentación del libro de un poeta llamado Roberto Gómez Bolaños en la pasada «Feria del Libro de Tijuana». Tripea el pedo, carnal, pa que te enteres de la clase de alimaña que es el mentado Daniel Serrano.

«Ahora que el Chéspiro recibió las llaves de la ciudad de Tijuana, mientras presentaba su libro "Y también poemas...", uno de los comentaristas de tan magna obra fue el caborqueño cachanilla Daniel Serrano, el muchacho que cobra como director del Centro de Artes Escénicas del Noroeste y del taller de teatro de la UABC en Tijuana. Ese día, Serrano recordó que nació en Caborca y la televisión [o sea el televisor], que los viernes miraba el programa de Chespirito, que después le tocó estudiar en Televisa y conoció en vivo a los personajes de la Vecindad [del Chavo del 8, ofcurs], y que ahora que trabaja en el CAEN, cuando tiene que explicar la comedia siempre pone como ejemplo a Gómez Bolaños. A Serrano le pareció que el libro del cómico tiene una métrica perfecta, además de la rima y el acento. Reconoció el riesgo y acierto de sus octasílabos y la presentación de los versos en formato antiguo» [Identidad, #1572, 15 de junio de 2003].

—Qué diagnóstico tan ajustado a la realidad el del Serrano. Símbolo vivo de la estética lukacsiana. Qué método; revisa con celo de taxidermista esa magnificencia.

[catarata de risotadas]

—Obstinación cortesana, pariente.
—Con esa puñetera lisonja ya debe tener un ropero lleno de videocasetes grabados con los programas del Chavo del 8 para utilizarlos como respaldo teórico en sus profundas disertaciones de esteta de la dramaturgia.
—Déjate de mamadas y lica otro apunte del colega y compita del Serrano:

«Tantos elogios fueron dignos de sospecha. Busqué en el archivo personal (que en realidad son viles cajas de cartón donde agrupo papeles, periódicos y notas que llaman mi atención). Y sí, en efecto, apareció el corcho. • Serrano cambió de piel en unos cuantos meses. El lunes 25 de noviembre de 2002, Daniel publicó en el periódico Frontera, de Tijuana, en su columna "Artificios", que Chespirito es "un pésimo poeta"».
—¡Chetos, qué criatura tan decente! Esa pinchi hipocresía amerita un estudio tomista-froidiano.
—Son los gajes de un periodismo repetitivo y adulador que cambia de colores como el camaleón, según la ocasión. Después de surtir de mierda a don «Chéspiro» le clinea el esfínter con la lengua y casi pide su canonización en el Monte Parnaso.
—Ai ta la prueba de que los valores e intereses materiales condicionan a la conciencia.
—Bien lo dice el Cháidez (aunque mordiéndose la lengua, porque es igual de hipócrita que el teatrero reseñado) al rematar su articulejo: «Unos cuantos meses bastaron para que el "pésimo poeta" fuera presentado por Serrano y los vituperios se convirtieran en elogios».
—Ahorita carburo aquellas palabras de Luis Cernuda que soplaban más o menos esto:

«Lo cretino, en ti, no excluye lo ruin. Lo ruin, en tu sino, no excluye lo cretino. Así que eres, en fin, tan cretino como ruin» [Respuesta].

—En lo que a miguel toca, ya me estoy creyendo el aforismo que leí en un libro de don Nikito Nipongo: «Cualquier tarado se siente homo sapiens» •






CAPÍTULO XXXIV

ESOTERISMO TIANGUERO Y LITIGIO FÁLICO


El Rafael Pérez Barrón, extalachero del volante, explaca-chota-bobi-chema-cuico y exgerente de la sala de espectáculos del CECUT, junto con su guaifa, la Yolanda Cameselle suministran botargas teatreras al «libro I de dramaturgia», de «El margen reversible» (IMAC, 2004). Autor de la ramplona banalidad «El viaje» (p. 145), que le sirve de recipiente para abstraer sus penas y corajes mundanos. Zumba en el diálogo de los personajes una batahola de pendejadillas proferidas por un hombre y una mujer, al calor del choque de egos y para demostrarle al mundo cuál de ellos es el más chinguetas. Un agarrón egocéntrico entre una fémina fantasmagórica y un chofer de tráiler a lo largo de la corta escena y que concluye con un final bobalicón (casi disneyesco). Los protagonistas, trailero y etérea madmuasela, sólo sueltan imbecilidades al discutir y palabrear. Traspizonada naquez envuelta en un halo de putañero misticismo; esoterismo tianguero e inspirado en charlas de favelas. Melodrama mal nacido que parece producto de un recién llegado a la literatura que tarsa su historia con cierto aire new age (que el buen Javier Sicilia define como especie de espiritualidad de supermercado); cabría atribuirle su autoría a un chamaco de secundaria.

—Si de esta manera tan quinga se escriben las obras de teatro, ¿es gente de letras quien escribe dramaturgia?
—Pérate, te falta leer lo que escribe como teatrera la guaifa del batillo.
—Úchara.
—Esta ruca, o sea la Yolanda Cameselle, por lo que leo en su desmedrado esketchillo «Entre extraños» (p. 9), tal parece que se dedica a lucubrar en su cabecita un pésimo sentido de la relación conyugal. No hay otro asunto que tratar que no sea la traqueteada cantaleta de siempre: sexo débil versus sexo fuerte.
—El mismo lonchecito recalentado por feministas ochenteras que nos invita a refinarnos la Rosina Conde en su esketchito titulado «Cuarto asalto».
—Deja te cuento. En los enconos que generan los diálogos de los personajes prevalece la megalomanía mujeril; de ahí que el tema predilecto sea una panoplia enredada entre las viejas telarañas de la dicotomía disyuntiva: esposa ideal o prostituta institucionalizada. Obsoleto papel de viejas gruñonas, ridículas paladinas del matriarcado. Frigidez y coraje como resistencia sexual de mujeres renuentes a someterse a las condiciones óptimas de placer conscupiscente y renegando de las labores domésticas y serviles. No hay más tema que haga eco en sus tatemas.
—Si a esas vamos, qué les costaba a la Cameselle y a la Conde poner en boca de alguno de sus personajes masculinos aproximaciones emparentadas a esta didáctica milleriana:

«Se divertía degradándola. Yo no me sentía capaz de culparlo por eso, porque la morra era una perra relamida y vanidosa en traje de calle. Al verla caminar, se tenía la impresión de que le faltaba pepa. Naturalmente, cuando estaba con ella a solas, le hacía pagar caro sus aires de princesa. Curley actuaba con sangre fría. "¡Sácamela!", le decía, desabrochándose la bragueta. "¡Chúpamela!"... en cuanto la probaba, se podía hacer con ella lo que sea. A veces, él la obligaba a apoyarse sobre las manos y la empujaba como si fuera una carretilla. O si no, se empeñaba en hacerlo como los perros, y, mientras ella y se retorcía, encendía tranquilamente un cigarrillo y le echaba el humo por entre las piernas. En una ocasión, le gastó una broma bastante pesada. La había cochado hasta tal punto de que ella estaba fuera de sí. Tras de haberle pulido el culo a fuerza de metérsela por atrás, se apartó de ella momentáneamente, como para refrescarse la verga... y le introdujo por la raja una gruesa y larga zanahoria» [Henry Miller, Trópico de Capricornio, p. 180] •



CAPÍTULO XXXV

CUATACHISMO Y LAMBISCONERÍAS DE APANCHO Y LAUREL


Es una verdad tan palpable (como tentarse las bolsas testiculares recién inflamadas) que celestinas y comadronas son las consejeras del editor Gilberto Licona, macuinchepas del «Proyecto Editorial Panochín». Lo mismo sucede con la maficieta tertulera que compinchea la patasgüilas de la Aída Méndez, o sea, el grupúsculo seudopoético denominado «Apancho y laurel».

