Monday, August 21, 2006

LA VIDA NO ES UN BLOC CUADRICULADO



CAPÍTULO UÑAS [BIS]




"...son intelectuales dignos de aprecio,
pero, vueltos académicos, más bien
se antojan candidatos a la horca."

Raúl Prieto



Cinco meses después de entablado el romance, los pichoncitos consiguieron trabajo en el Colegio de la Frontera Norte.

—¡Malditos sean! --les gritan sus conciencias—, han hecho trato con la policía."

—"Se trata de salir en la foto" --contesta el Tuerto, y luego pregunta—:

—¿Acaso quieren que vivamos dándoles mordidas a los libros?"

—¿Están mandando a la mierda sus ideales y principios" —espetó una de las conciencias y agregó—:

—"Estas jodido, men. Es más decente robar un banco que alquilarte en esa puta caseta de información del Pentágono. Pero tú sabes lo que haces, yentelman."

—"Sí, que te compre el que no te conoce" —dijo la otrora conciencia que enseguida le reclama a la Yajaira:

—"Y tú feminista sin pancarta, ¿le vas seguir el rollo a este eyaculador precoz? ¿No te das cuenta que sólo eres una amante de ocasión? Mejor, regálale una foto tuya en braguitas y con escotes, y mándalo a dormir a la carraca de doña Soledad."

—"No la hagan tanto de pedo —alega el Tuerto—, pues total, lo que no separa la realidad lo separa la conciencia. Para algo le sirve a la mente la abstracción. Así que al diablo con los pros y contras."

Y es que la pareja después de arder juntos en la hoguera de piel deciden hacer vida marital, ofcors sin acudir a la cita con Melchor Ocampo, quien bastante enfadado esperó inútilmente a los esponsales susodichos para recitarles la epístola del desconsuelo. Ellos nunca llegaron ni la Iglesia ni al Registro Civil, pero sí a infinidad de bares.
—"¡Pero don Melchor está pendejo!" —exclama el Tuerto—.

Y es que los enamorados tienen el alma muy ocupada para subirse al cielo que está en el suelo. Eso sería como recibir una tunda de tres mil azotes en ambas posaderas, al aire descubiertas, tanto de él como de su dulcinea.

—"A mí nadie me ha de tocar ni con el pétalo de una rosa mis tersas nalguitas --afirma la enamorada—.

Asignatura pendiente en la escuela de humanidades; gracias a Marx y a Sartre él se creerá un napoleón chiquitito.
Pero el Tuerto nunca ha roto un plato ni ha matado una mosca. Dicen quienes lo conocieron de niño que se asustaba al escuchar las canciones de cuna. Pero ahora es tan valiente que inclusive soporta al aburrido y denso maricón de Marcel Proust. Ambos chamullan el inglés y repeliendo los lunfardos que en sus barriadas brotan como champiñones en primavera.

La vida obliga a chupar el caramelo de la tristeza; el que no quiso lamer Caín cuando era un niño y terminó arrojándolo a los pies de Abel.

¿Qué cenarán esta noche? Pienso que quejas y pleitos a la carta.