—Qué pinchi nombre tan cursi: «Acanto y laurel»).
—Y sus miembrillas son envidiosas y despiadadas, en el sentido de que no toleran que una poesía mejor que la suya salga a flote. Por eso con obstrucciones se divulga la creación literaria. El sueño de poetas desconocidos queda enterrado y su talento injustamente denostado, y los maletas acaban detentando el lugar de los buenos.
—¿A quién escogen entre todo el bulto de candidatos a publicar y a salir a escena culturosa cuando organizan sus mentadas lecturitas, si la imprudencia, la mezquindad, la mala leche y la falta de visión son los factores que determinan la gracia publicitaria del marginado esteta? Los criterios de selección que predominan son chapuceros, de bajo anaquel, y con claras resonancias de cuatachismo trufado de lambisconerías.
—Y, al final de cuentas, el birote termina en un rebajamiento descarado de la literatura, en una omnipresencia falsa, hija de la desmedida ambición y de un lirismo torpe. Para esas cabronas y cabrones la poesía no es asunto del lenguaje sino del apalabre, y lo que preconizan en su parafernalia, en cuanto a que «la cultura no debe tener límites» y que «todos somos poetas», no es más que mierda altamente concentrada. El trasfondo mentiroso se vislumbra como un intelectualismo populista que fácilmente puede ser desmentido por cualquier borracho o niño tonto: «La convocatoria de pertenecer a nuestros grupos se encuentra siempre abierta. Y todos son bienvenidos».
—¡Sí, cómo no! Y el esperma es un veneno •



CAPÍTULO XXXVI

LAS ADULACIONES RASTRERAS DE DAVID PIÑERA

Y qué tal el tratamiento cortesano que los «intelectuales» aplican como esponjoso prolegómeno de lambisconería cuando dirigen palabras de alabanza plastiquera a quienes encarnan las supremas autoridades. Voluptuoso es el deslengüe que arrojan en calidad de lisonja rastrera. Y, en cambio, les importa un sorbete la atención que merezca la vil perrada.

—Aunque se trate de hipotéticos lectores suyos.
—A la chinchina que la parta un rayo, no así al señor presidente y al señor gobernador; seres todopoderosos de quienes han recibido de rodillas y mirando al cielo, sudorosos y jadeando, la marmaja catorcenal, la beca, las aguas frescas, el filete de res bourgignon, el boleto del bingo, las tanguitas de «Jorton Plaza», el pomo de pisto levantado en la UETA de San Isidro, las comilonas de gorrión y demás chuchulucos.
—Y todo eso ¿en contraprestación de qué?
—Pues del gesto mojigato, la pleitesía obligada, y de lo más importante, de la privación de una libertad —real y concreta— que sólo tienen de vez en cuando y efímeramente, como las putas de los lupanares de pueblo que salen a la calle cuando la madrota se lo permite.
—Uh, qué cabrones.
—Ofreceré a la curiosidad morbosa una pequéña muestra de lo que puede ser capaz de hacer un académico o intelectual cuando le otorgan concesiones, le dan palmaditas en la espalda y le dicen que es un chinguetas sinigual, y él en responsiva, con alaraquienta adulación, eleva hasta las nubes al excelentísimo exvirrey Chuy González y a su flamante exdirectora de asuntos culturales, Liz Algrávez. El autor de la tropelía es el señorón, doctor en historia, David Piñera Ramírez. Estas son las adulaciones rastreras que escupió en un discursillo chorero titulado «Tijuana: un fenómeno humano fascinante» (Palabras de David Piñera Ramírez en su homenaje en la XXI Feria del Libro), publicado en el suplemento «Identidad» el 15 de junio de 2003:

«Con emoción expreso mi agradecimiento a todos y a cada uno de los asistentes a este acto. De manera muy especial al Señor Jesús González Reyes, Presidente Municipal de Tijuana, que con su presencia patentiza la atención que brinda a la cultura el Ayuntamiento que dignamente encabeza. Un reconocimiento de la primera autoridad de la población en que uno vive, toca las cuerdas más sensibles... Gracias señor Presidente. La Licenciada Elizabeth Algrávez, Directora del Instituto Municipal de Arte y Cultura, es una talentosa representativa de las nuevas generaciones de creadores bajacalifornianos. Esto es el indicador de que en Baja California se está registrando una promisoria labor cultural».

—Lo anterior revela a ojos del más ingenuo el tamaño de la crisis moral por la que atravesamos. La firmeza ética del escritor con su obra ha quedado relegada por la suplencia convenenciera de una pomposa actitud lacayuna.
—Es que el ruco cuida «las formas», como diaría el pelón Salinas de Ratari.
—Hummm. La andanada de cacayacas es archirrequetelonga, así que, para no provocar abulia en los lectores, mejor aquí le estopeamos al asunto •



CAPÍTULO XXXVII

LA CHORERA DE APANCHO Y LAUREL


De la mismísima mamadora de la Aída Méndez salieron palabras concernientes a la invitación que de su parte recibí para participar en el mentado «Festival de la Cerveza», y que la ruca organizó el día sábado 30 de septiembre en el «Jardín de la Cerveza» del poblado de Tecate, Baja California. Se trataba, según palabras de la sedicente «promotora cultural», de una lectura de poesía y arte visual en la que participaron los mismos monos y monas de siempre: el Roberto Castillo, la Elizabeth Cazessús, el Daniel Charles Thomas, la Julieta González Irigoyen, el Francisco Morales, el Omar Pimienta, el Adolfo Morales Moncada y uno que otro arrimado más, capaz de hacer lo que le pusieran enfrente con tal de lograr la efímera autosatisfacción superyóica. Convenciones particulares de la literatura, pensé yo en el momento en que la ñorsa patasgüilas me embridó a participar en tal menjurje.

—Y de cincho, le dijiste que no.
—Nel. Le dije que sٕí. Total, qué tanto puede trascender uno en esa clase de chapoteaderos; además, era una buena oportunidad para cagarles el palo a toda la bola de mamertos que iban a estar presentes (aunque ya intuía que la invitación de la ruca era puro pedo). Y, en efecto, mi presentimiento no estaba errado. Pues, faltando unos quince días para tocar fecha precisada para ese «ready-made», la Méndez se volvió ojo de hormiga y ya no dijo ni pío al respecto.
—Pinchi vieja cabrona. Nomás la jugó al magarre en acto de contrición y enmienda.
—Exacto. Formalismo cabulero, pensé yo. Y la supuesta invitación devino inaplicable para mis huesos. Consecuencia lógica de los alicientes oportunistas del «Apancho y laurel».
—Jejejeje.
—Uy, sí. Todo sea porque la poesía no se manche ni se mancille con voces ajenas a su capilla. Prueba palpable del ostensible hiato cultural lidereado por el fariseísmo tijuanense, el prejuicio y la ignorancia zafia.
—Gente como la Haída Méndez, dotada con un especie de sicología chimoltrufiana, hay por trocadas. El criterio personal es el argumento para no estar allí, panoplia de suposiciones. Todo sea por preservar los cálidos momentos de «coexistencia pacifica» en favor de los literatos y seudopoetas a quienes he criticado. Así han de mitigar sus angustias y tensiones estos artífices del mimetismo neoculterano que escriben lo que ellos creen que es poesía.
—Y ¿su reverso empírico?
—Obviamente un pragmatismo de candelabro que no va más allá del individualismo egocéntrico y de inconfundible sesgo egoísta. Como si en este muladar de figurines inflados tuviéramos un maravilloso acervo de productos letreros. ¿Figuras ejemplares y emblemáticas en el terreno de las letras? Solamente unos cuantos que carecen de humildad para reconocer otros trazos y estertores ajenos a sus pinchis cofradías. Los singultos y la pedorreas no se hicieron esperar: «A ese bato no lo invites, le ha hecho daño a mucha gente con sus críticas», entre otras intervenciones orales que sirvieron como pretexto para mandarme a la gáver.
—La ética depende y se mueve de acuerdo con los efluvios del chaqueteo y la doble elasticidad moral.
—Ese es el margen de maniobras que tiene la susodicha «estimuladora de eventos artísticos», la Aída Méndez, alienada por los determinismos narcisistas y por las cogullas de la doble feis. Ya me lo habían dicho más de tres individuos e individuas, y, asimismo, me lo ratificó «el poeta que arrastra las patas»: “la Aída Méndez es una oportunista que nomás usa a quien se le ponga de pechito; asidua a dar puñaladas traperas”.
—¿Neta?
—Agüevo. Aparte de que la ruca es una chorera y gorrona. Hasta se «sintió» por que no quise picharle unas birrias en el «Turístico» •



CAPÍTULO XXXVIIII

LA ESALÍ O EL DESFASAMIENTO LITERARIO


Como poeta (o si prefiere la cursilería de poetisa) mantiene efusión lírica, suficiente como para darles pecho a diletantes y efebos palabreros que ya se creen iluminados poetas.

—Lastima que sus versos adolecen de un estilo seco y decadente. Poesía muy trabajada al grado de convertir un cacareo de gallina doble pechuga en un fino aleteo de cisne. Sobresale el dominio de la técnica y el uso de un lenguaje poético, pero desfasado. La temática de sus poemas reflejan una visión estrictamente personal, pero sin ululación rítmica por culpa del hermetismo versificador. En cuanto al ensayo, sus construcciones teóricas, aunque importantes, carecen de una prosa ágil e incisiva. Perece que están hechos como si el lector ya naciera pensando, y no lo afirmo porque sean profundos y de excelso rigor intelectual, sino por la disrupción sintáctica en la que incurre la escribidora, asimismo, por el discurso denso, y en ocasiones cifrado, que se manifiesta a través de elementos retóricos vetustos y estorbosos. Igual que sus versos, sus palabrejas ensayescas despiden demasiado calor de invernadero. En ambos géneros, poco aprecio le guardarán las generaciones de hoy y las venideras. Considerados por esa chamacada, adicta a la imagen y a los efectos especiales, sus textos acabarán arrejolados en el yonke de las viejas palabras, tiradero de desechos arcaicos y desagradables.
—¿Cómo remediar el entuerto?
—Fácil. Que le diga a alguno de sus amigos o parientes mariguanos que le consigan una rayas de coca (pura escamita, lavadita), luego un chubi de mostaza que no sea guarumo (de preferencia pinito de Los o pelirroja de Tepic); enseguida que aviente la cois sobre la mafufa y una vez cerrado en cilindro tendrá un encanelado (también le dicen primo o campechano) que se deberá chutar con unos buenos coscorrones de tequila. Pasados 10 o 15 minutos, que le pegue duro a la poemada y verá que versos más chacalones y perruchos escribirá.
—Ah, y cuando apacigüe el agualoca y baje avión, que no se olvide de estas palabras de Campoamor: «La poesía verdaderamente lírica debe reflejar los sentimientos personales del autor en relación con los problemas propios de la época: no es posible vivir en un tiempo y respirar en otro» [Poética] •



CAPÍTULO XXXIX

LA LAVANDERÍA LITERARIA DE JORGE ORTEGA Y TRUJILLO MUÑOZ


Un menjurje que llamó mi atención mórbida es el deschongue teórico en el que se han involucrado el Jorge Ortega y el Gabriel Trujillo. Por medio de planteamientos de réplicas y contrarréplicas que publicó el sicologista tabloide Bitácora (números 399, 400, 401 y 402), se aprecia que los egos de estos dos batillos sulfuran pasiones similares a las de los desenamorados que se arrojan a la cara trompadas de despechos.

—Jajajaja. Y ell Ortega se ha emputado porque el chamán de la letras chicalenses le ha dicho que vale verga como crítico literario y lo sitúa al lado de los analistas líricos. Pero, a la vez el Ortega, renegando de su gran patriarca cultural, del "hombre que más tinta ha invertido en la literatura de Baja California", le cuestiona la investidura de crítico literario que el mechudo ostenta, y lo llama "maniqueísta", "convenenciero extraliterario" y luego le abomba un tiro en la boca del estómago, al momento que le refuta al mesías su charola de superficial enjuiciador letrístico. Dice que "más que crítico literario, Gabriel Trujillo es un historiador de la literatura".
—Es un pugilismo comadrero en el que afloran algunas netas, pues ambos se cantan dos tres verdades. Lo que Trujillo dice del morro, respecto a que como poeta sí la arma, mas no en calidad de crítico, estoy de acuerdo con el barbón.
—Exakatamente, como dijo el capacho takakata. He venido siguiendo con mis lecturas los artículos que el Ortega cocina y exhibe en la Bitácora y concluyo que es un impresionista como teórico de la estética literaria, a parte que su escritura conduce a laberintos metafísicos de exposición rancia y discurso de palabrería densa, en ocasiones, difícilmente digerible para el sentido común de la perrada que lee sus reseñitas.
—Ese pedo tambien a míi me lo han comentado más de cuatro jainas y güeyes que relativamente se mueven en la machaca letrera. Al bato, o sea al Ortega, le falta claridad y sobriedad racional. Y no es que asuma actitudes de poeta al teorizar, sino que se enreda en maromas mentales, aunque es cierto que la actividad del crítico y artista se complementan para lograr una sustancia eficaz.
—Y en que lo toca al Trujillo, tiene razón el Ortega, pues el chamán no pocas veces gusta de nadar en estanques de aguas sucias y malolientes, echándole porras magistrales a babosetes que no tienen aptitud ni siquiera para redactar decentemente la lista del mandado. Y asimismo, el morro no yerra cuando sostiene que el barbón —aunque no siempre— se metamorfosea en historiador de la literatura en vez de obrar como un crítico literario. Bueno, basta ya de chismorreos. Ya no los quiero enfadar con esta molonqueada, suscitada entre estos paisanos del desierto cachanilla, que a estas alturas, con quebrada, y se andan regresando los libros que mutuamente se regalaron cuando se conocieron, los monjocitos de cabello del 14 de febrero, las barbis y los soldaditos que intercambiaban •



CAPÍTULO XXXX

¿ ERA UNA PENDEJA LA MONJA DE CHALCHICOMULA?


Una amiga me platicó que Sor Juana era una pendeja que no sabía escribir.

—La que es una pendeja es ella.
—¿A poco a Sor Juana no le dio algún día por escribir puercas baratijas?
—¿Como las que escriben las melolengas de «Apancho y laurel?»
—École.
—Que me saque de duda algún entendido en arte poética y pueda desentrañar la siguiente aporía: ¿lo que a continuación transcribo es poesía?

La monda
era cuadrada
y un culo
la hizo redonda.

—Quien diga que sí, sin duda, ganará fama por sus carencias intelectuales y su labor de quincallero. Escojo como botón otra muestra, y, ¿adivinen quién es la autora?

Hay una gran maravilla,
yo he sido de ella testigo:
¿sabes cuál es? ¿te digo?
ha parido la perrilla.

—El enjuague citado es de doña Juana de Asbaje, bastarda y oriunda de Chalchicomula, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz. Son unos versitos contenidos en el libro de José Pascual Buxó «El oráculo de los preguntones». Atribuido a Sor Juana Inés de la Cruz (El Equilibrista, México, 1991) armados bajo el formato de copla, y que ningún sorjuanista decente las tomaría por poesía. Antonio Alatorre calificó de boberías esos versos de la décima musa. De ello, Evodio Escalante opina lo siguiente: «No me atrevería, por supuesto, a calificar estos renglones como gran poesía, ni siquiera como poesía, a secas, cuando lo que se advierte es una versificación más o menos feliz». Ergo, mi buen, no todo lo que relumbra es oro, ni todo lo que blanquea es cocaína •




antros sarros de la calle Coahuila
coyotes y polleros norteados
atónitos pordioseros
encueratrices peludas de los sobacos (sic)
aprietan el paisaje"

[Pero, ¿cómo los congales y toda esa bola de cabrones y cabronas que mencionas puede apretar el paisaje? Al contrario, lo expanden. Por otra parte, no hay forma más turulata de simular que se hace poesía que despilfarrando adjetivos e insertando como tema de la lírica una sociología barata, trufada de pesadas adjetivaciones y enunciaciones pueriles y trilladas].

"gringos llevados por bilingües taxistas
pierden su American Express
en un masaje a los huevos
que cuesta 20 pesos
en la Calle Coahuila"

[Eso de bilingües no es más que una vil patraña; pues los chafiretes o matagatos que se manducan la totacha son una minucia. La mayoría de ellos ni siquiera champurrea el 10% de tu lengua patronal, carnal. Y eso de que pierden su American Express es otro de tus delirios tremebundos que te agobian; pues, como es bien sabido, la mayoría de los gabardos que caen a los arrabales constituye el llamado turismo a dólar. Es decir, son puros malandrines piojosos, pelones con dos tres bolas en los bolsillos y batillos o rucas que en su país los nombran basura blanca. Ahora, ¿en que lugar del mentado Cagüilón le cobran a uno 20 varos por una sobada en los güevos? Dime para caerle allí, porque ya me urge que me den un masajito en los tanates].

—Podría seguir despanzurrando esta chuchería pero, como canta el puñalito oriundo de ciudad Juárez, no vale la pena. Además, mi vecino don Capuleto ta chingue y chingue porque quiere pistearse unas kiguas con miguel •



CAPÍTULO XXXXII

EL GILBERTO LICONA SE LA FUMA VERDE


Animado por algún diablillo cagüilero, el publicista Gilberto Licona, dueño de la revista seudoliteraria «Existir» y que, además, regentea el «Proyecto Editorial Panochín», a través de sus cuadernos castiga a los lectores de su revista con un texto titulado «otros infiernos». Y, de un plumazo (o de un teclazo a la compiúrer), el susodicho editor echa a la calle una pieza literaria digna de antología. Iluminado por las luciérnagas de la inspiración escribe algo que parece ser una especie de testamento (en realidad, no sé cómo llamarle a su textura sensorial). Empieza el bato con esto:

"Nuestros últimos pensamientos, borrachos de silencio y risa"
(¿cómo les habrá de ir en la cruda a esos güeyes?),
"deciden drogarse"
(¡coñetas, tío!)
"inhalando extensas líneas"
(¡golosos, los batos!)
"de 'conclusiones contundentes' "
(¡mal raux me parta!; ¿desde cuándo las conclusiones se inhalan como la cois?).

Parece un niño de parlar ininteligible que da tremendos saltos en los colchones de la incoherencia. Revienta en estas abstracciones simbólicas que ni siquiera el discípulo más aventajado de Georgy Lukács o Mijaíl Bajtín podría llegar a dilucidar:

"Extraen"
(supongo que los pensamientos)
"seguridad y perspectiva”
(¿?)
“de los discursos 'gordos' que construyen los 'ministeriales ilustrados'"”
(imagínese, usted lector o lectora, a un policía judicial o ministerial dotado de un acervo cultural que va desde Gaspar Melchor de Jovellanos a Virgilio Piñera)
"(y sus amantes reprimidos)"
(¡ah, cabrón, qué no cogen como les gusta)
"para justificar las afirmaciones viciadas que cierran sus ejercicios judiciales (intelectuales)"
(¡putamá!).

Las maromas mentales que don Gilillo elabora son de peso completo. ¿Cuánto apostamos que no entienden lo que sigue?:

"En los bordes sin servicio de la ciudad"
(¡ah, cabrón!),
"las raíces de la existencia miden su fuerza con el olvido desquiciante reservado para 'los otros'."
¡Quihúbo! ¿Qué les dije?

Y pa que no se crean que hay jiribilla de mi parte, va de retro este otro margallate conceptual:

"Nuestros últimos pensamientos adquieren forma y se materializan en universos clandestinos"
(como los de Manu Chao y Pancho Pantera):
"libertad y decisión nos constituye en presencias irreductibles"
(y que se reducen hasta que uno estira la pata, faltaba más).

Hasta aquí llego, pues la paciencia ya se me agotó. Lo que resta de la confesión liconiana es una garbosa palabrería que provoca neurastenia. No vale la pena seguirle el rollo a don Gil

—¿Qué se habrá zambutido Licona para torturar de esa forma a los lectores de su magazín? ¿Unción de ácido lisérgico?; ¿masticó peyote?; ¿se fletó unas tachas?; ¿se dio unos focazos de crico?; ¿se pajuelió unas rayas de nieve colombiana?; ¿se dejó caer una madre de chiva?; o ¿se fumó un zepelín de mois sin coquitos? •



CAPÍTULO XXXXIII

LA ILUSIÓN DE SER POETA


Sus caligrafías apenas titilan minúsculos escurrimientos poéticos; sus poemas, en honor a la verdura, no han quedado acabados o son de medio nacer. Su ejercicio escritural prescinde del factor básico y unificante que requiere la poesía: el goce emocional —el efecto Kavafis, Rilke, Pound, de íntima desgarradura— en el que participa el lector. En sus versitos solamente hay ímpetu desbocado en forma de prosa; pastiches imitativos sin profundidad estética.

—Mejor sería que corrigiera la metida de pata que dio cuando camellaba de gacetillero en las planas del perióskido «Frontera» y vuelva a sus rediles. ¿Pa qué se afana en asuntos ontológicos?
—Ah, y si le dan otra vez chamba de (in)comunicador, —¡ruéguenle a Dios!— que no sea en la sección cultural.
—El morro se tomó muy a pecho el filosofema de Pessoa que dice: «El arte nos libra ilusoriamente de la sordidez del ser». Pero Pessoa era más que Pessoa, y no se guarecía en madrigueras como el Turístico, el Zacazonapan y demás culantros de la aristocracia morralera meidin Ibero, Cetys, Colfront, UABC, etcé. El Yoni Kuin no tiene motivos para ser abstracto, lúdico, simbólico o metafórico, por tanto, mejor es que se chispe a la nota roja.
—Y ¿si el batillo no quiere?
—Pues a mí me vale verga; que siga con su hervidero de cursilerías. Nomás que no se apersone queriéndonos encajar el colmillo en las nalgas para vendernos la idiota suposición que estamos ante un poeta. Eso que lo haga con las aprendizas de suripantas disfrazadas de poetas que le gritan vivas y le echan porras entre jadeos aguardentosos.
—No creo que al batillo le caiga el veinte y revire.
—Muy su pedo.
— ¿Y qué va a hacer del bato si se aferra con la poetiada, jomi?
—Como dicen los musulmanes: Barak allahou fik. Que en mexicañol significa: que Dios lo bendiga •



CAPÍTULO XXXXIV

EL PARACHUTISMO DE LA FARANDULILLA CULTUROSA


Sin haberse dictado auto de ejecución, el Erasmo Katarino Yépez pronuncia una sentencia en los términos que a continuación transcribo, y que va dirigida al inculpado de nombre Daniel Salinas. Pero lo chafa de dicha resolución es que ésta ya entró en su periodo de preclusión procesal.

«Tu email y tus tags los valoro, pero sólo te digo algo: nadie ofende así a mi madre. atente a las consecuencias, tarde o temprano pagarás esa ofensa».

—A estas alturas, ¿qué significado tiene el anterior canto de gorrión cilantrero?
—Que las palabras son, precisamente eso, palabras y nada más. O dicho en modales agropecuarios: perro que ladra no muerde. Puro tanteo intuitivo, ficción epistolar que no rebasa la inocencia de un conejo blanco.
—Por algo se dice que los escritores son unos mentirosos. Ahora, ¿qué haría el bato si pensara igual que la machorrita antimen, cuyo parágrafo cito a continuación, y, en una alienación tal que la conduce a confundir una fusca con una bichora?:

«Para qué necesitas a un hombre cuando tienes una pistola calibre 45 que te pende de las caderas» [Margarita Valencia, post del viernes 12 de diciembre de 2003].

—Espasmos de un feminismo ortodoxo y de mala digestión que identifica como cosas iguales plomo y esperma para justificar toda una vida de hueca soledad y la necesidad de un aislamiento ante la frustración de aquello que pudo ser y no fue. Como en la «Canción de cuna» de W.B. Yeats: ante el error ontológico sólo quedan los lamentos.
—En uno y otro caso, se trata de actitudes parachutistas, dramas personales muy propios de la farandulilla culturosa que termina estrellándose en sus espejismos. Pero ¿quién no tiene esos defectos? Bien lo dice Álvaro Pombo: «Si no te ocupas de los que tienes más cerca, un padre o una madre de su hijo, por ejemplo, malamente vas a ocuparte de los demás» •



CAPÍTULO XXXXV

JEAN BRUCE NOVOA: DE MORRALITO A MALETÍN


Con una facha atroz y lanzando peroratas en contra de sistema capitalista, así conjuraba veinte años el representante de la literatura chicana, el señorón Jean Bruce Novoa. Que olvidadizo ha de estar el bato de aquel año de 1987 cuando en este culo de San Diego se llevó a cabo el «Encuentro fronterizo de escritores». Como jomi felón guaché ahi al Jean Bruce Novoa. Lentes oscuros, melena relamida que relumbraba de vaselina, con un bigote de perro atolero, camisa de cuadritos, pantalón guangote estilo cholero. Hace poco me lo topé ya sin esas garras e hilacheras macuarras; vestidito a la yupi, con su trajecito de marca, encorbatado y perfumadito. Lo acompañaba una parvada de fulanos también igual de tiesos y engomados. Su raza, diría el bato. Cuadrilla de chalanes, diría yo. El venezolano aquí, el chilenito por acá, el argentino a un costado. Tú sabes, la corte de paleros que también sabe adaptarse a las circunstancias y su reverbera altivez leonina. Después de que el batillo termina de leer un discursito, que me le afoco y le pregunto:

—Oiga, ¿usted no estuvo en Tijuana, en 1987, en el «Festival de la raza»?

Los chalanes oyeron y de volada pararon oreja. Al güey como que no le laikió mucho que le preguntara eso.

—Ah, sí —contestó el bato, mirando pa donde estaban sus achichincles—. Ah, sí; en ese encuentro también estuvo Augusto Monterroso.
—íUyuyuy! Augusto Monterroso. Porqué no dijo el cabrón que también en esa madre estuvieron el Roberto Castillo, el Francisco Morales...
—Pinchi mamón.
—Si lo hubieras guachado te cagabas de la risa, bróder.
—Ya me lo imagino. Bien asimilado al sistema. Pinchi cholo arrepentido.
—Se sentía como pavorreal rodeado de sus arcifinos discípulos.
—Seguramente a esos pobres cabrones los usa nomás para que le traigan el six-pack de birrias, o pa que vayan a la conecta a comprarle loquera o a levantar un globito de cois.
—Ve tú a saber las razones que tuvo para metamorfosearse tan gacho.
—A lo mejor era puro confitero que renegaba para hacerse notar y vaquetonamente despuecito cobrar fama.
—Meibi.
—Qué tiempos aquellos en que rugía como fiera enjauladas Hoy chupa a borbollones y como sanguijuela de esa plusvalía que la clase explotadora le arrebata al hombre del bajío.
—Fue de los gandallas que se aprovecharon de la repugiña chicanesca que alaraqueaban los bufones del Miguel de la Madrid, metiéndose debajo de las apestosas enaguas de la política cultural que pregonaba el gobierno de ese raterazo. De ahí pal real, sirviéndose del acatarrado movimiento chicano reprodujo el mismo rollito salivero de siempre; el border, la migra, el barrio trece rifa y otras jaladas; queriendo imponer agüevo una pinchi concepción rascuacha de los valores nacionales, porque dizque los fronterizos no teníamos identidad.
—El mismo birote que mordisqueaba gente como el «Cholólogo» Manuel Valenzuela. Este men también se clavó en esos aracles, escribiendo sus choritos sociologistas estilo low rider; que la Chela, la Jefita de Guadalupe, que los ranitas, los zapatos bostonianos. Y ahora que se le acabó el tema ese, pues, nada maje el güey, se dejó irineo sobre el Chalino Sánchez, los narcocorridos y el Piporro.
—Hijo de la... •





CAPÍTULO XXXXVI

SOBERBIA, CAPRICHOS Y CAMBIOS HORMONALES
EN EL CENTRO CULTURAL TIJUANA [CECUT]


Ahora, los invito a leer una suculenta carta de Fritz Glockner Corte que publicó el semanario Proceso 1458 (10 de octubre de 2004), y dirigida a la Sari Bermúdez, cuando esta inutil madroteaba el CONSEJO NACIONAL PARA LAS CULTURA Y LAS ARTES Devórensela como si se tratara de un sabroso cygnus ustus, o sea, un cisne asado que simbolizaba en la ética de los goliardos la destrucción de la belleza y libertad engañosas.

«Licenciada Sari Bermúdez: Por este medio deseo informarle del pésimo trato del cual he sido objeto por parte de Teresa Vicencio Álvarez, directora general del Centro Cultural Tijuana, (Cecut), institución que depende del Conaculta».

—Qué nuevas para nosotros. La ignorancia, la indiferencia y el pocamadrismo son parte de la entelequia de esa arribista que madrotea el CONACULTA; así que no esperes atención de su parte. ¿Que no sabes que la ñora es la desolada personificación de lo inútil?.

«Desde el pasado mes de junio fui invitado por la entonces responsable de Extensión Cultural y Sala de Lecturas, Olimpia Ramírez»

—¡Újule! Yo he cotorreado con esta ruca, mis respetos pa ella, es una fregona en cuestiones de literatura; maneja chingonamente la teoría de Mijail Bajtín, como maneja un vago de arrabal las carambolas de tres bandas en un billar; qué bueno que se chispó de ese congal culturoso, estaba desperdiciando su talento y capacidad.
—Pero me informa que la Olimpa ya se retachó a camellar de nuevo al CECUT.
—¡Chin! Valiendo queso.

«Para presentar la novela Cementerio de papel, que al siguiente mes, en agosto, publiqué bajo el sello de Ediciones B. Cuando estábamos a punto de de conciliar fechas, se me informó que Olimpia Ramírez ya no laboraba ahí y que ahora tendría que resolver la invitación con Karla Martínez».

—En honor a la verdologa, la mentada Karlita no le llega ni a los talones a la Olimpia, pues no pela un chango a nalgadas .

«De inmediato se acordó que la presentación sería un día de septiembre, por lo cual la editorial envió ejemplares y se dispuso todo para realizar el acto».

—Y de cincho algunos de esos ejemplares ya forman parte de la colección de libracos de los señoritos mamadores de becas conacultianas.

«Posteriormente, recibí un llamado de Karla Martínez para plantearme un cambio de fecha, debido a que su directora general había decidido efectuar otro evento aquel día. Entonces convenimos que la presentación sería el jueves 7 de octubre, pero una nueva llamada de Karla me indicó que su directora deseaba ocupar dicha fecha para otra actividad y, en consecuencia, la presentación debía postergarse para el viernes 8 de octubre».

—O séase que la ruca aplicó la tesis filosófica más trascendental de la Chimultrufia que se resume en este principo: «como digo una cosa digo otra», traspisonada por su más excelso discípulo y seguidor, el señor Vicente Fox, bajo esta premisa: «sí, pero no, o no, pero sí».

«No obstante, más tarde se me informó que, por disposición de la directora general del Cecut, las presentaciones de libros deberían realizarse sólo los jueves, no en viernes».

—Mentiras, pues cualquier día presentan libros, y prueba de ello es el bodrio «Las mujeres de septiembre» de la ñasca escribidora Julieta González Irigoyen; basura letrera que el día martes 19 de octubre recibió los plácemes de algunos cuantos cerebros resecos que acarreó la ruquilla.

«De modo que se me propuso y acepté el jueves 11 de noviembre. Karla Martínez me juró que ya no habría más modificacione».
—Así se te ponga esta jaina en decúbito supino, no le creas ni papa, carnal; es una católica diestra en jurar en vano; y aparte si hizo señal de la cruz con los dedo gordo y el otro que no recuerdo cómo se llama, pero quiénquita y la morra, a falta de matador, lo utiliza en sus masturbaciones.

«Pero el miércoles 6 de octubre me llamó de nuevo para advertirme que, por órdenes de su jefa, el 11 de noviembre se presentaría otro libro».

—De nueva cuenta la Karla y su patrona te quisieron ver la cara de maje, bróder; para el día 11 de noviembre, es verdad que está señalada la presentación de un libro, pero según se acredita en el contenido textual que anuncia el «Festival de la literatura del noroeste», no se sabe quién jodidos habrá de ser el ungido; se indica en el libelo: «Presentación del libro (por definir) Lugar: sala de lectura- CECUT».

«Sé que existen muchos imprevistos que pueden ocasionar cambios de fechas para los eventos culturales, pero luego de haber aceptado sin protesta tres postergaciones, una cuarta me pareció una falta de respeto para calquier escritor».

—Fuiste demasiado tolerante, carnal; en la primera jalada que te hicieron las hubieras mandado a la gáver. Yo no aguantaría tantas mamadas.

«Debido a lo anterior, me hago las siguientes preguntas: ¿Porqué se maneja el Cecut a capricho de una funcionaria?».

—Admiro tu ingenuidad, bato; ¿acaso no sabes que el CECUT tuvo su origen precisamente por causa de un caprichito?; el de la guaifa del Jolopo, Carmen Romano de López Porpillo, la misma que mandaba tumbar las paredes de los hoteles a dónde caía, nomás pa que le metieran —sin albur— su pianote de cola.

«¿Qué no es una institución pública?».

—Filosofía chimoltrufiana: «sí, pero no, o no, pero sí».

¿Porqué marginar a un escritor?».

—La respuesta es muy simple: sencillamente por que tú no perteneces a su capilla de cretinos y a su recua de aduladores.

«¿Tendrá qué ver con el contenido de la novela? ¿Es un acto de censura? ¿Existe de parte de la licenciada Teresa Vicencio Álvarez alguna animadversión en contra de los escritores independientes?».

—Sí, porque lo que más le emputa de los literatos es que no se le arrastren a pedirle chichi.

«¿Cuáles son sus intereses?»

—Que no le quiten el hueso y continúe como miembra de la aristocracia pulquera made in Tiyei.

«¿Es tolerable la prepotencia dentro de las instituciones culturales de nuestro país?».

—¡Uy!, esta pregunta mejor ni la contesto.

«Considero que no es justo el trato que me ha dado la directora del Cecut, a quien por cierto no conozco».

—Metafísica circular: por eso te dieron ese trato de malquerencia defenestrada.

«Y he cancelado mi posible viaje a Tijuana.

—Hiciste bien, jomi, no te perdías de nada al no caer a este pinchi culo de Diego; es un páramo infectado de culeros individualistas del doble juego y la puñalera trapacería.

«A pesar de que existía interés de algunos lectores de aquella ciudad sobre mi presentación. A ellos he decidido extender, por medio de esta carta pública, una disculpa, sin dejar de enfatizar que me parece inadmisible que un centro cultural tan importante sea manejado por medio del capricho, el cambio hormonal o la soberbia.
—Como canta la pendejita de la Julieta Venegas: «pobre de ti, pobre de ti», debiste tomar medidas radicales para atajar el mal •




CAPÍTULO XXXXVII

QUÉ MANERA DE MORIR LA VIDA Y DE VIVIR LA MUERTE


Aquí está este pendejo otra vez, escribiendo sus naderías. A ver qué pinches mentiras suelta ahora. Debería de dejarse de mamadas y ponerse a trabajar en serio. Agarrarle sabor a la vida de otra manera que no sea esa actividad holgazana de embadurnar hojas con tanta porquería gramatical. Ya de perdida debería voltear la vista hacia la calle y ver a esos dos perros, mejor dicho un perro y una perra, pretendidamente dispuestos a hacerse el amor. Mirar cómo el perro le huele el culo a la perra. Al cabo de unos cuantos minutos terminarán ensartados y, seguramente, la perra, que es de mayor tamaño que el can varón, acabará arrastrándolo por la banqueta. Después cada animal agarrará su respectivo rumbo —ni modo que vivan juntos—; así sucede siempre que la mujer gorda, la esposa del talabartero, les grite a los chuchos calientes (como si los pinchis perros entendieran nuestro lenguaje), y les espante el apabullante ligue carnal, aventándoles la moralina incidental de siempre:

«¡Perros cochinos! ¡Fúchilas!».

—Ahí está el pobre pendejete, con su mirada de loco, con sus ojotes clavados en el infinito, le revolotean las pupilas como si estuviera sufriendo ataques de epilepsia. Tose como un fumador, pero yo nunca lo he visto con un cigarro en la geta. ¡Qué revolvedero de papeles!
—Por cierto, ni me había fijado en ese detalle, qué pinchis orejotas de diablo se carga el infeliz, y flaco está, como si se hubiera tragado un sapo.
—¡Ay, güey!, ¡ahora se jalonea los pelos!
—Qué saico está el bato. Se rasca un cachete.... Suelta la pluma... la agarra de nuevo y quiere escribir algo. Pero... parece que no puede vaciar la idea —la mentirijilla— al papel. Está bloqueado, sin inspiración. ¿Se le fueron las musas? —Qué frustrante ha de ser esa chingadera que le sucede. Parece increíble que alguien se pase más de dos horas mirando como estúpido una méndiga hoja de papel; murmurando incoherencias y escupiendo soliloquios como deschavetado. —Qué aguante de cabrón. A mí ya me hubieran salido almorranas.
—¡Tres horas con cuarenta minutos! ¡Puta madre!, y no ha escrito nada, ni una puta línea.
—¡Eh!, ahora se mete el dedo meñique en un pozuelo de la nariz. Sigue con esos pinchis ojos de tecolote desvelado clavados sobre el papel. Está como petrificado el güey. Sino fuera por esas muecas tan horripilantes que hace, y que lo delatan como sustancia viviente, cualquiera daría por sentado que es un maniquí. Qué cuadro tan patético. ¿Será ese mutismo un ejercicio de previo calentamiento para que fluya la escritura? Yo lo dudo.
—¿Así se la pasarán los escritores? Tanto tiempo en el silencio y en la inactividad. Qué manera de morir en vida •


CAPÍTULO XXXXVIII

NOÉ CARRILLO PINTÓ VENADO


Poesía muy humana la de este bato porque expresa lo que su corazón ansía; nada falsa ni glamurosa; signos de su propia experiencia; intuición que sugiere armonía; discurso articulado que cumple con los requisitos del lenguaje poético.

—Cuidadito con este men.
—Sí. Auténtico poeta que no pudo tolerar la sequía cultural y el desfile de farsantes que reciben becas a cambio de mediocridades. Asqueado por las apariencias relumbronas de los espíritus rastreros y superficiales, la noche del 10 de febrero de 2003, por el bien de las musas y casi al punto de salir de prensas su libro «Sobre piedras ardientes», decidió aventar la toalla y esfumarse de este «culazo blanco de los parásitos», como dice don Rubem Fonseca. Carrillo comprendió que la única manera en que él podía ayudar a salvar a la poesía era, irremediablemente, abandonando la escritura. Actitud que muchos idiotas no entendieron cuando el poeta desapareció; y, plañideramente, mientras les brotaban lágrimas artificiales, preguntaban y se preguntaban pendejamente: «¿dónde estás, Noé?».
—Y el bato, muy agustín, dándose la yuca en la avenida Castro de San Francisco, Califas (una vez que salió del clóset)•





CAPÍTULO XXXXIX

CUANDO EL RAÚL ACEVEDO SAVÍN ME INVITÓ A HERMOSO
[A SUDAR COMO COCHI CORRETEADO]

Una mañana del mes de junio, en compañía del Juan Martínez (alias el poeta que arrastra las patas), caí a Hermoso, capital de los sonsorenses. Fui jaladado por el garfio de la requisitoria literaria del Raúl Acevedo Savín. Mientras el corazón se nos salía por la boca y un fuego invisible nos hacia sudar como cochis correteados.

—Qué puto calor (parecía que estabamos sobre la azotea del Sol).

Yo le explicaba al poeta que arrastra las patas, obviamente obviando lo obvio:

—Aquí en Hermosillo puedes guisar un huevo encima del cofre de un carro; aquí las morras no se maquillan la feis. En este lugar los batos broncos que llegan —de Cumpas, Cananea o Agua Prieta— a estudiar la licenciatura en literatura, en un dos por tres, pasan del Memín Pingüín al Amdeus de Gaula.
—¿Neta?
—Pedo serio.

Caminamos por unas callecitas que estaban más estrechas que la panocha de una ruca que ha parido triates recurriendo a la cesárea; taloneando una botana para matar la jaria.

—Ya de perdis un caldo de oso o, ya de jodido, una machaca de caballo reumático.

El hambre casi nos hacía delirar, y yo empecé a piratearme gacho. Comencé a ver un perro homosexual; enseguida una gata con inclinaciones lésbicas; luego una cerradura tomaba forma de vagina. El alucine me hizo recordar la primera vez que que pegué una peyotiza marca chillarás (creo que hasta se me aparecieron el Pato Lucas y la virgen de Guadalupe, juntos y agarrados de las baisas). Le pregunté al poeta que jondea los piedorros si también él traía la misma guasiadez.
—Sí; acabo de guachar un burro en pillama.
—Pero esos pinchis animales solamente se visten así en Tijuana. Probablemente lo que guachaste fue una zebra.
—A lo mejor.

A pesar de que nos gruñían las tripas a lo cabrón, disfrutábamos ese daiaquilón de locura involuntaria. Pero el único pedo, que sí que nos perturbaba el alma, fue la melancolía metafísica de estarnos chupando una caguama bien helada, que estuviera como culito de pingüino, en la mera playa tijuanaca. Tratando de disimular mi loquera, yo seguia alucinando; pues había descubierto dos nuevos planetas en la punta de mi lengua. Y como que estaba y no estaba en mis cabales. Ya no sabía si me dirigía a la Cruz del Norte o a la antigua penitenciaria del estado (donde el Savín y compañía habían armado el encuentro de escritores, bautizado como las «Horas de Junio») •





CAPÍTULO L


EL JIPJOP DEL BABALAO
O LA PENA CÓSMICA DE TRUJILLO MUÑOZ

Minición previa: Se recomienda acompañar la lectura con unas rolas de Paquita la del Barrio, de preferencia una entonada con esta verba:

«A mi puerta te arrastrabas
me ladrabas y me aullabas
para lograr mi querer...»

Sentado en un rincón del Sanborn's, Gabriel Trujillo Muñoz, mientras garabatea cositas sobre una arrugada servilleta —queriendo apañar la gran metáfora de la vida— y regido por el principio schopenhaueriano de la conciencia sobre el tiempo, aguarda ilusionado a que lo inviten a compartir cartelera con los escritores elegidos por la empresa culturosa municipal (o sea el IMAC). Pero... ¡oh, qué dislusión!, ¡qué destino tan funesto!, ¡qué absurda fatalidad! Ni siquiera lo han tomado en cuenta; ha sido excluido del dictum. Parece un enfermo terminal; se le han cuatrapeado los cables de sus pasiones, ya no sabe si lo que siente es odio o querencia. Y es que todo puede suceder, depende de qué lado caiga la moneda existencial. Palabras crípticas. La bestia negra de la congoja lo tiene sitiado.

«—Pinchis cofrades del poder; han confabulado contra mis huesos» —piensa, casi en voz alta. «Hijos de su reputísima...» —las frases sucesivas quedan en suspenso (porque ya se sabe que el bato no es experto en maltratar con imprecaciones a los culturosos).
El Trujillo arrojado del templo como un vil mercader, como gonorrienta cortesana, como leproso medieval, como sifilítica suripanta echada a patadas de los recintos decimonónicos. No puede soportar la situación y está a punto de reventar en llanto.
«—Culeros, no me hicieron ni un campito».

Se contiene, suspira fuertemente y sorbe los mocos. Temblorosamente coge la taza de chanate, se la empina, y de un sorbete o megachat queda vacía. Una mesera, hibridación huehueche de la Frida Khalo y la Rigoberta Menchú, por décima ocasión vierte más cofi en el recipiente cafecero. Se le entume la lengua como si la trajera pegada al paladar con Kolaloka. Muequea como si quisiera decir jo-a-o-gui-ma-ra-es. Se siente el niño despechado que quiere escribirle una carta al viejo que fue. Pero Trujillo no es tan panchero como el profe Félix Berumen (a quien los escuelantes de la uni le han apodado el Félix Cerumen). Y, en efecto, al barbón chicalense no le laikan los panchos que adoba el men bibliotecario del Colegio de la Frontera (COLEF) cuando cae a la cafetería de la escuela de humanidades.
—¿Te refieres a la mamelucada de colocar en una mesa su maquinita de escribir y meterse en la mamadora una pipita popeyesca sin tabaco.
—Para jugarla al interesante.
—O, como dice la perrada, al cochi con maldiorín.

«—No vale pena desgastarse haciendo corajes» —piensa el Gueibi. Está superencabronadísimo. No puede disimular la muina que siente; sus quijadas han descendido hasta el suelo.

«—Qué importa si ya tengo un vergatatal de libros publicados».

No obstante las preguntas se acumulan en su mente (en ningún momento de su vida había sentido peor sabor de boca).

«Fuiste perro traicionero
pues mordiste aquella mano
que te daba de comer...»

«—Pinchis putos ¿porqué no me consideraron? Pendejos, ¿qué pretenden?; ¿imaginan que me han superado y quieren rebasarme con una estulticia que vale menos que la mugre que cargan amontonada en las uñas?»

El sumo pontífice de la cultura chicalense no fue convidado al banquete de signos polisémicos. Al bato le da por lucubrar:

«—Si nos atenemos a la afirmación de Onetti de que la literatura sustituye a vida ¿es esto la muerte?».

No hay duda que el bato se siente como el hombre rata del subsuelo dostoievskiano. A mí no me lo crean, pero arguyen quienes lo conocen de cerca que el impacto del menosprecio ha sido tan estruendoso que racimos machines de su exótica melena charlesmansoniana aterrizan en el piso de la regadera cada vez que se chagüerea. Pobre doc, ni de broma pensaron en él.

«—Qué importa —alega el batillo polígrafo—. Ni que fueran ellos unos estuches de monerías. Si yo soy el patriarca de toda esa bolas de ojetes mamertos. Qué se creen toda esa bola de pendejetes pequeñoburgueses mexicalenses, si sus nombres andan de boca en boca se debe a que yo les di quebrada en las capillas que piloteo. Malagradecidos, así me pagan».

«Sólo falta que te canonicen
para hacerte en tu casa un altar...»

Yorch Orwell escribió acerca de estos capuchineos capillescos. Cito unas palabras muy "ad hoc" con este menjurje: «Las lealtades grupales son necesarias y, sin embargo, venenosas para la literatura, en tanto producto individual» [Los escritores y el Leviatán]. Y, mientras tanto Trujillo, para vencer el vértigo y la congoja se autoconsuela:

«—Ni pedo, Gabriel, será la próxima vez. Qué terquedad la tuya por hacer jardines en medio de la nada. Olvida las amarguras y manda mucho a la gáver a esos trepadores que se hacen pendejos cuando les conviene, llámense Elizabeth Algrávez, Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, Milton Valenzuela, Sergio Romel Alfonso G., Mario Ortiz Villacorta o Mark Weiss. Qué arrepentido estoy de haberles inflado el ego con aquellos versitos mamones del Jim Morrison, cuando les dije que habitan el mismo terruño de hombres justos y sabios, esa tierra feliz donde la ceremonia de la imaginación es una algarabía que no conoce la pesadumbre ni la tristeza».

«¡Me estás oyendo, inútil!
Le estoy hablando al perro...»

Se ha cometido una injusticia (¿o estupidez?) con el Trujillo Muñoz (o tal vez por andar capuchineando la notas biobibligráficas de los escritores en su lexiconcito al doc se le voltió el chirrión por el palito, y ahora la Providencia le está cobrando factura). Aun así, él merecía un lugar en la edición de «El margen reversible», es el máximo representante de la literatura chicalense, el chamán del valle de Mexicali. Hasta las gaviotas de San Felo saben quién es Gabriel Trujillo y qué lugar ocupa en casillero culturoso. Y pese a esto, lo han mandado a la verga. ¿Qué razón hubo para alejarlo?, ¿qué razones había para mandarlo por un tubo de esa forma tan culera y convertirlo de la noche a la mañana en un ser extraño?; ¿les causó una profunda repulsa o simplemente lo cortaron?

—¡Putísima vaina! No tengo tiempo para hacerle caso a estas preguntas. Vayan a la chingada las preocupaciones metafísicas.

Enterado el pueblo chicalense del infame ultraje de haber arrancado de los altares culturosos a quien apenas antiantier era considerado el Virgilio cachanilla, y mientras este literato, en su cubículo de la UABC (desde el cual pretendía —poco tiempo atrás, cuando era partidario de las causas perdidas— aterrizar en las dunas de Mexicali la onceava tesis de Febuerbach, proclamada por Carlos Marx), alguien de la canalla, supongo que un chalinillo rapero, salta a la fama interpretando el siguiente madrigalito norteño:

JIPJOP DEL BABALAO

Oh, la lírica de Trujillo desterrada
cual borunda de chamizo repujada
por las vientos resecos del desierto
gritaba el mechudo polígrafo el entuerto
su furia con autoalabanza disfrazada
cuando pusieron en tinieblas de la nada
la palabra suya que no fue publicada
de poco le sirvió alegar su puesto
de grandísimo mesías del desierto
¿lo que les digo es mentira o es algo cierto? •

Inexplicablemente Trujillo Muñoz no figura en ninguno de los cinco libros que comprende la edición de «El margen reversible» (y digo inexplicablemente porque don Gabriel es también una especie de vaquilla sagrada no muy ajena a las becas y prebendas de la cultura institucional, un perro viejo muy entrenado en el oficio de devorar huesos presupuestarios), y él merecía estar ahí, en lugar de los agraciados escritorcillos que todavía no demuestran una pericia estimable en la escritura; con ellos se intenta taponear el gran agujero negro de la ausencia de julanos chakas para expandir las potencialidades del yo-lírico •

NOTA

Babalao es el chamán que en las procesiones brujeriles o rituales de los abogados del «más allá», como se les conoce también a quienes extirpan el «mal puesto» o realizan «desalojos», tiene a su cargo la conducción de siete santeros.





CAPÍTULO XXXXLI

HORACIO ORTIZ VILLACORTA Y SUS INFUMABLES CUITAS



Cuando la razón no se contiene con ecuanimidad, cualquiera se puede a lanzar a empresas ridículas.

—Gracias al empujón de algún puñado de viejas necias.
—Este chaval es un iluso que cree que el Sol puede medirse con un hilillo de baba y, aunque el bato nada tenga de poeta ni entienda qué cosa es la poesía, él se tira a matar como todo un poetazo.
—Y hasta gana premios, gracias al canillazo de su papi (pater odit filium), soborna editores, elude censores y burla el sistema de calificación estética, y... ¡chacacuás!, que le publican sus devaneos de infraliteratura de quinto patio. En estos tiempos de posmodernidad, donde todo se mezcla y se confunde, ta muy cabrón competir contra la charlatanería, y más sino se cuenta con unas veinte comadres bravuconas que lo defiendan a uno a sartenazos. Son tales los subterfugios de que él y su papi se valen que son capaces de escurrirse de las mismísimas redes de Vulcano.
—Y es tan irreverente el chamaco que piensa que la poesía se silba. Con decir que hasta los poetas malones se asquean leyendo sus infumables cuitas •




CAPÍTULO LII

VIEJA GALLINA PARA EL CALDO LITERARIO


Aparte de anacronías, lo que esta tía escribe es algo tan horroroso como percibir la imagen de un perro pítbul asestándole a un cristiano sendas mordidotas en los merititos tanates. Su discurso es una carcasa vacía, y cuando suena solamente produce un ruido pudibundo y puritano. Como quién dice: pura cantaleta de señora agraviada; baratura conceptual que conduce al sopor; un regalo del limbo para insomnes; un barril de válium metamorfoseado en caligrafía dormilona. No aporta más cositas que temas chamuscados y acumulación de inútiles detalles. En fin, la ñorsa, militante de un feminismo aburguesado, es también miembra del club Espantalectores, porque... ¡ay, cabrón!, su mengambrea literaria provoca confusión y aburrimiento; su escritura carece de impulso vitalista; merodea en la narrativa sin penetrar en ella, y pa acabarla de amolar se le traspapelan los personajes. Conclusión: un coctel de cursilerías que intenta arder en las cenizas de un romanticismo vuelto carroña, donde no está permitido teorizar, sólo sentir. Sin embargo, hay que reconocer que por los menos es una escritora honrada y no se vale de trampas lingüísticas. Lo catastrófico resulta cuando la ruquilla intenta asumir una actitud de chamacona jovial; revira como mina excéntrica, dramática y exagerada.

—Supradichas razones tiene para tales cacareos, pues es una vieja gallina con espolones que ya no sirve pal caldo (literario) •





CAPÍTULO LIII

UN DISCÍPULO DE JOSÉ LUIS BORGUES


Este chaval, para rumiar su impotencia, desfachatadamente se avienta sin cortapisas sobre el papelaje que dejó tendido en los estantes de bibliotecas y librerías don Jorge Luis Borges.

—¿Porqué?
—Porque el morro, queriéndolo secundar, garabatea un remedo de cieguito argentino, titulado «El hombre sentado en la banca lee mi libro». Y de eso no cabe duda, pues con una mañosa emulación pretende hacer pasar como producto de su cuestionable imaginación un texto que no es otra cosa que un vil plagio del che, autor del «Aleph». Se quiere pasar de listo presentando un cuento mal confeccionado, usurpando de manera muy pitera la narrativa laberíntica y las historias circulares de factura borgiana. No se puede decir que en su texto hay similitud ni coincidencia con las perplejidades metafísicas producidas por el escritor argentino como «refutación del tiempo», sino un acto de plagio mal estructurado. «Esta refutación —apuntó Borges— está de algún modo en todos mis libros: la prefiguran los poemas Inscripción en cualquier sepulcro y El truco, de mi Fervor de Buenos Aires (1923); lo declaran dos artículos de Inquisiciones (1925), la página 46 de Evaristo Carriego (1930), el relato Sentirse en muerte de mi Historia de la eternidad (1936), la nota de la página 24 de El jardín de senderos que se bifurcan». La idea circular que sustenta el cuento que este clonador hace pasar como genialidad suya fue saqueada de un relato de Borges, sólo que el encuentro de los personajes de la narración de JLB no sucede en la intemperie, sino dentro de una taberna; allí, sentados frente a la barra de la cantinucha es donde precisamente se conocen los dos tipos protagonistas de la acción, «cuyo principio —para citar a Borges— es inconcebible como su fin». Señalado desde otro ángulo: «dos individuos que se ignoran, pero en quienes se opera el mismo proceso».
— Si Borges afirmaba que esa clase de registro era una «frusilería demasiado evanescente», imagínense ¿qué se puede decir de este copión desvergonzado del Aboytia?
—¿No le gustaría irse a vivir al país de José Luis Borgues? •


CAPÍTULO LIV

EL VÍCTOR HUGO LIMÓN Y SUS GÜECAS ORACIONES


Sondeando los derroteros de su libro «Nombre en blanco», por más que le escarbo a ver si acaso le doy pa su favores a las musas menopáuticas —a quienes se les arrima para que le bendigan su retazos— no doy pie con bola taloneando a esas jainas. Mas creo que se han pirado antes de llegar a su destino, porque solamente encuentro en sus páginas pura pinchi nostalgia y tristeza paisajista. En una que otra pieza que escribe hallamos desbalagados clavitos chuecos y mojosos que se han ido desprendiendo de los maderos de la cruz de los suplicios que el bato carga en su espalda.

—Lo cual significa que sin el apoyo de la mafia culturosa que le echa cartas buenas, fingiendo que el men es un poeta duro, quedaría relegado y perdido como un puntito insignificante en el ancho universo de la nada, allá lejos donde habita el olvido.
—Ajá. Él mismo así lo advierte cuando dice: «mis oraciones son huecas» •


CAPÍTULO LV

LA GORGONA DE LA TERESA PALAU

Esta ñorsa, ni con ayuda de Marcel Proust va a poder recuperar su tiempo perdido en la literatura. Salió del estuche uterino en 1948, y desperdicia su inteligencia escribiendo cuentos o pedazos de novelas. Comienza muy chucha su texto narrativo, «La Gorgona de Mykonos», pero a medio birote no halla cómo salir del avispero. Arregló su composición narrativa como si se tratara de una broma de un escritor serio; petulantemente aderezada de adjetivos innecesarios y estructurada (o mejor dicho: desestructurada) con una retahíla de incongruencias sólo dispensables para un párvulo de las letras, más no para una ñasca como la Palau, de largo kilometraje supuestamente recorrido. En su discurso narrativo hay fuerza y ritmo verbal, la trama seduce y mantiene atento al lector, pero la incontinencia retórica conduce a la incoherencia supina. ¿Cómo es posible que una prángana mesera, exestudiante de antropología, que apenas puede levantar parné para agenciarse uno choninos y mal comer, pueda huir de su amantón clasemediero y refugirase en una de las doscientas islas que tiene Grecia? Y eso no es nada, ¿cómo puede ser posible que el amante de la jaina dé con ella de puro ranazo, después de cinco abriles que no sabe nada de nada de la manola y se presente ante ella como Pedro en su casa, allanándole la morada y echándole un sabroso y violento palote? Si la caracterización del personaje central que nos pinta la autora es el prototipo de la madmuasela insumisa y no dejada, entonces ¿porqué carajo ese bravío personaje ni siquiera llamó a la chota pa que se llevarán a su exmariachi?

—¡Ah!, y la jaina —me refiero al personaje, no a la autora— todavía se da el lujo de comprar la cantona que le alquila una porteña vieja beata pichicatera, y convertirla (la casa, no la vieja) en una posada u hotelucho para turistas.
—El churro amerita una sondeada profunda, pero ya será en las otras pizcas. Reproduciré algunos fragmentos del texto de la Palau pa que tripeen la machaca que cocina.

"La seguridad de saber que nunca volvería a depender de nadie, me dio confianza. Olvidé casi por completo el motivo de haber dejado México. No podía soportar las injurias de Rafael. Me trataba como si fuese una prostituta" [y ¿qué quería, que la tratara como a la madre Teresa de Calcuta?],
"y todo porque me conoció como mesera en el bar que él frecuentaba"
[pues era obvio que la tratara como una puta; porque, de seguro, la noche en que conoció al mentado Rafael le soltó las nalgas; ni modo que anduvieran de manita sudada].
"Un día, me armé de valor y saqué del banco el dinero que Rafael depositaba para los gastos del mes"
[pues sólo que el tal Rafael estuviera hinchado de lana como los Rothchild; pero, supongamos que así fuera, sería absurdo que un tipo de tal calado acudiera a libar en tugurios malolientes; además, otra duda: ¿porqué la puta esa conocía hasta el número de cuenta bancaria de su matador?].
"Recordé que una amiga mía me había dicho que en Grecia se podía vivir con poco dinero”
[¿?].
“Tenía que poner distancia entre él y yo. Mucha distancia. • Hasta que un buen día”
[¿?]
“apareció en la pensión. • Esa misma noche, sin necesidad de palabras, se apoderó de mi habitación”
[¡!]
“y de mi voluntad. • Rafael cada vez más obsesionado, no podía perdonar que hubiese huido de su lado. Durante los primeros años me buscó por todo México"
[bastaba con haberle aventado a la Interpol para darle chirona a la jaina; pues, si tanto coraje le traía el bato ¿porqué no la acusó de ratona?].
"Su frustración, en lugar de hacerlo desistir, intensificó su sed de venganza. Casualmente, en la Placa de Atenas"
[¿no sería la Plaza de Atenas?],
"compró una guía turística"
[esos folletines de guía turística se los regalan a cualquier cabrón patadeperro que ande vacacionando]
"donde recomendaban la pensión”.
[¡¿?!]

—Y así fue como el bato dio con rucaila, de pura chiripa.
—Estaría bien que aplicaran ese método para localizar al mayate de Raúl Salinas, el legislador Jorge Muñoz Rocha, a quien le enjaretaron varias calacas y lo busca la justicia justiciera desde el sexenio del Neto Zedillo •


CAPÍTULO LVI

ÚLTIMO CHISGUETAZO BICHORESCO


Permítaseme rematar la cucharacha con esta nota caminera, cortesía de un pinchi boludo de apellido Cortázar y de nombre Julio, pepenada de su libro «Salvo el crepúsculo». La traigo a colación porque ni mandada a hacer embona en la machaca que aquí se menea, y que, diríamos que emerge como si, efectivamente, su autor despicara veredicto en torno a la edición que acabo de surtir como si fueran patadas en los güevos y tortazos en el hocico.

«Ninguna cronología, baraja tan mezclada que no vale la pena. Cuando haya fechas al pie, las pondré. O no. Lugares, nombres. O no. De todas maneras vos también decidirás lo que te dé la gana. La vida: hacer dedo, auto-stop, hitch-hiking: se da o no se da, igual los libros que las carreteras.
Ahí viene uno. ¿Nos lleva o nos deja plantados?» •